Son ya seis años consecutivos en los que I LIKE FESTIVAL, en Córdoba, ha unido en un mismo cartel a artistas consagrados con emergentes. Algo que empezó como una fiesta de la música coincidente con cruces y patios (el mayo cordobés suele ser muy caluroso), y se ha trasladado al otoño, con temperaturas algo más benignas. Por él han pasado grupos como Fuel Fandango, Guadalupe Plata y otros muchos de primera línea que podían escucharse junto a nuevas promesas. En esta ocasión, Vetusta Morla a la cabeza, acompañados por Glaciar (Málaga) y Toulouse (Granada).

Abrieron la noche los malagueños, que venían “Rompiendo la cuarta pared”, el ep que les ha producido Pachi García, a quien dieron las gracias durante el concierto, y que contiene cortes de una gran calidad, ideales para la magnífica voz de Curro Ayllón, que siempre consigue ponernos los pelos de punta con su estupenda interpretación. Ahí es donde se nota cuando un grupo pone el alma de verdad en un disco y allí, en directo, compartieron ese sentimiento con los asistentes, de los que una buena cantidad se fue apuntándose el nombre del grupo en imprescindibles.

Con un rápido cambio de escena, los granadinos Toulouse se lanzaron de lleno a su “Montemarte”, un álbum que han rodado bastante y con el que se han consolidado en la siempre fértil escena granadina. Ahora, en sus objetivos, ampliar fronteras, como están haciendo de festival en festival desde que sacaron ese último trabajo. Un repertorio con temas de gran calidad, que volvió la vista atrás hacia canciones de sus primeros discos, demostrando que los años les han sentado bien a ellos y a esos cortes.

Para terminar, ante un público emocionado (unas 3800 personas) que esperaba con verdadera entrega la salida del grupo estrella de la noche, Vetusta Morla aparecieron con una cuidada y trabajada escenografía que servía como telón de fondo para un show realmente impresionantes. Tras la intro, que puso en situación a los ansiosos espectadores, el grupo se lanzó de lleno hacia ese “Mismo sitio, distinto lugar” que da nombre al disco y a la gira para seguir haciendo un exhaustivo repaso de más de dos horas, entre sus muchos temas de éxito (creo que no hay ninguno que no lo haya sido).

Especial emotividad al escuchar “Maldita dulzura”, uno de los temas que más ha quedado en la memoria colectiva y detalles como el cambio en la primera estrofa de “Golpe maestro”, que sirvió a Pucho para expresar su opinión sobre la corrupta política actual (el tema era ideal para ello) y los famosos másteres de los que tanto se habla últimamente.

Emotivo también el momento en el que dos pequeños bailarines mecánicos dispuestos a un lado del escenario se movían en círculo mientras sonaba “23 de junio” y tantos otros pequeños detalles que el grupo tuvo con su público, al que agradeció estar allí compartiendo esa noche tan especial, cuatro años después de su primer paso por el festival.

Cerraban gira, y por tanto no podían faltar en su repertorio los temas que más han sonado del álbum que están presentando, como el tema homónimo, “Te lo digo a ti”, “El discurso del rey” o “Consejo de sabios”, como tampoco faltaron todos esos temas que ya se han hecho imprescindibles, como “Copenhague”, “Fuego”, “Cuarteles de invierno”, “La deriva” y tantos otros que el público cantó de principio a fin, cual karaoke colectivo, a voz en grito y con los brazos en alto.

Tiempo, también, para agradecer a todos los que han formado parte de esa gira, mencionar con especial cariño el papel de las mujeres, cuyo papel reivindicó Pucho con verdadero agradecimiento por las que forman parte de su equipo y para mencionar, uno a uno, a todos los que han dedicado meses a hacer que esta mastodóntica maquinaria funcione a la perfección.  

Buena organización y estupenda producción del evento. Nosotros nos quedamos con la sensación de haber compartido momentos únicos con las tres bandas, momentos irrepetibles que impregnaron el aire cordobés en unos días aún calurosos, ideales para disfrutar de estos eventos al aire libre. Toca esperar al cartel del próximo año, que seguro también nos sorprende.  

Crónica y fotos: María Villa