Canela Party, la madre de todas las fiestas

 



La edición de 2023 del Canela Party ha sido todo un éxito y ha conseguido consolidarse en su nuevo formato al aire libre. Casi 24.000 personas han pasado por el Recinto Ferial de Torremolinos en las cuatro jornadas del festival y han podido disfrutar de un cartel de ensueño con nombres como King Gizzard & The Lizard Wizard, Osess, Les Savy Fav, Dry Cleaning, Bala, Perro o Rocío Márquez y Bronquio, entre muchas otras propuestas de calidad. 


Desde que acabó el Canela Party me viene rondando una pregunta, ¿Porque no nos decidimos antes por descubrir ese festival del que todos hablaban?, no hay nada mejor que hacer llegar una propuesta tan fina y cuidada, alejada de los copia y pegas del resto de eventos musicales del verano, que el boca a boca. Así es como nos topamos hace unos cuántos años con ese nombre tan molón, las imágenes en las redes sociales de nuestros compinches de la música en directo nos daban pistas de lo que allí podía cocerse (Paz y Rubén, éste último un andaluz ya muy valenciano, fueron los primeros en hablarnos de esto), y para colmo, teníamos el mejor remate gráfico final a cargo de su fotógrafo oficial, Javier Rosa, para nosotras uno de los mejores de España. Así que, habíamos visto la liada que se montaba, el confeti, la fiesta de disfraces, la actitud, el espíritu colectivo y el buen rollo que flotaba en el ambiente. Todo lo que te cuenten del Canela Party tienes que creerlo, sin embargo, lo mejor que puedes hacerle a tu vida, es liarte la toalla a la cabeza, y proyectar tus vacaciones del año que viene en Torremolinos (Málaga), para apoyar como bien merecen una propuesta loca de tres amigos, que con los años ha ido creciendo y se ha convertido en un festival de medio formato al aire libre, con un aforo que la organización asegura que no va a hacer crecer. De hecho, ya han lanzado los abonos para la siguiente edición, y mantienen en 5.000 el número de abonos.

El Canela Party es más que un festival, es una experiencia en si misma que va desde una quedada gigantesca de amigos, el pescadito frito en los chiringuitos a pie de playa, los baños frescos en la costa del sol, y continuar la fiesta en el recinto ferial, el nuevo espacio del festival por segundo año consecutivo. Cuentan con un público fiel y con un gusto exquisito, tanto a nivel musical como a nivel estético, y es que en torno a toda esta movida, el diseño y la moda ligan a la perfección, que se lo digan a la cara pública del festival que cada año cuenta con una imagen diferente (a cada cuál más cool, la de éste año a cargo de Confecciones Rodellar), a la forma de comunicar que tienen en sus redes sociales, y a su equipo audiovisual que nos traen esas imágenes tan coloristas, efectistas y fieles a lo que allí sucede. Además, es uno de esos festivales con valores, si esos principios fundamentales que deberían regir en todos los aspectos de nuestras vidas. Desprenden una energía pura y una ilusión contagiosa, y cuidan de nosotros, no abusando como otros gigantes con los precios de las bebidas, dejándonos entrar comida al recinto, devolviendo el dinero sobrante de nuestras pulseras sin coste alguno, sirviendo una oferta gastronómica de calidad, desprovista de modernez y abierta con las intolerancias alimenticias (¡Qué vivan los bocatas de lomo y embutido!, con todos nuestros respetos a los veganos, que también tenían de lo suyo...), protocolo de actuación en caso de peligro, y este año, como novedad (salvo que nos estemos patinando) con un punto solidario de recogida de ropa y productos alimenticios. 

Dicen que el Canela Party es el mejor festival del mundo. Desde estas líneas confirmamos que es el festival de nuestros sueños y que salvo algunas pequeñas cosas que echamos en falta (más sitio dónde sentarse alejado de la zona de restauración, obstáculos en el pavimento, y algunas papeleras más en la zona de escenarios), es uno de los festivales más cómodos que hemos ido (y son unos cuántos, jeje), en el que puedes gozarte todo su cartel, casi lo completamos salvo las últimas actuaciones de cada jornada (ya rondamos los cincuenta, no damos para más), en el que puedes hacer pogo, ir por los aires de la marea humana, beber cerveza a buen precio, conocer a gente y reencontrarte con toda la peña que ha ido de tu ciudad. 

