Steven Munar & The Miracle Band: "Violet koski" (La Cúpula, 2017)

El mallorquín de adopción vuelve a demostrar que es uno de los escritores de canciones más lúcidos y aplicados del pop español. Con este nuevo disco se supera en producción y arreglos y se cuelga la etiqueta de "gran olvidado" en las listas de los mejores discos del año. 


Es una pena que a estas alturas el grueso del público que dice seguir y disfrutar la actualidad del pop rock español aún no conozca la trayectoria y el historial de un músico, un artesano más bien, como Steve Munar. Británico de adopción mallorquina y miembro fundador de los deliciosos The Tea Servants (otros grandes desconocidos), lleva ya cinco discos bajo su nombre y el amparo de los magníficos The Miracle Band demostrando que el bagaje y las influencias que maneja no deberían seguir cayendo en saco roto. Afortunadamente, unos cuantos seguimos disfrutando disco a disco de su mapa sonoro, tan frondoso como variado, que en esta ocasión lo saca ligeramente de las coordinadas habituales para guiarlo por terrenos ciertamente novedosos e igual de interesantes.

A la etiqueta inconfundible de folk-rock clásico que lo ha hecho grande se adscriben melodías como las de ‘Wasteland’ y ‘Hear me calling you’, pero a ella añade una nueva riqueza rítmica, incluso cercana al pulso funk, y hace gala de ella en ‘Hey hey hey (Re do it again)’, virándola hacia las aguas de la “americana” más leve en ‘Fuck your vanity’ y sobre todo en ‘Pictures, postcards and other things’, en la que da toda una lección sobre cómo optimizar recursos en pos de una canción redonda. ‘Stillness’, en cambio, pone a toda la banda a extraer la vena sinfónica de unos arreglos cuidadísimos, a los que ayuda una producción sencilla e impecable a más no poder, comandada por el propio Munar y su mano derecha habitual Marc Tena. Especialmente destacable al respecto son las guitarras de Patricia Serrano, todo un descubrimiento, en la fantástica ‘Everytime I close he doors’, donde los coros emiten un brillo particular.

Un disco este ‘Violet Koski’ que está dedicado en su núcleo a la memoria de su abuela fallecida (el mismo título es el pseudónimo que le atribuyó su hija, madre del autor, en uno de sus relatos) y que hila poemas escritos por su progenitora con referencias veladas a la muerte y a la divinidad, los motores que parecen mover los hilos del subconsciente colectivo cuando se trata de hacer canciones con cierta enjundia emocional. ‘Mother’ suena sobrecogedora en ese sentido, pero no menos que el esquinado góspel de ‘Prayer without words’ y la decepción sentimental implícita en ‘In the meantime’. Cosas que importan de verdad, como el orgullo paterno expresado en ‘Never believe’, escrita para su hija Elsa, y la conciencia socio-política despierta en ‘Hey’, un hilarante alegato contra el presidente Hollande. Sí, todo lo importante está en estas canciones.

‘Violet Koski’ es un señor disco que pasará desapercibido por la incapacidad auditiva y la pereza colectiva que asolan un panorama, el de la música hecha en nuestro país, que creativamente está muy por encima de lo que auguran los próceres caducos de lo musicalmente correcto. Es una colección de temas sinceros, trabajados y tremendamente satisfactorios tanto para el autor como para sus oyentes. Steven Munar lo ha vuelto a hacer, y va siendo hora de que todos se enteren de una vez.

Escucha 'Violet Koski' aquí.


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