La verdad, me es difÃcil explicar mi adoración por Gallagher. En principio, ni soy un aficionado a ultranza del blues -pero me gusta mucho- ni soy tampoco especialmente proclive a escuchar hard rock, aunque mis inicios en la música partieron de ahà y aún hoy lo escucho. No, lo mÃo con él va más allá. Es el personaje, su genialidad, su sencillez, su halo de autenticidad, que le ha mantenido al margen de leyendas casposamente rockeras y demás fauna de enciclopedia barata. El era lo que era: un guitarrista que tocaba el blues como nadie, un hombre discreto que jamás se separó de su melena, sus patillas, su camisa de cuadros y sus jeans y que empuñó siempre la misma guitarra, una destartalada Stratocaster del 61 que le acompañarÃa de por vida y que pese a su tranquilidad de ánimo, cuando se subÃa al escenario todo, pero absolutamente todo, estallaba por los aires.
Mi primer conocimiento de su música vino de la mano, como en tantas otras ocasiones, de mi (aún) buen amigo Carlos, que compró el mÃtico Irish Tour'74 en cd y me lo pasó. Cuando escuché aquél Tatto'd Lady, que todavÃa hoy sigue siendo mi canción favorita de él, algo pasó. La tensión entre aquellos acordes menores y mayores y el lirismo con que cantaba y luego tocaba su solo aquel tipo me parecieron de otro mundo. Es una canción que me hace hervir la sangre siempre, aunque la haya escuchado hasta la saciedad, como es el caso. Rory llevaba la música en las venas y lo mejor de todo, más que su pericia a las seis cuerdas o su capacidad creativa, era que sabÃa transmitirlo.
Esa pasión se manifestó bien pronto en su vida. Al fin y al cabo, en Irlanda hay cierta raÃz musical que entronca directamente con los orÃgenes del rock and roll, por ser parte del sonido que emigró a EEUU y también porque, como demostrarÃa nuestro protagonista con su obra, hay ciertas similitudes entre la música celta y el blues que les emparentan. William Rory Gallagher nació un 2 de marzo de 1948 en Ballyshannon, localidad del Ulster, República de Irlanda. Los Gallagher eran católicos y su padre era músico, además de militar. Cuando contaba tan sólo 3 años, se mudaron a Cork, que él acabó considerando su ciudad. Desde muy, muy pequeño manifestó su amor por la música. Su hermano Donal -figura muy importante para su carrera- asegura que con unos cinco años se construyó un rudimentario ukelele. Con ocho escuchaba todo lo que caÃa en la emisora del ejército americano de la radio, Leadbelly, Chuck Berry, Muddy Waters. Y con nueve al fin, obtuvo su primera guitarra.
Se convirtió en un manÃaco del instrumento. Tocaba cuanto podÃa y aprendÃa de manera autodidacta y con facilidad pasmosa todo cuanto escuchaba que tuviera olor a la música que amaba, que era básicamente el blues. Con 15 años empezó su andadura en conjuntos de bailes de salón, tan tÃpicos en Irlanda. La Fontana Showband pronto cambiarÃa su nombre a The Impact y comenzarÃa a tocar la música que aquél endemoniado chaval - que ya habÃa cambiado su nombre real, Liam, por el de Rory, porque no habÃa ningún santo que se llamara asÃ- traÃa consigo y que miraba muy de cerca hacia los tres acordes que Chuck Berry enseñó al mundo. AsÃ, comenzaron a girar por toda Europa y recalaron en Londres, la Meca de todo por aquél entonces, en donde Rory comenzó a ver tocar a gente como Georgie Fame, Rod Stewart y sus Steamhammer, Long John Baldry e incluso a The Byrds, para los cuales The Impact hicieron de teloneros.
Todo esto causó una gran impresión en el muchacho, que pronto decidió que la música que estaban haciendo estaba bien para entretener a unos cuantos bailarines, pero no era lo que realmente llevaba en la sangre. Contactó con otros dos músicos de Cork, Norman Damery y Eric Kitteringham, bajista y baterÃa respectivamente, y basándose en la formación trÃo de The Peddlers, magnÃfico combo jazz-soul, dieron forma a Taste, que junto a Cream y The Jimi Hendrix Experience llegarÃan a ser ejemplo paradigmático de lo que hoy se conoce como "power trio" y generarÃan una música que causarÃa un impacto básico para el endurecimiento del rock que llegarÃa tras la década de los sesenta.
