Kuve. Sala Hangar (Córdoba) 23/05/19

La murciana Maryan Frutos presentaba su tercer disco bajo el paraguas de su banda, Kuve, en una desangelada sala Hangar y demostraba que el formato acústico le sienta mucho mejor de lo que podríamos pensar.


Tener tres discos grabados, a cual más sólido, y haber tocado en los más variopintos festivales y salas de prestigio a lo largo y ancho del territorio nacional parece que aún –los tiempos están cambiando, y en la música a muchísimo peor- no es aval suficiente para que el aforo de una sala de capacidad media se quede prácticamente huérfana de público un jueves por la noche en pleno centro de una capital como la cordobesa, últimamente avivada por un mínimo halo de vida inteligente en cuanto a la programación de citas musicales se refiere. Donde hay vida (o música) hay esperanza, esa debería ser la lectura positiva. De las negativas siempre hay tiempo de hablar, pero nunca hay ganas. Siendo optimistas, la introducción a esta crónica debería contener las palabras “sorpresa” y “decepción” en relación complementaria, pues a la helada, por escasísima, respuesta del público a la propuesta de la rubia murciana solo se le puede contraponer el alivio de aquello que rezaba “lo bueno, si breve…”. Pese a todo, ya lo deberían saber nuestros lectores, nosotros siempre somos optimistas.

Kuve es el proyecto personal de Maryan Frutos, hermanísima de Sean, vocalista de Second y encargado de cantar junto a ella a la par que colaborar a la menor ocasión en varias ocasiones a lo largo de los diez años de trayectoria de la banda. Unir los términos arriba citados en la misma frase es fácil nada más recordar las sensaciones primerizas al entrar a la sala Hangar. ¿Esto es un concierto acústico? Sin previo aviso ni notas adicionales en el cartel oficial de la gira “El mundo es tuyo”, en la que está presentando los temas de su más reciente trabajo “Castillos de fuego”, el escenario lucía una austeridad insospechada por el grueso, por decir algo, de los asistentes que esperaban la famosa potencia eléctrica de los directos de la banda. Aminorados los efectos de su eficaz directo en consonancia con el ambiente íntimo de la velada, la chica se guía únicamente por los acordes a la guitarra de su fiel Leandro Aput para mover su discurso de unión, amor y conciencia de género en una escena que sigue dominada por la figura masculina, aunque cada vez más consecuente con la irrupción necesaria de féminas como ella, con una alta capacidad de combate y sobradamente preparada para escribir letras subyugantes y cantarlas con una voz más que poderosa. Tiene presencia y armamento suficiente para defender durante poco más de una hora su repertorio más fresco y gritar que “Canción D”, por ejemplo, es solo una forma de impersonalizar un discurso que bascula entre el mainstream y el indie con altibajos en el estudio y una agradable linealidad en las distancias cortas. Con tan pocos recursos, es admirable la forma en que “Punto equidistante”, “En la cumbre”, “Comedia satírica” o “La noche en la que no vamos a desaparecer” transmiten su mensaje a la perfección, haciendo incluso bailar a quien escucha con oídos bien atentos. Si la decisión de tocar en dicho formato está plenamente meditada o ha sido reconducida por las circunstancias –todos sabemos que las cuestiones económicas se imponen la mayoría de veces a las artísticas- es algo que solo incumbe a la propia artista, pero el resultado no fue ni de lejos tan raquítico como parecía.

El guiño a México sin necesidad de incurrir en la enésima recreación de una ranchera llega con “Alebrije” –tal vez pocos sepan que con ese nombre se designa a un tipo de artesanía sobre cartón pintado tradicional por aquellos lares- y las melodías pop frescas con “Solo tu victoria” o uno de los temas más solicitados de su discografía anterior, “Cometas, playas desiertas”. Después de una esquelética revisión de “Choque”, el culmen de encadenar los dos temas con los que la banda se ha hecho célebre en los medios en los que han conseguido sonar, “El mundo es tuyo” y “Bailar en la tormenta” encadenan la especie de jam session final con los voluntarios que se atrevieron a saltar a escena con panderetas y percusión para acompañar a los dos músicos en una despedida cordial y francamente divertida. Un regalo para ellos y un momento entrañable para todos que termina con una "3.0" informal y readaptada para la ocasión.


La de Kuve es una propuesta indefinida entre el pop comercial con voz dulce de producción impecable y el propósito por salir de cualquier posible encasillamiento con una personalidad marcada, la de la propia señorita Frutos, que se muestra como un huracán escénico a la que en esta ocasión le faltó terreno y ambiente para demostrar que la bien ganada reputación de su banda en directo tiene toda la justificación. A la espera de comprobar sus verdaderos poderes, este aperitivo nos sirve para tenerlos en alta estima y bucear en algunas perlas de su discografía. Un verdadero placer cuando sabes que alientas la labor de músicos vocacionales y así de entregados.






































Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney

Más info;

Escucha "Castillos de fuego" aquí.


               

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