Tener tres discos grabados, a cual más sólido, y haber
tocado en los más variopintos festivales y salas de prestigio a lo largo y
ancho del territorio nacional parece que aún –los tiempos están cambiando, y en
la música a muchísimo peor- no es aval suficiente para que el aforo de una sala
de capacidad media se quede prácticamente huérfana de público un jueves por la
noche en pleno centro de una capital como la cordobesa, últimamente avivada por
un mínimo halo de vida inteligente en cuanto a la programación de citas
musicales se refiere. Donde hay vida (o música) hay esperanza, esa debería ser
la lectura positiva. De las negativas siempre hay tiempo de hablar, pero nunca
hay ganas. Siendo optimistas, la introducción a esta crónica debería contener
las palabras “sorpresa” y “decepción” en relación complementaria, pues a la
helada, por escasísima, respuesta del público a la propuesta de la rubia
murciana solo se le puede contraponer el alivio de aquello que rezaba “lo bueno, si breve…”. Pese a todo, ya
lo deberían saber nuestros lectores, nosotros siempre somos optimistas.
Kuve es
el proyecto personal de Maryan Frutos, hermanísima de Sean, vocalista de Second
y encargado de cantar junto a ella a la par que colaborar a la menor ocasión en
varias ocasiones a lo largo de los diez años de trayectoria de la banda. Unir
los términos arriba citados en la misma frase es fácil nada más recordar las
sensaciones primerizas al entrar a la sala Hangar. ¿Esto es un concierto
acústico? Sin previo aviso ni notas adicionales en el cartel oficial de la gira
“El mundo es tuyo”, en la que está presentando los temas de su más reciente
trabajo “Castillos de fuego”, el escenario lucía una austeridad insospechada
por el grueso, por decir algo, de los asistentes que esperaban la famosa
potencia eléctrica de los directos de la banda. Aminorados los efectos de su
eficaz directo en consonancia con el ambiente íntimo de la velada, la chica se guía
únicamente por los acordes a la guitarra de su fiel Leandro Aput para mover su
discurso de unión, amor y conciencia de género en una escena que sigue dominada
por la figura masculina, aunque cada vez más consecuente con la irrupción
necesaria de féminas como ella, con una alta capacidad de combate y
sobradamente preparada para escribir letras subyugantes y cantarlas con una voz
más que poderosa. Tiene presencia y armamento suficiente para defender durante
poco más de una hora su repertorio más fresco y gritar que “Canción D”, por
ejemplo, es solo una forma de impersonalizar un discurso que bascula entre el mainstream y el indie con altibajos en el estudio y una agradable linealidad en las
distancias cortas. Con tan pocos recursos, es admirable la forma en que “Punto
equidistante”, “En la cumbre”, “Comedia satírica” o “La noche en la que no
vamos a desaparecer” transmiten su mensaje a la perfección, haciendo incluso
bailar a quien escucha con oídos bien atentos. Si la decisión de tocar en dicho
formato está plenamente meditada o ha sido reconducida por las circunstancias –todos
sabemos que las cuestiones económicas se imponen la mayoría de veces a las
artísticas- es algo que solo incumbe a la propia artista, pero el resultado no
fue ni de lejos tan raquítico como parecía.
El
guiño a México sin necesidad de incurrir en la enésima recreación de una
ranchera llega con “Alebrije” –tal vez pocos sepan que con ese nombre se
designa a un tipo de artesanía sobre cartón pintado tradicional por aquellos
lares- y las melodías pop frescas con “Solo tu victoria” o uno de los temas más
solicitados de su discografía anterior, “Cometas, playas desiertas”. Después de
una esquelética revisión de “Choque”, el culmen de encadenar los dos temas con
los que la banda se ha hecho célebre en los medios en los que han conseguido
sonar, “El mundo es tuyo” y “Bailar en la tormenta” encadenan la especie de jam session final con los voluntarios
que se atrevieron a saltar a escena con panderetas y percusión para acompañar a
los dos músicos en una despedida cordial y francamente divertida. Un regalo
para ellos y un momento entrañable para todos que termina con una "3.0" informal y readaptada para la ocasión.
La de
Kuve es una propuesta indefinida entre el pop comercial con voz dulce de
producción impecable y el propósito por salir de cualquier posible
encasillamiento con una personalidad marcada, la de la propia señorita Frutos,
que se muestra como un huracán escénico a la que en esta ocasión le faltó
terreno y ambiente para demostrar que la bien ganada reputación de su banda en directo
tiene toda la justificación. A la espera de comprobar sus verdaderos poderes,
este aperitivo nos sirve para tenerlos en alta estima y bucear en algunas
perlas de su discografía. Un verdadero placer cuando sabes que alientas la
labor de músicos vocacionales y así de entregados.
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
Más info;
Escucha "Castillos de fuego" aquí.
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