27/04/2012. Madrid.
- Padre, vengo a confesarme porque he pecado.
- Hija, no será para tanto…
- Si padre, si lo es
- Pero qué ha sido de palabra, obra o pensamiento.
- Uy, de todo un poco
- ¿Qué has hecho?
- He ido al concierto de Il Divo.
- Pues me cante usted dos Hallelujah de Cohen y quizás alguien le perdone…
¡Ay! Y si solo fuera esta vez... pero están ustedes ante una reincidente convencida, una pecadora redomada, una divalcolica anónima en toda regla.
La velada en el Palacio de los Deportes empezó fuertecito, la primera del repertorio se quedó en el último disco del cuarteto, Te amaré, la versión española del exitazo de Moulin Rouge. En las primeras notas ya se vio el percal. Un público entregado, mayoritariamente femenino y un claro ganador en los vítores y gritos de ánimo, el barítono español Carlos Marín. Justificaremos doblemente este hecho, en primer lugar por “jugar en casa” y en segundo término por ser una de las voces líricas y del musical más importantes e inexplicablemente menos reconocidas del panorama nacional.
Por desgracia ni la impresionante orquesta (me río yo de la crisis), ni las voces de los protagonistas pudo impedir el retorno de lo que coloquialmente conocemos como “Palacio de los rebotes” que fue a trancas y barrancas durante la primera parte del show luchando contra el retorno y la saturación de sonido, hecho que no importó a las féminas que se reunieron con o sin maridos obligados en el auditorio. Un aforo con una media de edad bastante significativa que eleva el fenómeno fan a cotas insospechadas, pero sobre todo adecuado para las carteras más pudientes. Pocas jovencitas se dejaron seducir por los encantos de David Miller, Urs Bühler, Sebastien Izambard y el antes citado Carlos Marín, pero fueron sustituidas por un nutrido grupo de viajeras internacionales venidas de Inglaterra, Francia y un largo etc. que copaban la zona más VIP y exclusiva del recito.
David casi “mete la pata” durante la interpretación de My Way, al final del primer acto. Un traspiés en plena bajada de escaleras que por poco acaba con el americano por tierra, por suerte se repuso e inició una interesante retahíla de chascarrillos sobre lo acontecido desmejorando un poco a nivel vocal pero haciendo que acabase un poco el tedio de las perfectas interpretaciones con una sobriedad demasiado meditada.
Y por hablar de planificación nos preguntamos desde nuestra butaca de quién fue la idea de hacerles leer en un telepronter cual presentadores de telediario los diálogos de la gala perdiendo espontaneidad, simpatía e ingenio. Esperamos que el director del show se de cuenta de lo raro y surrealista de forzar una reacción ante la lengua del país invitado. En mi experiencia, en todos los conciertos anteriores entre le chapurreo y el inglés nos entendíamos todos mucho mejor. Anecdótico que en este empeño de aclimatación se olvidaran de grabar la voz para informar en el entreacto sonando en un perfecto inglés.
Si al principio amenazaron con una noche llena de emociones y sorpresas, la verdad es que no fue del todo cierto. Tras ocho años siguiendo a la banda poco ha evolucionado en presentaciones, bromas y comentarios, han incorporado temas y dejado lo más refinado de los primeros discos y las sorpresas y novedades nunca han sido uno de los platos fuertes. En cambio ofrecen sobriedad, interpretación vocal y mucha música en directo y no los pregrabados a los que, por desgracia, no estamos acostumbrandos. Debo reconocer que el fenómeno masivo no ayuda a que se realicen conciertos adecuados a las expectativas de un fan del género (o mezcla de ellos porque como mencionaron en más de una ocasión s mueven en la delgada línea de lo lírico, lo pop y lo teatro musical sintiéndose muy cómodos con todos ellos).
No perdamos los estribos, muchos lectores se llevarán las manos a la cabeza ante las versiones de estos chicos. Sin ánimo de ofender a fans y detractores hay que reconocer que Il Divo no engaña a nadie, hacen versiones - ¿acaso alguna versión mejoró a original?- y las hacen con mimo, con buenas voces y venden presencia, glamour y caché. Trajes caros, diseños impolutos, tres cambios de vestuario cual divas de la canción, final con chaqué incluido y algún expediente X como los guantes de piel de Urs dan una imagen de lo que es Il Divo y a quién le guste que lo compre, no en vano han vendido 26 millones de discos, quien no… bueno, ¿Por qué has leído hasta aquí?
El concierto de Madrid ha demostrado que Il Divo tiene cuerda para rato, buenas voces, buena presencia y una legión de seguidoras que llenaron el local –sin importar el precio de la butaca- y que posiblemente habrían preferido un show más íntimo y recogido, con una acústica en condiciones… pero con las salas que hay en España es lo que hay. A juzgar por el resultado final nadie se aburrió, muchas standing ovations en los momentos más nostálgico s y aplausos desmedidos en lo que podríamos considerar clásicos de la banda.
El track list de la velada, idéntico e inamovible en todos los shows de Il Divo fue:
Acto 1:
Come what may
Dove l’amore
Adagio
Nella Fantasia
Si tu me amas
Don’t cry for me Argentina
Everytime I look at you
Passera
Unchained Melody (Senza catene)
My Way
Acto 2:
Senza parole
Melancolía
La vida sin amor
Mama
Hallelujah
Llorando
Ven a mí
Pour que tu m’aimes encore
Somewhere
Time to say Goodbye
- Bueno hija mía, entonces ¿Te arrepientes de todos tus pecados?
- Pues mire usted, creo que no. Y si lo pienso bien volvería a caer en la tentación.
El baritono español Carlos Marín
El tenor americano David Miller.
Sebastien Izambard, cantante francés.
Y desde Suiza el otro tenor, Urs Bühler
0 Comentarios
¡Comparte tu opinión!
Esperamos tu comentario