Joe Petraski y Los Carniceros del Tango – Sala Matisse. Valencia 05-12-12

Joe Petraski y Los Carniceros del Tango – Sala Matisse. Valencia 05-12-12

Arriesgarse y conceptualizar una nueva forma de expresar el tango lejos de Argentina (y Uruguay, por extensión) es lo que Joe Petraski y Los Carniceros del Tango llevaron a la Sala Matisse de Valencia en una noche de cadencias rítmicas 2x4 y arañazos poco sutiles en el alma. En formato sexteto, Diego “El Gato” Marlatto (contrabajo), Joan Herrero (guitarra), Javi Coca (voz), Néstor Zarzoso (piano), Jesús Jiménez (violín) y Víctor Peris (clarinete) nos invitaron a viajar a más de 10.000km de distancia y a despojarnos de todo “indiesmo”, “popismo”, "folkismo" o cualquier insoportable “-ismo” musical para poder sentir una pequeña parte de la supremacía tanguera.

Una formación castellonense en la que “El Gato”, el único argentino de la orquesta (y en esta ocasión lesionado) se volcó confiando en un proyecto que quizás en estas latitudes pueda resultar complicado de mover. Y para ello se rodea de músicos que han tenido contacto directo con aquel nuevo tango que Astor Piazzolla popularizó a medio camino entre la tradición, el jazz, y la innovación. Con esa mirada contemporánea y basada mucho en la sonoridad que el bandoneonista del Mar de la Plata nos dejó, Joe Petraski y Los Carniceros del Tango desplegaron su repertorio de melancolías en otoños, despedidas y letras descarnadas. ¿La pena? Que muchos de los asistentes no se animaran finalmente a llenar una pista de baile que minutos antes de comenzar el espectáculo se relamía por los altos tacones y los pasos aprendidos...

Un repertorio en el que combinaron los temas instrumentales como "La Mariposa" (Osvaldo Pugliese), "La Borodona" o "Milonga bruta" con los que conquistaba un Javi Coca con look Calamaro (gafas de Sol y patillas) como "Por una cabeza", "Naranjo en Flor", "Cuesta abajo" o "Balada para un loco", una de las más emocionales y sangrantes composiciones de Piazzolla y Ferrer. Es cierto que esperábamos más temas instrumentales de Piazzolla, los que más hemos desgastado a base del repeat de nuestros reproductores, pero no por ello el clasicismo en la selección de temas empañaría un show que desde que comenzó con "Los mareados" consiguió uno de esos silencios largos y eternos.

Porque aunque parecía que gran parte de los asistentes llegaron preparados para marcarse algún que otro tango, milonga o vals, esas ánsias a lo "Mira quién baila" quedaron enmudecidas en los primeros compases mano a mano clarinete y violín. Desde ese mismo momento el respeto, que en ocasiones incluso puede resultar incómodo, se apoderó de la sala. Un respeto que no solo llega desde un tango mayúsculo al que profesar devoción, sino de lo que desde el escenario se desprendía. Como parte importante del show, "El Gato" iba desentrañando algunas de las peculiaridades de cada tema, aunque como pudimos comprobar, algún sector del público llegaba con la lección más que aprendida.

Pero si hay algo que destacaríamos es la sensibilidad con la que la banda abordó cada tema. Porque el virtuosismo está bien en términos de un Yo-Yo Ma, pero hay algo que trasciende a partituras y lecturas, y es la punzada que solo se consigue tras interiorizar y, como en el caso del sexteto, sentir cada compás y cada giro orquestal. Y eso, no nos equivoquemos, es lo que hace que un “Naranjo en flor” (Virgilio y Homero Expósito) consiga erizar latidos, alborotar memorias y destripar lágrimas. Quizás también las nuestras.

…Y debemos reconocer que aunque intentamos ser objetivos, el aire porteño de una fría noche valenciana en la Sala Matisse, nos devolvió flashes de paseos desde Rivadavia a San Telmo… y con eso, alquimistas, no hay quien pueda… palabra. Os dejamos con la versión de un "Cambalache" reivindicativo y peleón salido de las propias partituras de Enrique Santos Discépolo... "Mezclao con Stravinsky va Don Bosco y "La Mignon", Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín..."