Aunque los despistados que se pasaran por la sala, algunos
entre casual y dubitativamente, pensaran que iban a ver en directo “al de
Duncan Dhu” y a escuchar varias canciones de uno de los grupos que acompañó su
(nuestra) juventud, y no es por ponernos melancólicos, la cosa era mucho más
seria: este señor tiene ya un repertorio más que respetable, ha grabado un
disco nada fácil de digerir (’24 golpes’) y se ha subido al vagón de los
trabajadores independientes, y no me refiero al hecho de que grabe para una
discográfica “menor” ni sus presupuestos sean más limitados, sino a que desde
hace tiempo viene demostrando que su ritmo creativo y, sobre todo, sus
directos, lo retratan como un compositor sobradamente preparado para mantenerse
dignamente al margen de la autopista de la comercialidad. Y eso que canciones
tiene, y de sobra, para sonar en cualquier sitio y de paso añadir prestigio a
las temidas listas de éxitos.
Muchos no entendemos por qué un letrista de su nivel sigue
recurriendo a plumas cercanas para completar su música, pero siempre es un
placer encontrarse con la inspiración de José Ignacio Lapido en un tema como ‘(Así son) las reglas del juego’, cuya delicadeza Mikel decide vestir de distorsión
al final, con la complicidad de unas disminuidas Malas Influencias, la banda
que lo acompañó al completo en la gira anterior y que ahora se reencarna
únicamente –y no necesita más- en el bajo Hoffner de Miguel Artieda y en la
batería Tama de Rufo Urbina, dos escuderos de lujo para un “jefe” (sí, a veces
hasta suena “springsteeniano”) que no disimula su devoción por la escena
alternativa norteamericana al arañar esos guitarrazos a lo Yo La Tengo que
sorprenden y estimulan a un público que a mitad de concierto ya parece
mentalizado de que esto es algo muy diferente al pop de toda la vida. Es en este
tramo cuando le busca otro ángulo a uno de sus temas más conocidos, ‘A un minuto de ti’, hasta que lo lleva a terrenos dylanianos enlazándolo con el
estribillo de ‘Knockin on heaven’s door’, otra referencia a sus músicos de
cabecera; y en ‘Cartas de amor’ tampoco se olvida de su faceta de rockero a la
más antigua usanza y hace que el ‘Whola lotta love’ de los Led Zeppelin aparezca
ahí en medio, fusionándose a la perfección con una letra no tan alejada de la
de Robert Plant y desabrochando definitivamente los botones de su elegantísimo
chaleco. Fácil, muy fácil parece hacerlo, y aún más fácil es que los demás lo
disfrutemos. Y más si toca uno de los temas menos conocidos de su anterior banda, 'Un punto más'.
Claro que aquí estaba para presentarnos sus nuevas
canciones, que también ha editado en vinilo y a las que les ha dado un toque
más personal e íntimo que nunca. Pero que no se engañe nadie, que este es un
disco de rock and roll. Ampuloso y a veces introspectivo, pero rock al fin y al
cabo. Y así lo demuestran, aparte del tema que le da título y que abre
habitualmente el concierto, otras canciones que dentro de poco serán coreadas
sin problemas por los que aún no se han atrevido a descubrirlas: ‘Ropa vacía’, ‘Srta.
Soledad’, ‘Penumbra’ y las postergadas a los bises ‘Veneno’ (reducida a
guitarra y voz) y ‘Si te vas’, mucho más eléctrica y situada como base de la
segunda y ascendente parte de la actuación. Lástima que después de esta sólo se
guardara dos balas en la recámara, ya disparadas al blanco de la nostalgia: ‘Esperaré a que se esconda el sol’ (de verdad, ¿cuántos de los asistentes se la
esperaban?), uno de los mejores temas de su debut discográfico allá por 1986 y
que hicieron grandes a Duncan Dhu y, para cerrar capítulo, una en principio no
prevista ‘Palabras sin nombre’, que sonó milagrosamente musculosa y perfecta en
la culminación de un recorrido algo corto pero ajustado a una carrera de fondo
y forma más que interesantes.
Quizás un disco ninguneado en su momento como fue ‘El corredor de la suerte’ merecería más presencia, pues de él sólo rescata ‘Placebo’,
aparte de la ya citada ‘Cartas de amor’, y si nos remontamos a su trabajo de
2003, ‘Ciudades de paso’, casi ni nos acordábamos de la brillantez de ‘Mañana’.
En cambio, sí que se agradecen las nuevas versiones de ‘Quién se acuerda de ti’
o ‘A pleno sol’ o el cariño con que revisa uno de sus cancioneros más eléctricos
en la energía power-pop de ‘Observatorio’ y el trote new-wave en ‘De espaldas a mí’. Toques británicos para un núcleo de canciones comprometidas y sinceras,
bien armadas y sabiamente adaptadas al formato que ahora, tras la etapa
acústica, vuelve a pegarse al corazón de los que seguimos estando pendientes de
sus pasos.
De la actitud de Mikel en el post-concierto, con varias
personas guardando cola para saludarlo y conseguir las correspondientes fotos y
autógrafos ante su negativa inicial, mejor me ahorro los comentarios. Ser una
estrella del pop, y él lo es aunque no lo parezca, no te da ningún derecho a
ser amable sólo cuando tú quieres. Y seguro que algunos de los que finalmente
consiguieron la preciada imagen, a regañadientes de su ídolo, no están de
acuerdo con este comentario, pero creedme que me trae sin cuidado. Puede que
nosotros, que aparte de hablar de las excelencias de su música también tenemos
que hacerlo de su ingratitud y frialdad (y mejor no establecemos comparaciones
con otra gente que ha tocado en esta misma sala), no seamos tan objetivos, pero
esto de ir a un concierto también a trabajar tiene estas cosas, que te hace ser
más observador de la cuenta. Esto no debe empañar ni ser obstáculo alguno para
que hayamos visto en directo a un gran artista, que conste. Sólo te molesta
tener que hacerte algunas incómodas preguntas: ¿en serio, Mikel, necesitas a
estas alturas que alguien dude de tu valía personal?
Set-list:
1.
24 golpes
2.
Observatorio
3.
De espaldas a mí
4.
A pleno sol
5.
Mañana
6.
Quién se acuerda de ti
7.
Ropa vacía
8.
Srta. Soledad
9.
Penumbra
10.
Un punto más
11.
Placebo
12.
(Así son) Las reglas del juego
13.
A un minuto de ti
14.
Cartas de amor
Bises:
15. Veneno
16. Si te vas
17. Esperaré a que se esconda el sol
18. Palabras sin nombre
Más info:
Texto: JJ STONE
Fotografías: RAISA McCARTNEY
1 Comentarios
Es increible que un tio que ha escrito la letra de Desfile o Samurai haya estado contando tantos años con un letrista tan del montón como JM Cormán. A ver si desde este disco empieza a cuidar más esos detalles y no se rodea de don nadies.
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