40 ANIVERSARIO DE DISCOS AMSTERDAM | PETIT MAL, PLATZ, STAR TRIP | LOCO CLUB
-VALÈNCIA-, 1 DE OCTUBRE DE 2022
La de Juan Vitoria es una trayectoria romanticoépica, en una biota, la de la música, tan
radiante como cruenta, donde arribó originario de sus escritos, con dibujos e ilustraciones bajo
el brazo; evidentemente, sus gustos musicales, promovidos y alimentados al socaire de una
figura paterna de indudable calado vital, le abrieron paso en la biosfera pentagrámica, no
rebasó la lÃnea con una mano delante y la otra detrás. Tampoco se introdujo en ninguna banda
del submundo local, ni se metió en jardines de agente o berenjenales de producción,
verbigracia; en su mochila se incluÃan suficientes conocimientos y capacidades como para
trasladar cantidades industriales de sentimientos y comportamientos humanos, vinilizados
desde puntos tan lejanos o tan cercanos como sus filias melómanas alcanzaban a encontrar. Es
decir, incalculables, si no infinitas. ¿Forma de compartir sus descubrimientos y pistas?: un
refugio epicúreo, entre decenas de tiendas de toda Ãndole incrustadas en un centro comercial.
Montó su local exiguo, humilde, colmándolo de cajones perfectamente clasificados, repletos
de plásticos conquistadores, con un cartel grafitero sobre el acceso al nuevo espacio. Nació
Discos Amsterdam. Este hito se dio en el año 82 del siglo pasado, vinculado a una década
infestada de eclosiones sónicas, por todo el mundo desarrollado, sÃ, pero en la España
posfranquista del momento, la efervescencia fue notable, envolviendo, sin excepciones,
completamente, la rosa de los vientos. En realidad no competÃa con ningún otro
establecimiento de València, conviviendo muy de forma armoniosa entre otras de su misma
naturaleza que surgieron en un Cap i Casal especialmente receptivo y permeable; el resto eran,
sobre todo, de venta circuital, dominada por las grandes discográficas.
Desde aquel año, han
transcurrido, ya, 40. Cuatro décadas fluctuantes, de mayor o menor estabilidad económica, de
exploraciones iniciáticas, germinadas y asistidas en/por el impagable bastimento en que se
constituyó Discos Amsterdam. Sucede, también, que en esta no se vende, se compra. La
diferencia es ostensible; sus gentes asiduas cuentan con preferencias muy definidas, dentro
del amplÃsimo espectro que va desde el rock al soul y más allá, siendo en ella donde se
encuentran cubiertas. Sin embargo, deja muy fuera de lugar el elitismo; es redundar en la
capacidad de impregnación que ejerce sobre rutas embrionarias, tanto de personas jóvenes
como más mayores, sin discriminaciones. Basta con que sientas pasión por la música, aun
ignorándolo. Que todo es posible.
Con el fin de celebrar su 40 aniversario, Discos Amsterdam fabricó una velada de bolos
homérica. Se trató del primero de los dos actos en que ha dividido el jubileo conmemorativo,
dado en el Loco Club. Sobre la tarima, la extrema sensibilidad artÃstica de Petit Mal abriendo la
noche, con versiones exquisitamente básicas —baterÃa, guitarra/voz, bajo—; Lou Reed,
Leonard Cohen, Nacho Vegas... rondaron la plataforma. Un comienzo francamente bello y
evocador. Continuaron los jovencÃsimos PLATZ, cuatro irreverentes menores que lo petaron;
movieron, además, una cantidad importante de fans, que hicieron situar la media de edad en
un nivel poco dado en el antro de perversión ya visitado por la banda en otras ocasiones. Su
vocalista, compositor y letrista, Massad Kassab, lidera una formación aberrantemente salvaje;
su versión del Whole Lotta Love de Led Zepelin enloqueció desenfrenadamente a la
concurrencia. Aunque no fue la única; cuando subió la artista Mireia Pérez — grupo Sokolov—
al escenario, todo, todo, se vino abajo. Para finiquitar la impagable velada, los desatados
Star Trip, quienes desarrollaron su repertorio de versiones con formas desencadenadas igual
de incorporadas a ellos como necesarias e incluso imprescindibles. La noche hizo honor al club
que la albergó. Fue tan maravillosamente loca...
Texto y fotos: Antonio Pozo
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