Película: Marley
Director: Kevin Macdonald
Proyección: Golem
Afluencia: 28 personas
Valoración: 6
 
Este documental, que pretende ser una biografía autorizada de Bob Marley dura dos horas y media. Y se ve que no va a hacer sangre pues aparecen su madre, Rita Marley, compañeros de The Wailers o The I-Three, alguno de sus hijos e incluso una hermana de padre. Kevin Macdonald, nieto por parte de la segunda esposa de Emeric Pressburger al que debemos junto a Michael Powell esas maravillas como "Las zapatillas rojas", "Narciso negro" o "Cuentos de Hoffman", y del que conocemos "El último rey de Escocia" empezó en el mundo del documental y ganó el oscar en esa categoría por "Un día de septiembre" en que se centra en el atentado a los atletas israelíes en las Olimpiadas de Munich 1972. Este nuevo trabajo vino precedido por haber pasado previamente el encargo por las manos de gente más experimentada en el documental musical como Scorsese, Demme o Wenders.

No falta material para conocer más a este icono de la cultura y lo hace de manera cronológica desde su nacimiento hijo de un inglés y de una jamaicana de los suburbios hasta su muerte pasando por su marginalidad (no era aceptado ni por blancos ni por negros), sus comienzos, su relación con los rastafari, la aparición del reggae gracias a las variaciones en la guitarra y su éxito (se menciona que los negros de Estados Unidos no le valoraban y que en África se le veía más como un símbolo que por la importancia de su música). Recurre a testimonios de gente y a imágenes televisivas. Incluso utiliza en ocasiones la voz en off y el fundido en negro.

Hay momentos emocionantes como el concierto en que reune a los dos principales líderes políticos de Jamaica, envueltos en una larvada guerra civil y levanta sus brazos. Y eso tras un atentado que sufrió el cantante y sus grupos. O cuando aparece una hermana de padre que menciona que él dejo atrás a los Marley ingleses. También recuerdo el momento en que se dice que no hizo testamento pues a él el dinero no le importaba y deseaba ser querido por él mismo. Sin embargo echo en falta (quizás es el precio a pagar por estar presentes familiares) el que sea más critico con su figura y con la veneración que profesan a Haile Selassie, la imagen en que se miraban los rastafaris. Aunque la música se oye continuamente hubiera sido interesante que se hubiera detenido en alguna canción y la hubiésemos podido oir íntegra para poder valorar su legado. A pesar de la abundante documentación da la impresión de quedarse en la superficie, a pesar de esos momentos puntuales emotivos.

De todas las maneras es un trabajo que sirve para valorar su figura y su relación con la segunda mitad del siglo XX.