Hagamos un inciso, media València no se quiere perder el gran pitote, eso es así. Nos encontramos con lo más granado de la escena más underground de la ciudad y es que a un valenciano le gusta más la fiesta que a un niño un caramelo. No sé si ellos también se habrán dado cuenta de esa conexión. En las primeras confirmaciones del cartel de su próxima edición hay tres bandas valencianas, y qué bandas, nombres imprescindibles y favoritos como La Plata, Margarita Quebrada (Mikel, su batería, repetirá tras el éxito este año con Mausoleo) y Finale. Ya estamos soñando con sus directos, sobre todo con la locura desatada de Javato de Finale sobre el escenario. 

La única lamentación de nuestro primer Canela Party fue la suspensión del festival durante tres horas a causa del fuerte viento que se desató en el recinto. En Mujeres la cosa se puso muy fea hasta que finalmente cesaron la actuación en una de sus canciones más celebradas “Un sentimiento importante”, no sé, las casualidades y sus sentidos, y es que dejarlo en un corte tan colectivo como ése, fue algo significativo y que casa con su filosofía. Todos somos Canela, nos dicen. Y vaya que sí, como nos cuidaron, como desalojamos, nos perdimos eso sí la fiesta del parking (aquello sí que debió ser lo más fotografiable del festival), y como volvimos cuándo el viento paró. Volver no estaba dentro de nuestras intenciones, nos habíamos bajado a la zona de los apartamentos, habíamos cenado rebozados y el cansancio acechaba en nuestros cuerpos molidos. Algo nos dijo que teníamos que volver a despedirnos, y es que no podíamos perdernos a King Gizzard and The Lizard Ward. El trabajo de la organización desde que paró la música de Mujeres hasta el final de la jornada fue gigantesco, y gracias al buen hacer de su equipo (aquí alabamos a una de nuestras promotoras favoritas, Miel de Moscas) pudieron recolocar hasta cuatro conciertos. Se tuvieron que sacrificar Triángulo de Amor Bizarro, Sofia Kourtesis y Crack Cloud. Ahora vamos a lo que dieron de sí las cuatro jornadas. 

Miércoles 23 de agosto-Una bienvenida en clave femenina 

Destacar que, aunque siempre se puede mejorar en este sentido, el Canela es inclusivo y cumple (no por obligación, si no por convicción) con una digna representación femenina; destacamos en esta primera jornada nuestra primera toma de contacto con el directo de Pinpilinpussies. Cumplieron con creces el encender esa mecha necesaria que necesita un festival; que propuestas como la suya tengan actitud y músculo nos pone y mucho, necesitamos más tándems como el de Ana Barcena y Raquel Pagès. Se nota entre ellas complicidad y sinergia creando piezas tan sólidas como adictivas. En directo, pues todo cobra mucha más fuerza. Era la segunda vez que la veíamos, la primera fue en nuestro querido Truenorayo Fest, dónde ya nos quedamos prendadas de ese fuego interno que tan bien desprenden. Un directo creemos que, sin fisuras, valiente, y con toda la potencia, desgarro y visceralidad. Los primeros pogos a pleno sol y con el calor de duro fondo, hasta el privilegio de que Ane baje a cantarnos a la cara, con todo el mundo a su alrededor, respetando su espacio, que nos dio las primeras imágenes del festival. 

