Ayer fue un dĆa de esos de mierda. Huyendo de la mala suerte, que la lluvia parecĆa haber traĆdo desde la atmósfera para pegĆ”rtela a las suelas, cebĆ”ndose entre los charcos, me metĆ en el concierto protagonizado por Polock y La Habitación Roja, organizado en la sala Noise de Valencia como fiesta de bienvenida al nuevo aƱo universitario (y que serĆ” completada por otros dos dĆas de directos: el de Bongo Botrako y Aspecant hoy mismo, viernes 26, y el de The New Raemon y Mishima el próximo miĆ©rcoles 31 de octubre, tambiĆ©n en la Noise).
Tanto Polock como La Habitación Roja son parte ilustre y reconocida del indie valenciano (es mĆ”s, son dos de sus puntales), sĆ, pero en su acepción mĆ”s mainstream, al igual que Love Of Lesbian o Vetusta Morla ocupan tamaƱa posición, seguramente muy beneficiosa, en el terreno nacional. Son esos grupos que, sin ser malos, ni mucho menos, son utilizados por aquĆ©llos (como Murakami o Saramago en la literatura, o Leolo en el cine) que, sin saber mĆ”s allĆ” de dos o tres nombres, pretenden ir de diferentes o de conocedores como forma de delatar, cual escudo recurrente y arma arrojadiza, la ignorancia supuestamente negligente del pĆŗblico mayoritario, aquĆ©l que se queda boquiabierto al ver cómo Melendi o MalĆŗ forman equipos pazguatos de futuros cantantes artistazos del programa de MarĆa Teresa Campos. Pero no, Polock y La Habitación Roja no son minoritarios (es mĆ”s, me he tomado el esfuerzo de buscar el nĆŗmero de fans que tienen en Facebook y se cuentan por decenas de miles), prueba de ello es el tremendo llenazo de la sala (todo un estadio cubierto de fĆŗtbol para aspirantes a gafapastas -ey, no hay nada malo, yo mismo me temo que podrĆa serlo, salvo que los ultracuerpos opinen lo contrario- del mundo universitario) y las engoladas presentaciones que una voz (repetimos, del Ć”mbito universitario: no nos engaƱemos, la Universidad es sólo otra asociación, otra mĆ”s, que ha hecho de la manipulación y el engaƱo, a travĆ©s de un buenismo de repelente niƱo Vicente, parte de su razón de ser) repetĆa, como un mantra con el que se intentara convencer a si misma, calificando a Polock del grupo indie mĆ”s importante del momento, y a La Habitación Roja del grupo valenciano mĆ”s influyente. En definitiva, indie de multinacional (estos ricos... nos la han vuelto a colar, que tienen salidas para todo, incluso para su crisis económica, mencionada un par de veces durante el show por Jorge MartĆ, de La Habitación Roja), promocionado por todos los estamentos periodĆsticos oficiales y la infumable adaptación espaƱola de la revista Rolling Stone. Y es que cuando, entre los dos conciertos, sale todo un equipo humano encargado de montar y desmontar, de probar instrumentos y demĆ”s, se entienden muchas cosas (cuando el rĆo suena...): estamos en el refugio de una comodidad tĆpicamente burguesa. Pero eso, que en verdad no tiene nada malo de per se (todo el mundo tiene derecho a ganarse y garantizarse una vida lo mejor posible), entrarĆa Ćŗnicamente dentro del siempre discutible terreno de la actitud si musicalmente hubiera sido otra historia, una historia en la que, despuĆ©s de ese dĆa de mierda, y tras sólo unos acordes, hubiĆ©ramos entrado en otro mundo y la noche se hubiera vuelto a encender.
MĆ”s o menos agotado por el concierto de Polock, esperaba que todo mejorara con La Habitación Roja. Al fin y al cabo, por mucho que les haya podido discutir su verdadero cariz en los pĆ”rrafos anteriores, es innegable que son autores de algunos grandes y maravillosos himnos del pop-rock espaƱol, como Cajas tristes, la hermosĆsima Eurovisión, Van a por nosotros, La edad de oro, El eje del mal, Febrero, Voy a hacerte recordar o La noche se vuelve a encender (estas tres Ćŗltimas incluidas en el que, a juicio personal, es su mejor trabajo, Universal). Y sĆ, prĆ”cticamente todas esas canciones estuvieron presentes: el concierto era mĆ”s un recopilatorio de grandes Ć©xitos que la presentación de su Ćŗltimo disco, Fue elĆ©ctrico (como debe ser, aƱado, en una banda que tiene tal carrerón de larga duración detrĆ”s), tambiĆ©n tĆtulo de su gira nacional. Pero la mĆŗsica no impregnaba mĆ”s allĆ” del que se dejaba impregnar, del que ya llegaba convencido (convencer a los autoconvencidos, como habitualmente se le suele llamar) de que iba a ser el placer mĆ”ximo de la jornada. Jorge MartĆ levantaba su brazo, cual mezcla entre telepredicador e hincha de fĆŗtbol escocĆ©s, y el pĆŗblico inmediatamente bramaba, mientras el bajista, Marc Greenwood, un, fĆsicamente, Tom Petty joven de gesto aparentemente imperturbable, tocaba poniendo su instrumento musical sobre la espalda, pero para mi, profano en la materĆa, todo aquĆ©llo resultaba un código todavĆa mĆ”s desconocido que el de Michael Haneke. Me sentĆa, entre tanta gente, como si entre la mĆŗsica y yo mismo hubiera un muro de hormigón comunicativo inexpugnable. QuizĆ”s fuera, claro, el dĆa de mierda que llevaba, aunque no lo creo: incluso ante el peor de los mantecados del dĆa a dĆa, los buenos mĆŗsicos endulzan la atmósfera de alrededor, sublevan tu razón y organizan la rebelión de la maƱana siguiente. Como ya habrĆ” adivinado el querido lector, ayer no fue el caso: mĆ”s de dos horas de concierto, y la noche nunca se encendió.
Ah, el concierto era benĆ©fico, en pro de Pobresa Zero, o al menos eso parecĆa previamente. Nadie mĆ”s volvió a decir nada. Cruel indicativo, de un tipo de mĆŗsica... y de todo un devenir social.
Polock
La Habitación Roja
Polock - Night Shot
La Habitación Roja - Van a por nosotros
La Habitación Roja - El eje del mal
MƔs info:
Próximos conciertos de La Habitación Roja
26-10- 12 Valladolid - Teatro Cervantes
27 -10-12 AvilĆ©s – Centro Cultural Niemeyer
27 -10-12 AvilĆ©s – Centro Cultural Niemeyer
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