Taste, como tantos otros grupos de la época, ante la imposibilidad de conseguir contratos en su propio paÃs, fueron a curtirse en Hamburgo, la ciudad en que los Beatles habÃan comenzado a ser ellos mismos. Tras la agotadora ración de seis conciertos a la semana, los muchachos retornaron a Irlanda, en donde consiguieron una residencia en el club Maritime de Belfast, ciudad con una escena blues que les acoge con entusiasmo, cayendo en manos, desgraciadamente, de un manager bastante malintencionado llamado Eddie Kennedy, que manejarÃa su carrera a partir de entonces. Kennedy les llevó a Londres y ante el interés de Polydor Records de grabar un álbum a la banda, convence, bajo los auspicios de la compañÃa, a Rory de que despida a sus dos compañeros y consiga otra base rÃtmica para tocar un material que es en su mayorÃa suyo y para realzar un show en directo excitante, del cual él es la única atracción.
De esta forma, entran en juego Taste Mk II, con Richard "Charlie" McCracken en el bajo y a John Wilson en la baterÃa, que son los que graban junto a Gallagher el primer álbum de la banda. Taste (1969), que incluye maravillas como Blister On The Moon o Born On The Wrong Side Of Time, es bien recibido en el Reino Unido y les posibilita una primera gira por EEUU teloneando a Blind Faith, asà como un concierto triunfal en el festival de la Isla de Wight, con el que logran definitivamente el merecido estatus de uno de los mejores actos de directo en el mundo. Graban un segundo álbum, titulado On The Boards (1970) y con un repertorio más consistente todavÃa que en su debut, con trallazos como What's Going On, que les sitúa de nuevo en buena posición en las listas de éxitos británicas, lo que no impide que las relaciones entre sus miembros y sobre todo, con un manager que no deja de engañarles, causen el hartazgo del guitarrista, que da carpetazo a la banda para continuar en solitario.
La aventura en Taste le costó a Rory su inocencia: acabó sin un duro, peleado con sus amigos y tal como se demostrarÃa años después, estafado hasta las trancas por un malnacido que no hizo otra cosa que engañarles y robarles. Quedó tan escarmentado de los tejemanejes de la industria discográfica, que jamás volverÃa a dejar sus asuntos en manos de nadie. Él era su productor, su intérprete, su arreglista, su manager (aunque oficialmente este cargo recaerÃa en su hermano pequeño Donal) y dueño y señor de una carrera que manejarÃa siempre desde su punto de vista, alejado de modas o condicionamientos. Sólo le importaba su música y la forma de sacarla adelante de la manera más honesta posible.
En 1971 aparece al fin Rory Gallagher, disco homónimo que le aleja de los planteamientos pesados de Taste. Su sonido, sin salir de los márgenes del blues-rock, se vuelve más liviano y predominan los pasajes acústicos. Le acompaña ya su bajista de siempre, Gerry McAvoy, que continuarÃa con él hasta su última gira del 91. También está el baterÃa Wilgar Campbell y con este nuevo trÃo graba Deuce, el primero de sus discos donde el de Cork gana el control total y hace exactamente lo que quiere hacer. Es un disco intenso, plagado de enormes canciones como Used To Be, I'm Not Awake Yet o la inmensa Crest Of A Wave.
Las giras, sobre todo por Europa, dado que en América nunca consiguió realmente hacerse un mercado, se suceden constantemente. Rory es un tipo reservado, tÃmido, que sólo en el escenario se convierte en ese animal que supura blues y rock and roll por los cuatro costados, que es capaz de enfervorizar a su público hasta el limite, que lo da todo. Fuera, es un hombre solitario, que huye despavorido de cualquier cliché del rock. Ni drogas, de las que está totalmente en contra, ni groupies, ni siquiera admitÃa que su personal dijera palabras mal sonantes... Sus únicos vicios eran tocar la guitarra, el cine, del que era un compulsivo consumidor y una afición por el alcohol que lamentablemente crecerÃa con los años y que unida a la ingesta de calmantes para mitigar su miedo a volar, acabarÃa llevándole a la tumba.
Pero no adelantemos acontecimientos. Para rentabilizar todas esas giras y los conciertos orgiásticos que brinda el trÃo a su audiencia aparece Live In Europe, directo que captura fielmente a un artista en la cresta de la ola tanto de facultades como de popularidad, lo cual es causa de que el disco sea su primer y único top ten en el reino unido y una de sus pocas entradas en el hot 100 del Billboard norteamericano. Un éxito que confirma el gran estado de forma en que se encontraba su carrera.
El, sin embargo, no se deja transformar por la fama y continúa con lo que le interesa, que es dedicarse en cuerpo y alma a perfeccionar una técnica a la guitarra que no conoce lÃmites. El blues, por supuesto, ya no se le resiste, pero su espÃritu gitano y su ánimo experimentador, siempre dentro de los parámetros que le interesaban, hacen que entre en juego también la música tradicional de su tierra o el rock duro que bandas como Led Zeppelin, Black Sabbath o Deep Purple están comenzando a convertir en el género más popular a ambos lados del atlántico.
