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martes, septiembre 11, 2018

Tami Neilson + Mineral Waters. Loco Club (Valencia), 08-09-2018

Llenazo hasta la bandera del inicio de temporada de la valenciana sala Loco Club y un concierto apoteósico de una cantante versátil, audaz, poderosa y llena de oficio.


A escasos minutos de la apertura de puertas, girando la esquina de la calle Erudito Orellana, donde se encuentra el Loco, ya podía divisarse un buen montón de gente agolpada a sus puertas. Validando entradas, fumando, saludando, esperando el pistoletazo de salida de la temporada de salas tras el obligatorio parón estival. Inevitable sentirse optimista ante la buena respuesta a un cartel encabezado por una artista poco conocida por estos lares.

Tami Neilson, nacida en Canadá, pero afincada en Nueva Zelanda, donde goza de gran éxito, es dueña de una nutrida carrera que ha viajado desde unos orígenes más centrados en el country & western hasta situarse en un lugar fronterizo entre las raíces americanas y el rhythm and blues salpicado de soul y rock and roll primigenio. Un cóctel que además ella sabe agitar con maestría como íbamos a comprobar los asistentes esta noche en cuestión.

Precedida por cierto revuelo en redes y difusión en Radio Nacional, nada hacía presagiar, sin embargo, que una propuesta como ésta, que en otras ocasiones bien hubiera podido pinchar en hueso dada su temática, levantara semejante expectación entre el público valenciano, tan poco dado por lo general a salirse de lo seguro. Pero ahí estaba: un sold out que ya era plausible incluso antes de empezar los teloneros, Mineral Waters.

Y claro, fue empezar los valencianos a desgranar su cancionero nutrido de versiones de surf, rhythm and blues y garage y empezar el baile. Quedó demostrado que resultaban una elección formidable para abrir esta noche en particular dado el oficio que despliegan unos músicos veteranos y virtuosos que han unido fuerzas con una front-woman, Tory, que no por joven deja de comerse el escenario y dotar de vida propia tanto a clasicazos de la talla del "Poison ivy" de los Coasters o el "Stray cat strut" de Stray Cats, traspasados convenientemente al castellano, así como a canciones propias como "Steve McQueen" o la fantástica "Chica espacial".

Con el consabido traspaso de poderes y elegantemente uniformados, los miembros de la banda de la canadiense tomaron posiciones y dieron entrada a una Tami que apareció sonriente cual sol mañanero y agitándose vertiginosamene al marcado ritmo soul que ejecutaban con eficiencia de reloj sus compañeros. Dio comienzo así una fiesta que no terminaria hasta pasadas dos horas y dejaría sin respiración hasta al más desganado de los asistentes.

Tami es una mujer poderosa, como una mezcla perfecta de fieras salvajes como Etta James, la primera Brenda Lee o Wanda Jackson y ejerce un dominio sobre su banda y el escenario que ya quisieran para sí la mayoría de artistas. Es capaz de pasar de un palo a otro con total naturalidad y despliega simpatía y oficio, incluso a pesar de un público empeñado en contarle a voz en grito sus vacaciones en Cullera al tipo que tiene al lado, como el que desgraciadamente tenemos en la ciudad del Turia.


Su nuevo disco, "Sassafrass" (2018, Neilson Records), no hace realmente justicia al huracán que consigue desatar esta mujer en un escenario que luce mucho más espléndido con su presencia. Ataviada con su vestido azul de flecos y su característico pelo liso a cazo, no dejó de agitar su varita mágica encandilándonos a todos. Sonaron perfectas el single "Stay outta my business", la marchosa "Bananas", con maraca en mano, "Devil in a dress", "Big boss mama", o "Good man", dedicada a su marido.

Momentos especiales, me quedo con dos: su versión del clásico "It's a man's man's world" de James Brown al que ella dio la vuelta líricamente para convertir en un verdadero himno feminista, alejado de la condescendencia del original, así como la poderosa interpretación que realizó de una de sus mejores canciones, un "Holy Moses" que sonó aún más vertiginoso que en su versión de estudio y nos dejó a todos sin aliento, gracias a un sonido que rozó, como viene a ser habitual en la sala, la perfección, circunstancia que la cantante supo agradecer convenientemente al staff de sonido a micro abierto.

Lamentablemente, todo tiene su nota negativa: además de un público hablador, especialmente sangrante en momentos como aquél en que la Neilson intentó presentar una canción dedicada a su fallecido padre, tuvimos que soportar la vergüenza de que algún cretino le robara a la artista su armónica y además no la devolviera pese a los repetidos ruegos del personal de la sala. Circunstancias como esta empañan la fama de ciudades, salas y promotoras de cara a la comunidad artística internacional y es una verdadera pena que paguen justos por pecadores. Espero que el ladrón se comiera el instrumento con patatas y se le indigestara, la verdad.

Pese a todo ello, no puede pedirse más de una noche y de un comienzo de temporada auspiciado por la unión de fuerzas de la promotora de la sala, Alta Tensión y And Sons Producciones, que supieron organizar una velada elegante, divertida y capaz de hacernos olvidar a todos la depresión de la vuelta al tajo tras las vacaciones. Ahora que la cosa siga así de arriba todo el año. Todos lo merecemos.




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