BMX Bandits - In space. Elefant, 2012
Si alguien describe un disco como “un universo
inclasificable”, uno ya tiene sus reticencias al acercarse a las canciones.
Puede que el cronista en cuestión no haya encontrado las palabras exactas para
perfilar un trabajo que se le escapa como concepto, o también entra dentro de
lo posible que realmente los acordes y melodías que intenta transcribir sean en
sí mismos una entidad inasible, inabarcable por sus tímpanos o simplemente
pertenezca a otro planeta sonoro del que poco o nada sabemos en este. Eso es lo
que ocurre cuando lees y/o escuchas reseñas unánimes en sus alabanzas -muchas
sin fundamentar en cimientos estrictamente musicales- hacia un álbum, ahora sí
incorporo el término, marciano tanto en su concepción como en sus (excelentes)
resultados.
Es la decimosexta entrega ya de Mr. Duglas T. Stewart, cuyo
universo sigue tan plagado de referencias que si se enmaraña en sí mismo
siempre encontrará nuestra disculpa. En este explícito ‘In space’ hay canciones
tan rotundas como ‘And it’s you’ o ‘Fireworks’, que lo sitúan a años luz de
otros freaks que han intentado seguir
sus pasos y apenas consiguen moverse un palmo de su estudiado salón.
Contrariamente, el inmovilismo que nunca caracterizó a BMX Bandits los lleva a
reinventarse en clave de pop festivo y elegante en ‘Elegant love’ o anticipar
su particular carnaval disfrazados de orquesta soul negroide en ‘Fucked this time’ y ‘Beautiful time’, temas con
término en común y savia funk
corriendo por sus venas. Eso no es óbice para que a la banda se le escape ni un
solo detalle del concepto genérico del disco, que no es otro que el de una ópera
pop confeccionada con una suerte de rock sideral que narra la historia (¿disco conceptual?) de un hombre que busca el perdón a través del tiempo y el espacio
mientras intenta descubrir el camino de vuelta al hogar. Todo muy romántico y
nada que no nos suene ya, pero nunca grabado antes con tanta minuciosidad. El
enorme sentido de la melodía, las voces a lo sunshine pop, los arreglos northern soul y la sugestiva voz de Rachel Allison, copiloto del grupo desde hace
casi una década, nos hacen evocar hasta a los Beach Boys en ocasiones (‘All
around the world’ es el ejemplo más evidente). Pero la cosa no acaba ahí, pues
son muchas y variadas sus virtudes: el trombón en la setentera ‘Listen to some music’, el pop perfecto de ‘Like the morning sun’, la cristalina frescura de ‘Still’
(se nota la mano de Norman Blake, de Teenage Fanclub, en la coproducción)… Para
escuchar y no parar.
La coletilla de que esto es una “vuelta a los orígenes”
podría ahorrármela, pero tal vez haya quien la estime necesaria si leen en los
créditos que han vuelto al redil Jim McCulloch y Sean Dickson, prácticamente dos
de los músicos que contribuyeron desde el principio al afianzamiento de la
banda. En el apartado de novedades, para que la modernidad siga siendo una de
sus señas de identidad, se incorporan los japoneses de Spectrum y el argentino Cineplexx,
y a resultas de ello puede que estén en nómina a tiempo parcial durante algunos
discos más. En Elefant, su discográfica, lo saben, y por eso han cuidado esta edición
hasta el detalle y han conseguido que sea un placer indescriptible disfrutar de
un vinilo blanco girando en tu reproductor mientras descubres que girar por la
tierra o el espacio sin rumbo definido, haciéndote todas las preguntas
posibles, es otro gustazo al que no quieres ponerle final. Como ellos mismos
dicen, yo solo “creo en la belleza, y
allí donde me lleve, allí iré”.
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