Precedidos, acompañados y flanqueados por casi 50 conciertos
y espectáculos en toda la ciudad, incluido un showcase sorpresa de Dorian, Granada Sound ha batido este año récord de grupos actuando en un mismo lugar, gracias a su colaboración con Granada
Ciudad del Rock. Muchos locales, entre ellos pubs, bares, restaurantes, tiendas de discos e instrumentos musicales, etc. han querido unirse este año a esta gran cita, aportando su granito de arena
con la presencia de grupos como Soundbay,
Sarajevo84, Nevada, La plazuela techá, Javi Tejero y Cosmotrío, Croché, Vita
Insomne (tres días consecutivos recorriendo la ciudad con su música), Paco Chica o los renacidos Mama’ Baker, entre otros, con el aliciente añadido de ser, todos ellos, gratuitos y en pleno centro de la ciudad.
Con tanta oferta, desde el jueves, las fuerzas de los
festivaleros se han puesto a prueba durante tres intensas jornadas en las que,
una vez más, se han impuesto las ganas de fiesta, manifestándose en la gran afluencia
de público tanto a estos eventos, como a los conciertos del Cortijo del Conde, donde
se celebra este festival por tercer año consecutivo. En el recinto, a pesar de
que las primeras horas (en Granada se han superado los 40º estos días) se registró menos afluencia, Corizonas
fueron testigo de la llegada masiva de un público que no dudó en entrar de
lleno en su “Nueva Dimensión Vital”.
La fusión Coronas/Arizona Baby resulta siempre, al igual que
sus grupos de origen, una apuesta segura para garantizar la fiesta y los
primeros bailes, da igual que repitan juntos o por separado, han sabido
pillarle el truco a eso de poner al público a hacer palmas y aprovechan su
tirón para marcar la hora en la que la fiesta ya no tiene marcha atrás. Impresionante,
como siempre el tándem Pardo-Vielba, mediáticos y comunicativos como pocos,
haciendo gala de sus muchas tablas y labia privilegiada, además de sus grandes
dotes artísticas.
La gran dificultad de ambas jornadas, elegir entre
espectáculos cuando se daban dos en el mismo horario, ventajas e inconvenientes de
contar con tres escenarios (cuatro si incluimos la carpa de Djs). Muchos grupos,
pero imposibilidad física de disfrutar de todos ellos. Ante esa tesitura, elegir
bien, en función de los gustos personales o de las oportunidades de verlos de
nuevo en esta tierra, se convierte en todo un arte.
Aun así, un grupo que no podía faltar en nuestro recorrido
inter escenarios eran sin duda los sevillanos All la Glory, toda una revelación desde el momento en que
comenzaron su andadura, una promesa cumplida que, con los años, cogen empaque y
siguen desmarcándose del sonido imperante en el panorama que tan mal llamamos “indie”,
etiqueta con la que sin dudas todos nos entendemos. Ellos usan y abusan (en el
buen sentido del abuso, por abundancia) de riff afilados y melodías intensas sobre
la que deslizan unas voces con mucha personalidad con las que dan forma a unos
temas que son un regalo para los oídos.
Menos gente allí de la que debería haber estado si el
público supiera elegir bien sus conciertos, pero igualmente abundante ya que la
banda, que ha visitado nuestra ciudad en algunas ocasiones, se ha hecho un
hueco entre los más sibaritas. Una vez en ese escenario (Negrita), hubiera sido
delito moverse sin disfrutar nuevamente de la intensidad sonora y los paisajes
psicodélicos de Rutus T. Firefly,
que registraron un llenazo en esa zona del recinto que, por momentos, se veía desbordada
por gente que tuvo que verlos demasiado lejos para disfrutar de la tremenda
puesta en escena que exhiben y los matices de su “Magnolia-Loto”. Toda una
corona floral para adornar las cabezas musicalmente más inquietas.
A partir de ahí Mando
Diao y Nixon tuvieron que
batirse en duelo para retener a un público que iba y venía entre ambos
escenarios (Alhambra y Negrita) para no perderse ninguno de los conciertos.
Por un lado, la apuesta siempre segura de los suecos, con su garaje-rock
sesentero y su puesta en escena impecable, su colección de hits de esos que
todos nos sabemos y todos cantamos a voz en grito y su ambiente festivalero, siempre
acorde con este tipo de eventos. Por otro, los almerienses, cosechando la siembra
de años de constancia en el duro e ingrato panorama nacional. Comenzando el
concierto ya desde arriba, a sabiendas que la competencia era dura y sin
venirse abajo en ningún momento. “Utopia” ha sido el trabajo que les ha lanzado
a los escenarios de una gran cantidad de festivales nacionales demostrando que,
si la inspiración te pilla trabajando, no es utópico pensar que se puede llegar
ahí arriba.
