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domingo, octubre 20, 2019

El Buen Hijo: la balada de Nick Cave (parte 1)

Lejos de acomodarse en la imagen de Elvis oscuro o de predicador rockero en la que muchos se empeñan en encasillarle, Nick Cave ha luchado siempre por mantener una coherencia con sus principios artísticos que le ha hecho transitar siempre por caminos diferentes, pero manteniendo siempre una identidad que le hace incomparable. Acaba de cerrar una asombrosa trilogía con Ghosteen, disco que además representa su llanto por el hijo perdido, Arthur, muerto hace tres años. Se acaban de anunciar además las fechas de su próxima gira por España en primavera. Momento idóneo para capturar su historia...


Nick Cave
era aquél personaje tan enigmático enfundado siempre en un traje oscuro y con aspecto de que algún diablo se hubiera tragado al Elvis caduco, aquél que aparecía en un videoclip remando en una barca de juguete vestido de cura junto a otro tipo de aspecto aún más extraño y siniestro. Todo eso lo hacía altamente atrayente a mis ojos de adolescente. Recuerdo estar sentado en un garito de mi ciudad -el ya largamente desaparecido Besame Mucho- y escuchar por primera vez su música. Creo que era el disco The Good Son. A partir de ahí no hubo vuelta atrás. Tiempo después conocí a mis amigos Adrián y David, que me prestaron todo lo que se podía tener de él, de sus Bad Seeds, de Birthday Party. Ha sido el único artista por el cual me he movido dos veces fuera de València (y probablemente lo haga una tercera en breve) para verle tocar en directo. Es en definitiva, uno de los grandes. Un enorme, mejor dicho. Y parece empeñado en no dejar de serlo, a juzgar por sus últimos pasos.

Nicholas Edward Cave nació el 22 de septiembre de 1957 en Warracknabeal, estado de Victoria, Australia. Tiene dos hermanos y una hermana. Sus padres, Colin y Dawn, eran respectivamente profesor de literatura y bibliotecaria, de ahí la importancia de dicha disciplina artística en la vida de Nick desde muy temprana edad, al igual que la importancia de la religión anglicana, de la cual los Cave eran fervorosos practicantes.

Nick no era bueno acatando la autoridad. Era díscolo, alborotador e indisciplinado, por lo que fue enviado a un internado en Melbourne. Ahí fue donde comenzó su relación con la música, cantando en el coro del colegio y tocando algo el piano. También comenzaría a escuchar rock, con Lou Reed, T.Rex o Alice Cooper como artistas de cabecera y conocería a los que serían sus primeros compañeros de fechorías:  Mick Harvey, Tracy Pew y Phil Calvert, con los que formaría The Boys Next Door en 1977 y con los que editaría un único y magnífico (aunque injustamente olvidado entre la maraña del resto de su carrera) lp , Door Door (1979), que puede considerarse uno de los principales referentes del punk de las antípodas.

Más o menos a estas alturas, a la temprana edad de 19 años coincidieron dos acontecimientos importantes en la vida de Cave: la muerte de su padre, Colin, en un accidente de tráfico, que le marcaría profundamente y el inicio de su adicción a la heroína, droga que le mantendría atado durante buena parte de su existencia. Ambos hechos tienen una relevancia extraordinaria en su forma de ver el arte y el rock, con una dimensión de oscuridad poco frecuente, que a la larga le ha convertido en el referente que es hoy.

En 1980 se disuelven The Boys Next Door, aunque en realidad, se trata de un mero cambio de nombre. Con la adición del cadavérico Rowland S. Howard que había tenido lugar en el 78 -de hecho el disco se grabó con él- se convierten en The Birthday Party y se mudan a Londres. La nueva formación se integra totalmente en lo que se ha dado en llamar post-punk, o más acertadamente en este caso, goth-rock. Su música es oscura, violenta, sucia y animal. Así lo atestigua su segundo disco, Prayers On Fire (1981), que comienza a jugar con todas las obsesiones de Cave (religión, muerte, sexo, violencia...) en un amalgama mucho más bestial incluso que el punk que les vio nacer y que representa la primera obra trascendental en la que interviene nuestro protagonista. Música obsesiva y peligrosa, que muestra a las bravas todos los excesos en que los miembros de la banda se hallaban metidos.

Son los mismos excesos que junto a su hambre de europeísmo y bohemia, les llevan a Berlín del este. Calvert se va, Pew es arrestado y deportado, siendo sustituido por varios músicos, entre ellos Barry Adamson. No obstante, eso no impide que la banda prosiga con su investigación del blues torcido y maligno con Junkyard (1982) y el EP Mutiny (1983). Las tensiones entre Howard y Cave, los dos motores creativos de la banda, o los dos tipos con más ego, causa que Harvey abandone y tras él, que es el único que solía mantener la cabeza algo fría, viene la debacle. La banda se desmantela por completo en 1983 y cada uno sigue por su lado.

La estancia en Berlín, por supuesto trajo a Cave nuevas amistades. Un tipo alemán que tocaba la guitarra en una banda de allí de nombre imposible -Einstürzende Neubauten- puso guitarras a la canción Mutiny In Heaven  cuando la graban los Party para su último EP. Su nombre es Blixa Bargeld y la conexión con nuestro hombre es inmediata. Junto a él y también con un reconvencido (dios sabrá porqué) Harvey, así como Barry Adamson y Hugo Race, da forma a Nick Cave & His Cavemen, que pronto serán reconvertidos en The Bad Seeds, en honor al último single editado por Birthday Party.

