Hoy se cumplen 40 años de la publicación de un disco que supuso el comienzo de la impresionante carrera discográfica de un músico irrepetible, eterno, Bruce Frederick Joseph Springsteen, ese chico de Nueva Jersey cuyas canciones conectan de manera brutal con la realidad y nos recuerda en cada una de ellas que existe la posibilidad de construir algo mejor.
El álbum se público el 5 de enero de 1973 y, a pesar de las excelentes críticas pasó prácticamente desapercibido. Greetings from Asbury Park apenas vendió en el año de su publicación veinte mil copias.
La portada evoca los orígenes del artista en la costa de Nueva Jersey, la playa de Asbury Park, su paseo marítimo y las atracciones de verano llenas de turistas; es un disco repleto de fantasías de juventud, personajes callejeros, aventuras y amores adolescentes en la playa. Los inicios del artista fueron muy duros, Springsteen ejercía de telonero de otros grupos en numerosos clubes y universidades. Abrió conciertos de artistas tan variopintos como Odin, Sha Na Na, Crazy Horse, The Persuasions..., su vida era mera subsistencia, él y su banda dormían en furgoneta durante las giras, viajando de ciudad en ciudad, la vida de vagabundos que en ocasiones describía en sus canciones no era una fantasía, era su rutina diaria, pero estaba determinado a vivir de y para su música y ninguna otra posibilidad entraba en su mente, vagabundos como él nacieron para correr.
En Mayo del ´72 llegó la gran oportunidad, su mánager Mikel Appel le consiguió una audición con el cazatalentos John Henry Hammond.
El productor musical de la CBS contaba entre sus fichajes artistas que formarían parte de las figuras más importantes de la música popular del S.XX: Count Basie, Billie Holiday, Leonard Cohen, Aretha Franklin, Bob Dylan..., y allí se presentó Springsteen, llegó a las imponentes oficinas de Columbia en autobús y con una guitarra sin funda que le habían prestado, tenía 22 años.
Hammond les concedió 15 minutos y Appel no perdió ni un segundo: “Eres el tipo que descubrió a Dylan, ¿verdad? Bien, queremos saber si eso fue suerte o realmente tienes oído.” En ese ambiente tenso creado por la soberbia del manager Springsteen comenzó a tocar Saint in The City...y el tiempo se paró.
Las cosas no cambiaron mucho cuando el disco se publicó, su caché era muy bajo y sobrevivían gracias a algunos clubes que les contrataban con asiduidad para varios conciertos. Eran clubes como el Paul´s Mall de Boston, donde los panfletos publicitarios le anunciaban como Rick Springsteen.
Meses más tarde Springsteen tuvo ocasión de conocer a dos de sus ídolos, Chuck Berry y Jerry Lee Lewis actuando como telonero de los dos rockeros en la Universidad de Maryland. Springsteen se enteró de que Chuck Berry nunca llevaba músicos y necesitaba una banda, sin dudarlo se ofreció voluntario y esa noche tocó junto a Chuck Berry grandes clásicos del rock n roll como Sweet Little Sixteen, Johnny B.Goode o Maybelline.
Poco a poco la atención sobre Springsteen y su banda fue creciendo hasta el punto que de vuelta a los clubes donde antes conseguían reunir a su base de fieles, ahora ya no cabía un alma en cada concierto.
La fama mundial sin embargo no llegaría hasta la publicación del disco más importante de la carrera de Springsteen, Born to Run, sin el cual hoy nadie conocería al artista y como él ha reconocido, probablemente estaría conduciendo camiones por interminables autopistas norteamericanas o sería un artista más que malviviría tocando en pequeños clubes de Nueva Jersey.
Hoy, Greetings from Asbury Park cumple 40 años y se ha convertido en un clásico, música para la eternidad, forma parte de esos discos que siguen ocupando una lugar privilegiado en la estantería y que muy de vez en cuando les echamos mano, porque a pesar de la gran calidad de muchos grupos actuales y del fácil acceso a compresiones digitales en un catálogo musical inabarcable, necesitamos escuchar a los maestros, a los que un día sentaron las bases de todo lo que hoy escuchamos, además el ritual de escoger un disco u otro dependiendo de tu estado de ánimo, ponerlo en un buen equipo, ojear las fotos del disco y leer las letras de las canciones mientras entregas tu tiempo a la ingesta de este alimento del alma que es la música, sigue siendo uno de los pequeños grandes placeres de la vida.
"We learned more from a three minute record than we ever learned in school”
Thanks boss. Greetings from Madrid
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