Los que ya no podían tener competencia, por un lado, porque
jugaban en terreno propio y por otro porque su “Diez” y “Diez y medio” han sido
álbumes que les han empujado a la internacionalización como banda, Niños Mutantes se dieron un baño de
masas entre el público fiel y el acumulado durante años y por ellos, por todos
los que estábamos allí, sacaron lo mejor de su repertorio, en un recorrido por
toda su historia musical, sin dejarnos con ganas de casi ningún tema
imprescindible para sus fans.
División después para disfrutar, aunque desde muy lejos dada
la condensación de las masas frente al escenario Alhambra, del directo siempre
impactante de Dorian que, después de
pasear durante varios años su “Veinte años y un día” llegaban ahora con nuevos
temas, los incluidos en su “Justicia Universal”, sin dejar de lados los que se hacen imprescindibles en todos y cada uno de los festivales a los que asisten
¿imagináis un concierto de Dorian sin “Arrecife”, “Cualquier otra parte” o “Los
amigos que perdí”? pues eso.
Nos podía sin embargo la curiosidad de escuchar la propuesta
de los valencianos L’Emperador, por
lo que dar la espalda a Dorian un rato se hacía imprescindible para pasar,
aunque fuese un momento por el escenario Negrita, llevándonos una grata
sorpresa con este grupo que podemos enmarcar dentro de la “moda” (dicho esto
sin menospreciar la tendencia) de que los grupos canten en su lengua materna.
Si en catalán ya teníamos unos cuantos y muy buenos exponentes, venía bien que
desde Valencia llegase uno con música da calidad, cantando en valenciano y demostrando
que en tenemos una enorme riqueza musical a lo largo y ancho de toda nuestra
geografía, en todas las lenguas cooficiales.
Llegados a esa franja horaria, La rubia pincha ya se encargaba de hacer bailar a los que preferían
la carpa a los directos, con su buen gusto musical y sus múltiples recursos a
los “platos”. Un gusto siempre escuchar gente que hace contorsionarse a los
asistentes con tan buena música. Eso sí, si te quedabas enganchado a los rubios
destellos de su melena te pedías a las otras rubias que ya salían al escenario,
en este caso unas Nancys Rubias tan
enlatadas que hasta se permitían sonidos de instrumentos que no se encontraban
sobre el escenario.
Como bien dicen en su tema estrella “Me da igual, me encanta…”
Y es que, su fórmula de éxito no se basa en sus dotes como músicos o cantantes sino en todo
el glam y el movimiento frenético que derrochan. Les honra sin embargo hablar
de sus actuaciones en playback sin tapujos, con honestidad y sinceridad. No
saben tocar, ni falta que les hace.
Los que sí saben tocar, con verdadero virtuosismo, son la
banda de un Ángel Stanich que abría la segunda jornada desafiando los más de cuarenta grados a pleno sol y junto a él, el más que nutrido
grupo de asistentes que se derretía al sol, pero no por ello dejaban de cantar
y bailar con uno de los músicos más peculiares y con más personalidad del
panorama actual. Con su último disco “Antigua y Barbuda” ya bien rodado y el
carisma de un frontman posiblemente único en su especie (aunque entre el
público había un doble -Josete Stanich- al que hizo referencia el auténtico
Stanich desde el escenario e incluso se fotografió con él tras el concierto).
Musicalmente impecables, dar ese pedazo de espectáculo a esas horas y con ese
calor bien merece el detalle que tuvo de mezclar su sudor con el de las masas y
dejarse caer sobre un público que acudió raudo a sujetarle. Doy fe, o más bien
mi mano humedecida tras el momentazo, de que el calor compartido fue realmente
incendiario.
Para el público que había estado tapeando en esa ruta del
rock que llenó tantos locales granadinos, Neuman
fue el encargado de que se siguieran quemando calorías, esta vez con el subidón
y la emoción que producen la intensidad de sus temas. También flanqueado por
músicos de primera, como su predecesor en el otro escenario, Paco Neuman sigue exprimiendo
una discografía plagada de temas imprescindibles de los que ponen los pelos de
punta y te mueven desde dentro. Un lujo contar con una banda tan magnífica en
una ciudad como esta.