Todo eso queda representado en Blueprint (1972), el primero de sus discos más clásicos, que llega tras intervenir como músico de sesión en los nuevos trabajos de dos de sus más grandes Ãdolos, nada menos que el "killer" Jerry Lee Lewis y el rey del blues, Muddy Waters. Blueprint combina a la perfección la faceta más acústica de Rory con pasajes eléctricos que comienzan a transitar del blues al hard rock, como demuestra una pieza tan fundamental en su repertorio como es Walk On Hot Coals y alguna combinación de todo como la infinita Daughter Of The Everglades, una de sus cimas en formato canción. Además, el disco representa un antes y un después al suponer la entrada a la baterÃa de Rod De'Ath y la adición de un teclista, Lou Martin, que completan la formación más compacta con la que jamás tocarÃa y determinan el sonido más clásico de la discografÃa de Rory.
Para corregir y aumentar lo anterior, llega en 1973 Tattoo, disco grabado en los estudios Polydor de Londres y producido por él mismo que podrÃa considerarse su obra maestra, su disco arquetÃpico. No es para menos: además de comenzar con ese trallazo que es Tattoo'd Lady (canción fetiche de quien suscribe estas lÃneas), el disco incluye números como A Million Miles Away, Walk On Hot Coals, Who's That Coming o They Don't Make Them Like You Anymore, que configuran un disco tan potente como perfecto en sus planteamientos y que le mantendrÃa en la cresta de la ola del rock europeo del momento.
América se le resistÃa, pero Europa ofrecÃa para él el suficiente mercado como para no parar de tocar. Además, en casa las cosas no estaban fáciles. Irlanda estaba inmersa en una cruenta guerra civil y él, al saberse con categorÃa de icono, decidió embarcarse, para finalizar el que venÃa siendo el tour más largo de su carrera, en una gira que albergarÃa toda la geografÃa de su paÃs. Un paÃs en medio de un conflicto fratricida que dividÃa a las gentes de su zona norte, concretamente la zona del Ulster, protestantes y unionistas contra católicos y nacionalistas. En esas circunstancias, que un ciudadano de Cork, ciudad más que católica de la República de Irlanda, acudiera a tocar a Belfast con su banda y no sólo eso, llenara el recinto y ofreciera un soberbio concierto que formarÃa parte tanto de una pelÃcula como de uno de los mejores discos en directo de la historia de la música grabada, era un hecho más que significativo. PodrÃa haber sido toda una provocación, pero alguien como Rory lo convirtió en uno de los hitos de su carrera: demostró que el poder de la música puede contra cualquier idea generadora de odio.
Toda esa gira dio forma a Irish Tour'74, disco doble y también pelÃcula dirigida por Tony Palmer, en que se plasmaba a las mil maravillas la capacidad para comunicar desde el escenario de uno de los artistas más portentosos que uno pudiera ver sobre un escenario aquellos dÃas (o en cualquier otra época). Las interpretaciones que allà se encapsulan son de una fiereza insólita. La fuerza que desprenden, tanto en su vertiente visual como en su faceta estrictamente musical es una rara avis en la música popular, tan poco dada a que los discos en directo sean productos realmente fidedignos de la experiencia en vivo. Rory y su banda aquà consiguieron muchas cosas, entre ellas el disco por el que siempre serán recordados.
1975 serÃa el año de Against The Grain, primer disco con la discográfica Crysalis y más que digno sucesor de todo lo anterior, pero también de la propuesta nada menos que de sus satánicas majestades, The Rolling Stones, para formar parte, en sustitución de Mick Taylor, de la banda más famosa del planeta. Tras unas sesiones en Rotterdam a modo preliminar a la grabación del disco Black And Blue, el guitarrista desecharÃa la idea por encontrar que él jamás podrÃa situar su música al servicio de nadie que no fuera él mismo y sus ideas. Jamás lo considerarÃa una oportunidad perdida, muy al contrario: fue la constatación de que efectivamente se hallaba en el camino correcto.
Calling Card (1976), producido por el bajista de Deep Purple, Roger Glover, primera vez, por tanto, en que el irlandés confió en un productor externo para uno de sus discos en solitario, dibuja si cabe unas lÃneas más afiladas en el ya por aquél entonces duro sonido que tejÃan entre los cuatro que integraban la banda. Incluye el que quizá sea su mayor acercamiento al heavy metal, un Moonchild que se inscribe con letras de oro en su repertorio, al igual que Do You Read Me o Edged In Blue. Un gran álbum que serÃa, sin embargo, poco apreciado por su creador, al que no acabó de gustar su sonido. También serÃa el último de la formación con el baterista De'Ath y el teclista Martin.