A continuación, otra sorpresa, aunque más reposada, pero sin dejar esa solidez y talento femenino. Repion, el dúo formado por las hermanas Marina y Teresa Iñesta tienen buenas canciones, y mucha presencia encima del escenario. Con Teresa ya flipamos golpeando su batería con Aiko el Grupo, también en nuestro Truenorayo Fest. No conocíamos la propuesta, pero nos dejó con buen sabor de boca, y más, cuándo nos vimos encima del escenario también a Iris Banegas (Lázaro o Bum Motion Club), menudo trío de ases. La trinidad tienen pose y actitud, y nos quedamos con las ganas de pillarle el salto a su cantante en buenas condiciones, pero no vimos todo su set por razones de logística. Tras ese parón, ya fuimos a por la recta final de la jornada.  La propuesta de Rocío Marquez y Bronquio seguro que se disfruta en mejores condiciones en un espacio cerrado, pero la verdad, es que al aire libre tampoco perdieron grandeza en su particular puesta en escena. Una unión entre dos artistas tan dispares como alejados que consigue un empaque tan emotivo como catártico. El flamenco, la electrónica y la lírica de sus composiciones, crean un entorno atmosférico y una experiencia sensorial de altura, que consiguieron que el respetable bajara las revoluciones, y pusiera atención a lo que allí arriba estaba sucediendo, a la magia y el arte. 

Lo de Nilüfer Yanya, ya lo habíamos testado en sala pequeña, es la suerte de tener a programadores de calidad en València, como Cero en Conducta, y espacios como Loco Club. Pero al igual que aquella noche (que empalmamos con M. Ward), esas canciones que tanto nos funcionan en sus discos, cuándo nos la canta en directo, nos deja un poco frías, la perfección y el cuidado a la hora de ejecutar la música, no siempre alcanza la virtud de emocionar, de llegar adentro. Nos volvió a ocurrir, así que, creemos que o le falta rodaje, o actitud, o vete a saber, quizá seamos nosotras (al menos esta vez lanzó alguna sonrisa…). Acabamos la jornada con Panda Bear & Sonic Boom, tan necesarios para levantar el ánimo tras el letargo de Nilüfer. Su directo fue capaz de arreglar nuestros corazones en un momento; ritmo, preciosismo, color, y algo tan atrayente, que hasta nos hizo bailar.

Una primera jornada que era gratuita con invitación y regaló a las familias, a primeras horas de la tarde, un espacio mini Canela, con fiesta de disfraces para los más pequeños, y juegos hinchables. Así se cuida al futuro musical. 

Jueves 24 de agosto-Nuestro mejor día 


Aterrizamos cuándo ya habían empezado Los Yolos (el repuesto de Vulk), el calor seguía haciendo de las suyas, pero nos envalentamos, y nos acercamos a descubrir otra banda, porque si algo tiene el Canela Party, es que se confía en la organización, en su buen gusto, y en su capacidad de sorprender. Somos de mente abierta e insaciables, la verdad. Un directo cargado de humor que nos hizo entrar en materia; en la línea del post punk que tanto impera últimamente. Nos quedamos con “Controlo”, y su cantante sujetando un cigarrillo de liar (u otra sustancia…), dirigiendo su mirada penetrante a cada uno de nosotros. El relevo lo cogieron Pantocrator y su alma pop, con tintes punkies o garajeros en algunos de sus temas. Perfectos para la chavalada que nos toma relevo, y que disfrutaron muy emocionados durante todo el concierto. El punto álgido su fresco y seductor “No te puto pilles”, una clara declaración de intenciones en cuánto al amor se refiere. Pony bravo fueron el cierre de las propuestas nacionales de la jornada, su directo, pues un poco más de lo que no tienen acostumbrados todos estos años. Creo que hacía más de cinco años que no los veía, y podría describir su paso por el Canela igual que el último que los vi (creo que en el Deleste antes de la pandemia). Eso sí, a pesar de todo, siguen siendo interesantes y atrapantes (al igual que olor a hierba durante su concierto, ays, cuanto se echa de menos…). 



Volver a ver a Karate era uno de esos regalos tan bonitos que te tiene guardado un festival como el Canela. Otra banda de los noventa a los que su regreso tras casi veinte años les ha sentado muy bien. Nos quedamos embobadas al presenciar otra vez un lenguaje entre los instrumentos tan interesante, que consigue conjugar elementos como el jazz, emo, hardcore y rock con una tremenda libertad. Estuvieron correctos como en el Primavera y consiguieron que a muchos de nosotros nos cayeran lagrimas de felicidad. Nos gustó mucho la propuesta de la israelita Noga Erez aunque no viéramos toda su actuación (sí otra vez teníamos que ir a descansar…), que según nos ha contado canta tanto a lo personal como a lo político. Se ve que alguien del público levantó alguna bandera de Free Palestina como protesta, y desde aquí, entendemos que alguien por nacer en un país, no tiene que ser igual que sus gobernantes. Algo sencillo de entender pero que se ve que alguien no estaba muy de acuerdo con su actuación por uno de los conflictos más duros y largos de la historia.

