La tarde noche que abrió esta edición del cada vez más multitudinario Arenal Sound, que tiene como mayor atractivo su extraordinario enclave junto al mar, los chiringuitos que nunca cierran y el camping mejor organizado de cuantos hemos visitado hasta la fecha (los asiduos a este tipo de eventos, entre los que no nos contamos, podrán corregirme si es menester),
se tornó más y más interesante a medida que la distancia física aminoraba la impaciencia y los deseos de plantarnos a las puertas de acceso a los cuatro escenarios, tres de los cuales permanecerían a oscuras hasta el comienzo de la fiesta oficial. Para nosotros, no obstante, este
era el pistoletazo de salida, y aunque estas líneas sólo pretendían servir de introducción a los detalles que intentaremos dar en fechas venideras, no podíamos dejar de incidir en
ciertos apuntes, aparte de los meramente musicales que vendrán después, que ejemplifican todas las grandezas y las miserias –si hay más de unas que de las otras, decídalo la voz de la experiencia-
de una masiva concentración humana de estas características, que
espera superar contra viento y marea las previsiones más optimistas dando cobijo a 50.000 sounders (ya hay términos para todo) a lo largo de la semana,
más de la mitad de los cuales dejaron ya constancia de su presencia en la primera de las citadas fiestas, a las que aún no sabemos por qué siguen restando importancia y reseñas, y si no que nos lo expliquen a los que nos encontramos la zona de prensa cerrada a cal y canto con las inexistentes explicaciones de costumbre. Pero de esa y otras cuestiones paralelas habrá tiempo de hablar, o mejor dicho, de escribir.
Centrémonos en lo importante, y eso, afortunadamente, sigue siendo la música. Dar cabida en la sesión vespertina a
bandas tan interesantes como Helsinki o The Casters es un intento loable por atraer a las primeras hordas de público, más despistado que apasionado en esta primera toma de contacto, aunque
el pop desenfadado y el look playero de los murcianos Varry Brava, cuya versión de sus amigos de Vigo, como ellos mismos gustan de presentarla, la inmortal ‘Fiesta de los maniquíes',
sirvió como mecha para que posteriormente The Right Ons volvieran a liarla en el, para nosotros, mejor concierto del día. Funk, rock sureño, unas rodajitas de soul y mucha intensidad y sudor a flor de piel en las nuevas canciones de unos madrileños (si no habeis escuchado su tercer álbum,
‘Get out’, es que os estais perdiendo algo importante, y si veis el vídeo de abajo, sabréis que si no los habeis visto en directo, también) que han recorrido escenarios de medio mundo pese a su juventud, y nos hablaron de ello en una entrevista que próximamente compartiremos.
Después, el escenario Coca Cola recibió a la avalancha, nunca mejor dicho, de seguidores de Dorian, que aún pusieron el listón más alto para que en próximas ediciones esto de los guateques de acogida, por llamarlo de otra manera, se escriba definitivamente con letras mucho más gruesas.
Ellos (el grupo, no la gente)
casi cerraron una noche de agradables sorpresas donde el pop fue el protagonista casi absoluto, para que Meneo y Eme DJ descorrieran las cortinas del alba y dejaran a los pies del mar a los rezagados (o madrugadores, según se mire) que aún querían adelantar el comienzo del festival.
Antes de nuestra retirada, previo vistazo a los nombres que nos aguardan a partir de hoy,
la eterna constatación de algo que no por esperado deja de ser lamentable: los encargados de los diferentes accesos al recinto, llámense agentes de seguridad, personal contratado o simplemente organización,
continúan viviendo en su propio planeta, ajenos a cualquier intento de diálogo o conato de respuesta coherente. El
“búscate la vida” cobra aquí más sentido que nunca, porque a ellos sólo les pagan por competir en antipatía y restricciones, o dicho de forma más leve e inteligible, por ser cada año más ignorantes. Y ello es extensible a la empresa encargada del transporte al recinto, para la que parece mucho más fácil entregar una camiseta roja, una gorra y un mazo de papeles inservibles a un puñado de ídems que ni siquiera conocían el recorrido del autobús que había de dejarnos en nuestro destino. La basura que nos rodeará estos días (la de la foto es sólo un mero ejemplo) tiene diversos tamaños y formas, en ocasiones próximas a la fisonomía humana. Afortunadamente, la música y nuestra pasión por hablaros de ella está por encima de todo y de todos, así que obviemos lo accesorio y disfrutemos sin más. Espero que los que leais esto, si teneis la paciencia suficiente, hagáis exactamente lo mismo.
¡Bienvenidos al Arenal Sound 2012!
 - Playa del Arenal. Burriana, 31.07.12){kind=link}
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