Ni los supuestos nervios ni la incertidumbre por saber cómo sería el estreno en directo del nuevo sonido, que es el mismo que ya nos sedujo hace tiempo, de la banda de un Ángel Stanich tan inquieto y pletórico como de costumbre. Su nuevo disco suena salvaje y dócil a la vez, y la combinación con los enormes temas de sus trabajos anteriores hace del suyo un concierto casi imprescindible. En Córdoba fuimos privilegiados por asistir a esta fantástica "premier".
Menuda responsabilidad. Para banda, público y cronistas.
Asistir al primer concierto, más una presentación previa en la que probar el
nuevo repertorio y probarse ellos mismos, de la inminente gira de Ángel Stanich
era una piedra de toque demasiado atractiva como para dejarla pasar. En la sala
Hangar la impresión de su visita anterior se antojaba casi imborrable, en el
sentido de que fue sin duda uno de los mejores bolos de la temporada anterior,
y en el ambiente se palpaba cierta expectación ante la puesta de largo de unas
nuevas canciones de letras apabullantes y sonido expansivo y sorprendente. Lo
del cántabro se hace difícil de creer. Es un artista con vocación de culto
aunque él no acabe de reconocerlo, no ha concedido ni una sola entrevista desde
que despegó su carrera hace apenas tres años y se niega en redondo a
promocionarla por los canales convencionales. Quien quiera disfrutar de su
música, que no de sus opiniones, tiene a youtube,
el gran escaparate del nuevo siglo, para conocer las diversas facetas y aproximarse
a una óptica peculiar que hace de cada concierto de su banda una experiencia
ciertamente irrepetible.
Cómo escapar al encanto de su hirsuta figura, parecida a la
de un ermitaño con vocación de eternidad, y a las constantes muestras de
talento en temas como el último de ‘Antigua y barbuda’, su nuevo y magnífico
disco, al que convierte en prólogo y apertura del recién nacido tour. A la
renovada ‘Cosecha’, solo regada con guitarra acústica y teclado planeador, la
sucede la primera, la más lozana de sus diatribas sentimentales y la que para
nosotros puede ser una de las canciones del año. ‘Escupe fuego’, como quien
lanza los dardos equivocados, suena a gloria. No se deben pedir disculpas por
disfrutar como un enano con su estribillo, ni con los cambios de ritmo de ‘Más
se perdió en Cuba’, dando claves sobre cómo bascular en tierra de nadie y
empaparse de folk, psicodelia y pop acariciante de electricidad. Un cóctel
bruto y embrutecido por la voz aflautada de su intérprete, lanzado con
seguridad a una explosión en su parte final en la que se descubre a un
verdadero artista que parece haber disfrutado de ‘Un día épico’ con bastante
frecuencia. Cenas con Janis, mierdas tóxicas, rutas salvajes e ingestas masivas
de Bukowski a la salud de un ‘Mañana’ camuflado entre sus dos trabajos
principales hasta la fecha. A este druida frágil por fuera e incómodo por
dentro se le da muy bien hilar las historias de canciones escritas hace algún tiempo
con la más lacerante acutalidad, y por eso ‘Galicia calidade’ sonó como el
himno honorífico que todos podemos imaginar hacia una tierra devastada en sus
entrañas por el inmisericorde dedo de la locura humana. Luego se sumerge en las
aguas de su amado ‘Río Lobos’ y el cauce parece marcar el inicio del tramo más
mesurado del concierto. Falsa alarma, como no podía ser de otra manera.
¿Hemos dicho ya que ‘Hula hula’ es una joya total? Base
pregrabada, línea de guitarra simple y cruda, teclado coqueto breve y una
pregunta incontestable: ¿Cuál es tu leit motiv, cuál es tu ritual? Tal vez
todos y ninguno en concreto, sobre todo cuando los enemigos de ayer se
convierten en tus aliados de hoy con una simple grabadora de por medio.
Brutalísimo tema, otro más. Así nos vamos ya tocados a un lugar de oración,
‘Casa Dios’ –o eso parece-, o a bañarnos al sol de unos esforzados ciclistas de
otro tiempo en ‘Le tour 95’, y a la recuperación de un fantástico ‘Señor Tosco’
del que no se tenían noticias en directo hasta esta ocasión. Los aires ácidos
vuelven en ‘Mezcalito’, estos ya más conocidos e igual de apasionantes que
cuando los escuchamos por primera vez, y ya metido en los bises y después de
disertar con los respectivos instrumentos (atención especial a los teclados que
planean sobre la mayoría de las canciones), invoca a su ídolo y ya al de todos,
el gran ‘Metralleta Joe’, ordena y manda que la combustión no le impida a su
corazón seguir sudando en ‘Carbura!’ y cierra una aventura vital aún joven y
efervescente con ‘Mátame, camión’, que suponemos ya de dominio público después
de haber sonado como lustroso busto de entrada a la nueva mansión sonora de un
personaje fundamental para la buena salud del rock español.
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
Más info:
http://salahangar.es/
https://www.angelstanich.com/
https://www.facebook.com/angel.stanich.oficial/
1 Comentarios
"Es un artista con vocación de culto aunque él no acabe de reconocerlo, no ha concedido ni una sola entrevista desde que despegó su carrera hace apenas tres años y se niega en redondo a promocionarla por los canales convencionales".
ResponderEliminarBueno, para El País si concedió una este año: https://elpais.com/cultura/2017/01/17/actualidad/1484681910_588674.html
No sé si habrá más por ahí. Esperemos que le siga yendo bien para no tener que hablar.
Hay que comer, leñe.
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