A continuación, nos venía toda la mandanga buena, cuatro bandas (sin contar a Joe Unknown que nos perdimos por cansancio extremo) a cada cuál más solvente y acertada, todas ellas de origen británico (resarciéndonos de que ahora por València no pasen tanto bandas inglesas por el Brexit, aunque por suerte, el vacío lo están llenando propuestas muy interesantes procedentes de Australia): Dry Cleaning que ya los pudimos gozar en el Primavera Sound, con esa actitud y atracción fatal que poseen, tanto a nivel instrumental (un bajo perturbador, un ritmo penetrante de batería y una guitarra que se desata de forma gloriosa) como a nivel vocal a cargo de nuestra Diosa Flo Shaw. Nos hicieron saltar y llorar de felicidad. A Black Midi nos lo saltamos, salvo los tres primeros temas dentro de foso, pero la gente salió muy satisfecha de su directo. Lo de Shame fue la mayor canela fina en rama jamás probada. Menuda brutalidad escénica que se gastan estos chicos, muy rollo hooligan sí, pero joder, si quieres un directo arrollador y sin concesiones al respiro, cargado de ese post punk tan de moda, ahí los tienes. Todo un sueño haberlos visto, y cómo no, fotografiado (frustrante fue no coger todos los saltos y volteretas que dio su bajo durante prácticamente todo el concierto, ¿Qué toman estos chicos?). Acabamos con Squid, que no los vimos enteros, pero que nos fliparon, gracias a esa libertad creativa que se gastan, y ese lenguaje instrumental que crea atmósferas tan bonitas. Hazte un favor, si eres de València, no te los pierdas el próximo viernes 22 de septiembre en La Rambleta. Distancia corta, y buen sonido garantizado. 

Viernes 25 de agosto-Una corriente eléctrica muy bien hilada 

En la tercera jornada fuimos tempraneras para disfrutar del directo de Mausoleo. En Alquimia Sonora siempre nos hemos distinguido por apoyar a las bandas locales, y no podíamos dejar de hacerlo en el Canela Party. Tenemos unos principios sólidos, y, además, es que nos parecen uno de los proyectos más interesantes y sólidos de la ciudad. Consiguieron reunir a una buena tanda de público, gran parte de ellos, valientes ante un sol infernal, el resto cobijados en la sombra que formaba el escenario Jarl. Su música es propicia para abstraerse de lo que te rodea y adentrarte en esos ritmos emocionales trazados con contundencia, siguiendo esa línea post-punk con tanto protagonismo en València. Puños y gritos coreando sus canciones al aire, explotando hasta la extenuación en nuestro hit “En el final”. Continuaron Las Ligas Menores, para amenizar al público más joven, al estilo de Pantocrátor el día anterior. Ya sabéis las referencias de los noventa y muy próximos a bandas de su mismo sello como El mató a un policía motorizado. 

Con Sorry y Snail Mail nos llevamos la misma sensación, los discos nos enganchan, pero en directo nos dejaron totalmente indiferentes. Es una pena, que bandas con buenas canciones no muestren actitud encima de un escenario. Todo lo contrario, decimos de Porridge Radio que salió a arrasar con todo; el power femenino está muy bien representado con su propuesta, y es que una chica no pare de lanzar guitarrazos y desgarrarse cantando, nos pone del revés. Nos emociona, nos eriza la piel, nos provoca un sinfín de sentimientos que en todas nuestras vidas seríamos incapaces de describir. También nos encanta verlas jugar entre ellas, y nos conquistó ese choque de manos al final de su intro. Después de ver a Sorry, lo de Dana y los suyos, nos quitó ese sabor amargo que tienen las decepciones. Existen bandas míticas, como The Notwist, a las que quién escribe estas líneas nunca se había acercado. Empezaron con una línea calmada, pero hubo un momento dentro del foso que explosionaron y empezaron a sonar sonidos reconocibles y trazas de estilos que sí has mamado en otras propuestas, y ahí, en ese momento, algo me hizo click. Electrónica, noise, post-punk, Kraut Rock, sí, muchas referencias, pero lo que hay que resaltar de los hermanos Acher y sus compinches es que consiguen emocionar, aunque permanezcan casi estáticos, y que tras la apariencia de que tengan todo tan milimetrado y bajo control, se esconde un halo emocional que prima ante todo lo demás. 