El noveno disco de Rory Gallagher llegarÃa tras su perÃodo más largo de silencio, dos años, entre los cuales tuvo que recuperarse de una herida en el pulgar y desechó todo un álbum, de tÃtulo Torch, grabado en San Francisco junto al exitoso productor Elliot Mazer y la formación cuarteto. Por algún motivo a Rory le disgustó tanto el resultado (que no es para nada malo, a raÃz de la edición de esas grabaciones años después y de forma póstuma bajo el tÃtulo de Notes From San Francisco), que dejó archivado el proyecto, despidió a la mitad de su banda -McAvoy, por supuesto, se quedarÃa- y grabó en Alemania un disco completamente distinto que apareció en el 78 bajo el tÃtulo de Photo-Finish y le captura endurecido y con un sonido tremendamente pulido que le ve regresar al formato trÃo para entregar perlas como Brute Force And Ignorance, el grandioso clásico Shadow Play o The Last Of The Independents.
Otro gran acierto de su carrera vendrÃa con su décimo disco, Top Priority (1979), que tiene en Bad Penny y Follow Me dos de sus grandes bazas y en general constituye uno de sus trabajos más sólidos. La gira de presentación sirvió como excusa para Stage Struck (1980), otro de sus grandes discos en directo, que precedió otro perÃodo de silencio que se romperÃa con Jinx (1982), el último con Crysalis, que quizá peca demasiado de producción pulcra en busca de modernizar el sonido del irlandés. Fue además un disco bastante carente de promoción por la discográfica y por tanto pasó sin pena ni gloria. Quizá por eso, aunque el guitarrista siguió girando sin descanso para ganarse el pan, no volvió a grabar hasta pasados cinco años.
Su vuelta se llamó Defender (1987) y era sus disco más orientado al blues en muchos años y le muestra en plena forma, con un sonido si bien algo pulido, fiel a sus cimientos en una época, los ochenta, en que eso no era nada habitual. Rory era ya un clásico que no tenÃa nada que demostrar y se explayaba con lo que le gustaba, por lo que le salió un disco honesto y elegante que pasaba a engrosar una discografÃa con pocos puntos flacos, igual que lo harÃa Fresh Evidence (1990), su último disco en vida y otro regreso al blues que llevaba en el corazón.
Ya lo dijo él mismo: "el blues es malo para la salud". Por eso a él le acabarÃa pasando factura una vida en la carretera y pese a ello, solitaria, en la que para mitigar sus fobias empleaba el alcohol y algunos barbitúricos. Su miedo a volar era todo un handicap y se medicaba para aplacarlo cuando no habÃa más remedio que coger el avión, lo cual en la vida de un músico como él, es algo más que cotidiano. De esa forma su hÃgado se resintió tanto que al final fue necesario un trasplante, en una operación a la que sobrevivió, pero no a las complicaciones que surgieron al poco tiempo y que le enviaron a la tumba en Londres el 14 de junio de 1995. Su entierro tuvo lugar en Cork rodeado de su familia y legiones de fans que elevaron el evento casi a la categorÃa de asunto de estado. Su mÃtica Fender Sunburst estuvo junto a su ataúd durante toda la ceremonia.
Su pérdida supuso un inmenso vacÃo en la iconografÃa del rock, pero no el final de su vida discográfica. De manera póstuma, además de las grabaciones de San Francisco, aparecerÃa un último disco que dejó grabado, el tendente a melancólico Wheels Within Wheels (2003) y recientemente, coincidiendo con el 50 aniversario del comienzo de su carrera con Taste, aparece Blues, caja de tres cd que recopila grabaciones de su faceta más pura, la de intérprete de la música del Delta del Missisippi, estudioso de las grabaciones mÃticas del género y guitarrista dotado de una habilidad renovadora y un estilo intransferible. Incluye inéditos además de grabaciones en directo y restauración de algunos clásicos escogidos. Necesario tributo para uno de los personajes más sinceros de la historia del pop, el rock, el blues, o donde se le quiera encuadrar, porque si algo fue Rory es un personaje genuino difÃcil de encasillar. Un hombre sencillo, amante de la música en estado puro, las novelas de detectives, las peliculas francesas, a ser posible de Catherine Denueve y las pintas con tres partes de Guinness y una de Jameson. Un tipo tranquilo fuera del escenario que dentro e él se convertÃa en una de las fuerzas de la naturaleza más increÃbles que el mundo ha visto con guitarra al hombro. En mi opinión, ni Clapton, ni Hendrix, ni ningún otro guitarrista archifamoso, gozan del mismo carisma que él, que le hace objeto de adoración para cualquiera que se aproxime a su música y su magnética personalidad. El último de los independientes, el hombre invendible, el genio que dijo no al éxito fácil, el verdadero amor por el rock and roll hecho persona. Por aquà algunos no te olvidamos, Rory. Sigues tocando el blues.
Aquà os dejamos una Playlist con una más que generosa ración de su música para que le conozcáis mejor o sencillamente, paséis un gran rato.
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