Con tal comienzo de jornada, Rayden hizo exactamente lo que tenía que hacer, sostener al público
en todo lo alto. Con la lengua afilada y las ideas bien organizadas, rapear y
hacer poesía caminan a la par sobre unas melodías bien estructuradas que
realzan todas las verdades que se pueden decir rimando. Demuestra también que,
ser rapero, no es caer en lo soez y lo burdo, sino desarrollar un arte poético que
le convierte en un juglar moderno con capacidad para sintetizar lo
verdaderamente importante y hacerlo con maestría.
El Kanka bajaba
un poco el ritmo, al menos el de baile, con respecto a sus predecesores, pero
está claro que tiene su público y que este también asiste a estos festivales
tan denostados por quienes tantas piedras han lanzado sobre un cartel que, si
de algo podía presumir este año, era de variedad.
Nuevo subidón adrenalínico desde que Viva Suecia aparecieron en el escenario, tras una intro que da paso
a los músicos y un show curradísimo que no por haber visto ya en Granada en
repetidas ocasiones, cansa. Muy al contrario, volver a disfrutar en directo de todo
el elenco de temas que hemos ido haciendo nuestros en estos meses hace que el
grupo siempre sea bien recibido por aquí y sabemos que, desde arriba, ellos lo
perciben. Sacando mucho partido a su último trabajo, han formado parte este año
de una gran cantidad de festivales nacionales y, no quedándose ahí, han salido
fuera del país a repartir ese buen rollo que transmiten y hacer cantar al
público incluso si no se sabían las letras.
Estrenando “Alfombra roja” llegaban nuevamente Full, un grupo que ya debería entrar en
plantilla del Granada Sound. Muy distintos a aquellos chavales que visitaban
tímidamente la ciudad en sus comienzos, la banda ha cogido empaque y el intenso
rodaje que han tenido estos años, les hace sonar a banda grande y los ha
llevado a situarse en la mejor franja horaria. Con una voz trabajada, bien realzada
por la estupenda banda facturan un pop elegante que tiene la capacidad de sonar siempre bien, en todos los formatos.
Tras ellos, un colorido Carlos
Sadness, acompañado de una no menos colorida banda del Siglo XVI atrajo
hasta las primeras filas, bien apretadas, a multitud de fans, mayoritariamente mujeres
y muy jóvenes que se sabían todos y cada uno de los temas del cantante. Un
fenómeno fans digno de estudio que posiblemente debe su éxito a la frescura con
la que irrumpió en el panorama musical “Ciencias Celestes” y “La idea salvaje”
aportando una musicalidad tropical que resultó novedoso y le dio el espaldarazo
a la fama. Ahora, con “Diferentes tipos de luz”, se trataba de seguir el camino
ya trazado. Un camino que le ha funcionado estupendamente, sin dudas.
Físicamente agostados ya (un festival puede suponer más de
doce horas de pie en algunos casos), nos perdimos Sexy Zebras muy a nuestro pesar para no abandonar las privilegiadas
primeras filas desde las que disfrutamos de La Casa Azul y su repertorio bailable y festivalero. Otro valor
seguro a la hora de montar un festival, sobre todo si quieres mantener a la
gente bailando a altas horas. Para eso Guille Milkyway se las pinta solo para
hacer saltar al público que aún tiene fuerzas y hacer que se recuperen súbitamente
los que ya parecían consumir las últimas.
Empujón final para llegar con vida a unos Cristal Fighters que nuevamente se
curraron una escenografía, vestuario y puesta en escena que son el aderezo
perfecto a las canciones más bailables e imprescindibles de cualquier sarao
indie que se precie. Empezando, por supuesto, con su hit “I love London” volvieron
a poner boca abajo un recinto que tenía ganas de verlos en Granada (no todo el
mundo se pudo permitir verlos en su anterior visita a la ciudad). De hecho,
algunos asistentes, aseguraban haber sacado la entrada sólo por ellos.
Mucha fiesta y muy buen ambiente, con las siempre inevitables
incomodidades de este tipo de recintos (uno ya sabe lo que hay cuando va a un
festival grande) y la enorme masificación que supone convivir tantas horas con
más de 20.000 personas por día, unos de mejor rollo que otros. A pesar de ello,
Granada Sound se ha consolidado como
una cita ineludible para poner fin al verano en una ciudad que puede alardear,
ya por derecho propio, de ser la ciudad de la música.
Crónica: María Villa
Fotos: Raquel López
Rocío Rodríguez (foto 2)
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