Ya son tres las tardes de domingo amenizadas por buen rock’n’roll desde Serpiente Negra. Desde que La Perra Blanco inaugurase temporada son varios cientos de personas los que han pasado por Planta Baja para romper el tedio dominguero a base de ritmos frenéticos. Este domingo era el turno de Pelomono, el conjunto eléctrico de rock espeso y pantanoso formado por dos enmascarados más que conocidos en Granada, Antonio Pelomono y Pedro de Dios (Guadalupe Plata). La banda, que surgió hace unos cuantos años ya, en mitad de un trasnoche, como una de esas locas decisiones que terminan por ser brillantes, ha grabado ya unos cuantos trabajos y no hay escenario rock’n’rollero donde no sean bienvenidos.
Son muchas las anécdotas que se cuentan sobre sendas máscaras y muchas las aventuras sufridas por ella pero anoche, en medio de una espesa atmósfera oscura y neblinosa, sello “lumínico” de las bandas donde milita Pedro de Dios, aparecían ambos escoltados por una rudimentaria batería donde cualquier balde, maleta o cubo puede servir para dar ritmo a tan peculiar proyecto. Por contra, a su lado, una sofisticada pedalera donde no falta un efecto ni un cacharro con capacidad para distorsionar al mismo diablo enchufado son las armas tras las que se escucha esa especie de ¿luchador? bajo la que se esconde Perico.
No faltaron tampoco “Transilvania Country", "Sonido Amazónico", "Waaarg", "Cortocircuito en la Selva", "Bala Perdida", "Big Billy Bronzy", "Parece Bueno", "Pink Room" y "Mingus" de su anterior "Pelo Mono" (Everlasting Records, 2013). Un concierto que se hizo corto pero, como siempre, intenso.
Y, para la próxima semana, en la que volveremos a tener a Antonio (Pelomono) en la batería, disfrutaremos del rock árido de los desiertos accitanos, con “El Osombroso y sonriente folk de las bandlands”. Otro que no nos queremos perder y que recomendamos no os perdáis vosotros. Como siempre, con Serpiente Negra. Imperdibles.
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