[Crónica] Terral arrasa con su vendaval de rock en la Sala Víbora (17/05/2025)

 


En una noche cargada de electricidad, sudor y verdad, el grupo malagueño Terral demostró el sábado 17 de mayo en la Sala Víbora -a la que se le nota que han ido haciendo mejoras- por qué su nombre no solo remite a ese viento seco y abrasador que sacude Málaga, sino también a una forma de entender el rock: caliente, contundente y sin concesiones.

Antes que ellos, Virginias abrieron con su propuesta que se caracteriza por su estilo musical que fusiona el post-punk con el pop-rock y el indie, destacando por su energía y actitud en el escenario. 


El cuarteto formado por Sergi Méndez (voz y guitarra), Fran Malpica (teclados), Adri “Indio” (bajo) y Manu Fernández (batería) ofreció un concierto directo al pecho, de esos que no dan respiro ni espacio para la indiferencia. Desde los primeros compases quedó claro que lo suyo es el guitarreo sin complejos, pero también la emoción y el detalle. La voz áspera y cargada de personalidad de Sergi hilvanó un repertorio que fue creciendo en intensidad hasta alcanzar momentos memorables.

Su último disco "El club de los perseguidos infames" salió en 2023, pero aún tiene cosas que decir y a eso precisamente vinieron, tras diez años de banda sobre los escenarios. Abrieron con “Hijos del destierro”, dejando claro que su propuesta tiene algo de épica callejera, de relato de supervivencia. Le siguieron temas como “Cuando amanezca”, “Espinas” y “Llévame”, donde se pudo apreciar el trabajo fino de teclados de Fran y una base rítmica firme como el suelo que pisa.


Uno de los momentos más celebrados de la noche fue su interpretación de “Baila”, que se fundió con la ya mítica “Toro” de El Columpio Asesino, en un guiño tan natural como eficaz. La mezcla encendió al público, que coreó cada palabra como si fuera propia. También hubo espacio para las referencias, como el homenaje a Gata Cattana, cargado de fuerza y respeto, y un guiño a AC/DC que desató ovaciones, recordando que Terral no olvida de dónde viene su veneno.


Pero si hubo una joya emotiva en la noche, fue “Nana Rara”, una pieza íntima que Sergi presentó como un regalo para una recién nacida. Un respiro tierno en medio de la tormenta de decibelios. Y como buen vendaval, Terral se despidió por todo lo alto con “El Club”, tema que sirvió para presentar a la banda y dejar al público en pie, aplaudiendo y pidiendo más.


En definitiva, Terral ofreció un concierto con mucha verdad. Una descarga sincera, salvaje y con ese punto de ternura que convierte a las buenas bandas en necesarias. Si el terral agita el aire, Terral agita el alma. Y eso no se enseña, se lleva dentro. Por otros diez años más, y que nosotros les veamos.


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