El primer lp de la banda llega en 1984 y se llama From Her To Eternity. La canción titular es una burrada que sigue siendo el plato fuerte en los conciertos del australiano y el resto del disco muestra una deriva hacia un concepto de canción más adaptado al rock, con versión de Leonard Cohen, quizá el mayor maestro de Cave, incluida. Editado por Mute records, iniciando una longeva relación que durará hasta bien entrado este siglo, el disco es recibido más que bien por la crítica y aún hoy es considerado una pieza clave en el devenir de la música rock.

El siguiente, The First Born Is Dead (1985) ahonda más todavía en la raíz rock de la formación de su autor. Tanto el título del disco como el de la canción estrella, Tupelo, hacen referencia al nacimiento de Elvis y de su hermano gemelo Jesse, que nació muerto. El resto del disco indaga en el blues del delta más pantanoso, más sórdido, alternando salvajadas como Train Long Suffering, o la bestial versión que se marcan de Bob Dylan, Wanted Man, con una balada tan dislocada y enferma como Knockin' On Joe, que significa el inicio de la deriva que generaría el estilo por el que su autor será recordado. Una representación de la angustia que se verá más fielmente retratada en el siguiente disco de la banda, un doble EP realmente impresionante que lleva por título Your Funeral...My Trial (1986) y que es su primera gran obra. En él encontramos la desesperada Stranger Than Kindness, la siniestra fábula de The Carny o la asombrosamente lírica Sad Waters, que abre una obra de arte que sella al fin la marca de fábrica del sonido de The Bad Seeds.

La evolución es el motor creativo de Cave, así que tras un magnífico disco de versiones -Kicking Against The Pricks (1987)- en que da muestra de sus influencias, el siguiente disco da el golpe de gracia: Tender Prey (1988) es una obra maestra que equilibra al fin su lado más melódico y el más violento, para generar una colección de canciones mayúscula, sin desperdicio alguno, que al fin le encumbra como artista de culto, empezando a llenar recintos que van más allá de la capacidad de un club. Tender Prey, entre otras joyas, contiene The Mercy Seat, quizá la canción más emblemática de Nick Cave y la única que jamás haya faltado en ninguno de sus conciertos, pero es que además está Deanna, posiblemente el único single ortodoxo que The Bad Seeds hayan tenido durante su existencia, o maravillas tan absolutas como la desoladora Watching Alice o Slowly Goes The Night, generando una obra de una cohesión tremendamente sólida, algo que ya sería también una tónica constante en su obra.

The Good Son (1990) es un disco marcado tanto por la relación amorosa en que Nick se ha embarcado con una periodista brasileña, su desintoxicación de las drogas, una recién recuperada religiosidad y un acento melódico, un refinamiento de sonido, que es bastante distante a la obstinada oscuridad de sus primeros discos con The Bad Seeds. Aquí el sonido es brillante, cuidadosamente producido, con predominio de los teclados, con orquestaciones y sobre todo, grandes canciones, como la titular, Lucy, o dos de sus grandes hitos: The Ship Song y The Weeping Song. Puede considerarse este álbum como su primer gran éxito a nivel de público y el que genera que su nombre ya comience a mencionarse entre los grandes a tener en cuenta en la década que amanece.

Hendry's Dream  (1992) supone una comercialización todavía más acentuada, intentando captar al público rock, de Cave y su banda, que se ve reforzada además por Martin P. Casey y Conway Savage, colaboradores que aún hoy siguen activos. Produce David Briggs, artífice del sonido de los discos de Neil Young y Cave no queda contento. No obstante, le sale un disco más que apañado: contiene himnos como Papa Won't Leave You Henry o Straight To You y la banda se embarca en una gira triunfal, de la cual queda testimonio en el disco Live Seeds (1993) y la película Live At The Paradiso, que muestran a una banda pletórica, seguramente una de las mejores que alguien haya podido ver jamás sobre un escenario en la historia del rock and roll. Así de bestias eran.


Sin embargo, el golpe de gracia aún estaba por llegar. Todo artista necesita un disco definitorio, un trabajo por el que ser recordado por los siglos de los siglos. En el caso de Cave y sus malas semillas seguramente ése sea Let Love In (1995) un disco que al fin logra aglutinar todas sus virtudes en un paquete de canciones infalible, apabullante, magistral. Let Love In, Do You Love Me, Nobody's Baby Now, Loverman o la eterna Red Right Hand, el hit recurrente que siempre se cita a la hora de hablar de Nick Cave, están aquí. Es el disco de sonido equilibrado que muestra todo el esplendor de la banda y las mejores canciones que Cave es capaz de componer. Cave al fin tiene todo lo que quería: la mejor banda, las mejores canciones, un público entregado... joderlo todo precisamente ahora sería de imbéciles (continuará...)

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1 comentario :

  1. Viva el Nick Cave que no hacía discos pretenciosos. De la trilogía final solo se salva el primero, Push The Sky Away. Pero todo lo anterior era imbatible, de cuando tenía a su lado a Harvey, Bargeld, Savage...y el maldito Warren Ellis no tenía el protagonismo de ahora.

    Salud

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