Con Osees lo flipamos, en todos los colores, en todas las formas, en todos los sentidos; esa libertad caótica en las alteraciones, en la forma de marcar los ritmos de las canciones, en esa forma de chillar, nos perdimos en bucle sin fin durante todo su directo. La perdición fue el intentar seguir todos los movimientos del cuerpo de John Dwyer, menudo chaladura de tío, y qué portento de hombre. Comenzamos el último tramo de la jornada con una de nuestras bandas favoritas nacionales, Biznaga, que salieron a matar, y revolucionaron a los presentes sin control. Son robustos musicalmente hablando, y nos encanta dejarnos la voz cantando sus canciones. Tienen principios y se atreven a mostrarlos, sin pudor y con rabia. Más bandas tan sucias y adictivas como Biznaga nos hacen falta en este mundo. El broche de oro lo pusieron Bala, que escupieron la energía necesaria para mantener en pie a la resistencia. Hemos leído que se juntaron para pasarlo bien y hacer mucho ruido, nada mejor podía definir mejor la propuesta de Anxela Baltar y Violeta Mosquera. Un torbellino imparable que se desplegó en el recinto del Canela sin concesiones. 

Sábado 26 de agosto-Después de la tormenta no llegó la calma 

La última jornada la afrontamos con escepticismo ante nuestras pocas fuerzas y cansancio acumulado, pero ahí nos plantamos para disfrutar de esa archiconocida fiesta de disfraces. Entramos al recinto, y el color y la diversión estaba servido, el publico del Canela Party es el más original y particular. Ingenio y ganas de pasarlo bien, no les hace falta más. Dicen que es un festival dónde los músicos van a ver al público, y así es, y en el que los músicos también se disfrazan. ¡Menuda fantasía! Comenzaron Alavedra, una de las propuestas más divertidas y locas del festival. Todo bien, los presentes bien entregados, ellos dándolo todo vestidos de guardias civiles, y bajada de Dani al público para acabar de removerlo todo. Ahí en ese momento vimos a Rubiales, a Jenni y otro beso. Toda esa adrenalina y buen rollo se vino abajo cuándo nos acercamos a ver a Lime Garden. Y hasta aquí podemos leer, disculpadnos. 

Menos mal que luego venían La Paloma y volvieron a levantar el festival. Aunque también es cuándo comenzó el aire. Unas gambas tocando himnos generacionales rodeados de toda clase de personajes (la lista de disfraces sería interminable…). El rock y las guitarras nunca morirán por muchos cenizos se empeñen en proclamarlo una y otra vez en sus redes sociales. “Bravo Murillo” y “Palos”, sus dos super hits, a ritmo de círculos gigantes que acaban en pogos repletos de felicidad. Después vinieron Mujeres que son los reyes del mambo y con ellos siempre todo está bien. Pero, claro, el viento se tornó en peligro, y la buena gente del Canela tuvieron la sensatez de parar su actuación y mandar desalojar el recinto. Tras unas tres horas, el viento amainó, y todos pudimos volver para ver a King Gizzard & The Lizard Wizard, y evitar que la maldición de no poder verlos se volviera a repetir. Nos brindaron la mayor fiesta de nuestras vidas, y la felicidad absoluta en el foso, comparable a lo que sentimos cuándo vimos a The Flaming Lips. Generosos a más no poder, y teniendo que reducir set, se entregaron con máxima felicidad y con un buen rollo impresionante. Después aún vimos a Carpenter Brut y Cave In, pero nuestro mejor colofón fue el de su actuación. Grabada en nusetras retinas se queda para siempre.

Galería Fotográfica-Fotos: María Carbonell

















Publicar un comentario

0 Comentarios