La banda avanzadilla del pop hedonista llegaba a Córdoba desde Murcia para presentar algunos nuevos temas con los que se confirman como la apuesta más intrascendente y práctica para bailar, corear estribillos y bañar los problemas cotidianos en el jabón de la diversión. Varry Brava son lo que son, no hay que darle demasiadas vueltas, y es bonito disfrutarlos.
Pasar un buen rato, sonreír desde el principio hasta el
final y despreocuparse por lo que está pasando a tu alrededor, por lo absurdo
de salir a la calle, encender la televisión o escuchar a los vecinos o
compañeros de barra quejarse por la enésima injusticia mundial. Esa es una de
las funciones básicas de la música, muy a menudo obviada en aras de la antigua
utopía de que una canción, o varias, puede cambiar el mundo, o al menos
hacernos pensar en que eso es posible. A lo otro, a recordar que en realidad lo
que importa son las libertades individuales y el disfrute particular, siempre
respetando al prójimo e intentando sacar partido de cualquier situación en el
buen sentido, se dedican algunos artistas de aquí y allá en un intento muchas
veces fructífero por entregarse a un hedonismo en teoría siempre bien recibido.
Habría que matizar las formas y el alcance de dicha intención, sobre todo
cuando la voluntad es superior a los resultados, pero en el intento está,
dicen, el verdadero placer. Sí, todo este discurso viene a cuento de un
concierto, uno solo que podrían ser muchos, de una banda entregada desde su
concepción justamente a lo apuntado. Varry Brava se llama, está compuesta por
un trío base de procedencia murciana y suelen grabar discos en los que lo único
que cuenta es la diversión, bien trasladada al directo y con una cierta
pretensión de extraer perdurabilidad de lo que parece meramente efímero. Carpe diem, amigos.
El
nuevo disco de Varry Brava se llama ‘Furor’ y vuelve por donde siempre suelen
ir los tiros con su música: Canciones básicamente bailables que hablan de cosas
que a todo nos han pasado, seamos más o menos jóvenes, y que le seguirán
pasando a las generaciones venideras si la tecnología y las nuevas formas de
diversión no lo impiden. Los fundamentos de su música son bien sencillos, y
avanzan sobre ellos sin salirse demasiado del guión en los cambios de ritmo de
‘Un nuevo giro’, los pequeños clásicos de su repertorio ‘Playa’, ‘Fiesta’ y
‘Sonia y Selena’ y nuevos himnos de corte ochentero como ‘Nada personal’, cuyo
vídeo estrenaban casualmente el mismo día del bolo. Suceden en vivo las piezas
más claramente orientadas al despelote colectivo (‘No gires’, ‘400 bailes’,
‘Chicas’) con las que aún no son compartidas por la mayoría por estar
recientemente editadas (’12 & medio’) y otras con cierto corazón rockero,
siempre bañado por los teclados y las melodías pop, como el caso de ‘Satánica’,
donde la guitarra de Vicente Illescas encuentra el espacio que le falta en
otras. Todo bajo la gran presencia escénica, no se puede negar, de Óscar
Ferrer, con un look ambiguo, efectivo y a un paso de lo hortera (hay que tener
cuidado con ciertas chaquetas, por muy portadoras de identidad que pretendan
ser) y el histrionismo del teclista Aaron Sáez, una especie de coplista
posmoderno que seguramente sea la principal atracción del grupo en escena.
Los
murcianos son una banda reforzada por bajo y batería que se apegan a la
tradición del pop bailable y lo ilustran perfectamente en ‘El sitio perfecto’,
‘Las noches fugaces’ y ‘Calor’, temas perfectos para una velada estival a pie
de mar en la compañía que cada uno estime adecuada. Antes del elocuente ‘Adiós’
con el que suelen despedir la primera parte del concierto se sabe que no pueden
dejarse en el tintero cosas tan coreadas como ‘Callada’, ‘La ruta del amor’ y
se intuye que pueden despedirse con esos queridísimos ‘Fantasmas’, aunque antes
le canten tan fuera de época a la ‘Navidad’, un tiempo en que por cierto
tampoco se desenvuelven mal sus canciones. Es una de las razones por las que lo
suyo es tan atemporal y pasajero, como si hicieran música sin darle importancia
al hecho en sí. Es evidente que no pasarán a la historia del pop español, pero
lo bueno es que tampoco lo pretenden. A nosotros, mientras nos hagan pasar una
noche de jueves tan entretenida y nos aparten durante una hora y media de los
habituales oscuros pensamientos, nos vale. La intrascendencia es bella.
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
Más info:
https://www.varrybrava.com/
https://www.facebook.com/Hangarcordoba/
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