Acababa de empezar el concierto de Los Deltonos en Planta Baja cuando, al finalizar el primer tema, se escuchó entre el público “es que Los Deltonos son una apuesta segura”. Quizás por eso, el público, fieles seguidores granadinos que ya les habÃan visto en todas sus anteriores visitas a la ciudad, se situó desde el comienzo en las primeras filas para disfrutar de cerca la contundencia y el empaque de un grupo que, desde el principio, tuvo un sonido propio que han sabido conservar y explotar disco tras disco.
Un total de diez discos (sin contar EPs, mini LPs, sencillos, reediciones y demás formatos) en algo más de treinta años de una fructÃfera carrera que además han alternado con proyectos en solitarios, sobre todo de su lÃder y vocalista, el berlinés Hendrik Röver. Muchas inquietudes para resumirse en una sola banda le llevaron a probar suerte con otras posibilidades (como su proyecto Hank) para retomar Los Deltonos incluso como nombre homónimo para el último trabajo que han facturado los cántabros, solvente y definitorio de su sello de calidad personal.
Entre el blues y el rock’n’roll de impecable factura, Los Deltonos salieron al escenario de Planta Baja entre ese buen puñado de incondicionales que esperan cada aparición del grupo para congregarse como fieles parroquianos comentando, a veces en exceso para el gusto de los que preferÃan escuchar con más atención, los recuerdos que acumulan sobre el grupo y las veces que han tenido oportunidad de verlos.
Con un sonido siempre perfecto, realzado además por la capacidad técnica de la propia sala, su puesta en escena, de rockeros clásicos y de impecable trayectoria propia de una banda de su contundencia. Y es que, la banda de Hendrik Röver, Fernando Macaya, Pablo_Z y Javi Arias ha sabido mirar hacia atrás en su propio sonido y volver a dar lo mejor de sà mismos con la seguridad que da militar en una de las bandas nacionales más consolidadas, de esas que, fuera de este paÃs ingrato, estarÃan llenando estadios.
El show, con una baterÃa de temas que recorrió su larga y compleja historia musical, no dejó al público con las ganas de chocar las botellas al son de “Brindemos” y regalar dos tandas de bises en un espectáculo que habÃa ido de más a mucho más (aquà no nos cabÃa un de menos a más porque la intensidad siempre fue in crescendo) y que concluyó rozando la media noche de un dÃa lluvioso y desapacible, encontrando el calor ideal al abrigo de una sala y de un público animado al baile y a la siempre sana costumbre de compartir cerveza y rock’n’roll.
Crónica: MarÃa Villa
Fotos: Enrique Arias
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