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domingo, marzo 03, 2013

III Datura Folk. Valencia, 2 - 3 - 2013


Ayer tuvo lugar el III Datura Folk, un viaje de un día entero por el folk y el country, en todas sus tendencias, siempre desde el punto de vista más independiente posible. La edición de 2013, de nuevo en Valencia, organizada por Monterrey Bar Discos (también uno de los lugares donde tuvieron lugar los conciertos), Let's Go Promociones, La Viejita Música y Cápsulas Musicales, se celebró en tres sedes distintas: a la ya mencionada de Monterrey, hay que unir El Loco Club, encargada de la sesión matinal, y la Sala Wah Wah, ya entrada la noche.

Pleasant Dreams + La familia del árbol + Limbotheque. Loco Club. (por Antonio Madrid Souto)


La sesión matinal del Loco Club nos ofrecía tres bandas que desarrollan su actividad musical en el ámbito de nuestra comunidad, Pleasant Dreams, La Familia del Árbol y Limbotheque. Las tres nos propusieron un viaje con un norte común: el folk , pero que en su desarrollo discurrió por trayectorias muy distintas. Cada una de las tres formaciones comparte su gusto por la música popular, y convierten a ésta en el eje cardinal de su música, si bien el resultado final que nos proponen es tan rico como variado. Tres invitaciones a transitar rutas distintas con variados paisajes.


Pleasant Dreams, dúo de Castellón con dos referencias discográficas, “Podría ser hoy” y “Hacia los bosques del sur” nos propusieron un viaje hacia bosques meridionales, donde elevadas coníferas nos cobijaban con sombras de pop y el susurro del viento entre las ramas se transformaba en hermosas armonías vocales. Juanjo Clausell (voces y guitarra española), Pere Mendo (percusión y coros) y José Óscar Carregui (guitarra eléctrica y coros) consiguieron resolver la complejidad de trasladar al directo los temas de un álbum tan rico en arreglos instrumentales y elaborada producción como es su excelente “Hacia los bosques del sur”. Como ocurre con “La Montaña y el Rio”, el álbum de debut de La Familia del Árbol, es un reto para ambas bandas trasladar al directo y con una formación de trío o dúo la exhuberancia instrumental y los complejos arreglos de ambas obras sin que el resultado se resienta. En ambos casos superaron el reto con solvencia. 


Los de Xilxes se bastan para recuperar el sentimiento pop de los temas de sus álbumes y ofrecer un directo que no desmerezca la escucha de su cd. Con canciones como “Costa del Azahar”, “Si Vols”, “Plan de vuelo”, “La noche de San Juan” , su directo   encandila al oyente sin la necesidad de los aderezos del álbum. En la interpretación de “El viaje de Tobías” se vieron acompañados del saxofonista y del acordeón de Limbotheque, algo que agradecimos para disfrutar de la hermosa melodía del tema. Después de “Todo llega” corte final de su segundo álbum en el que sobre los redobles de batería que evocan las bandas de música sobrevuelan las armonías vocales de los tres, finalizaron el set con “Próxima parada” y “Aunque no sirva de nada” . Para ello invitaron a subir al escenario a los niños que estaban entre el público y que con instrumentos de percusión dieron la nota de color al final de su actuación. 


La Familia del Árbol ocupó el escenario a continuación invitándonos a un viaje entre la nostalgia y la melancolía. Desde áridos parajes desérticos a helados páramos deshabitados, en un ejercicio de instrospección intimista. Nacho Casado y Pilar García ofrecieron como es habitual un concierto desbordante de sentimiento, en el que la sencilla puesta en escena se compensa con la densidad emocional del dúo. La ejecución en vivo de su magnífico álbum de debut “La Montaña y el Rio” es una intensa experiencia en la que la complejidad instrumental y de arreglos de su versión en vinilo se ve compensada con la entrega del dúo. 


Proveniente de bandas influidas por el indie y el brit pop, hace cuatro años Nacho decidió dar un giro a su producción musical y se encerró en casa con un secillo set de grabación. Sus referentes musicales abarcaban desde el folk inglés de los setenta al West Coast Sound sesentero, incluyendo las instrumentaciones de Belle & Sebastian, el folk contemporáneo de Bon Iver o el añejo de Crosby, Still, Nash & Young e incluso la gran tradición del pop español de los setenta, tan rico en arreglos de viento y cuerda (Los Payos, Los Ángeles, Los Módulos). El resultado fue ese gran disco que es “La Montaña y el Rio”, obra con sólo seis temas pero que constituye uno de los mejores trabajos de la música de raíz española de los últimos tiempos. “Murakami”, “El viento inglés” o el tema que da título al disco son canciones de estructuras complejas, trabajadas con la paciencia del orfebre y aderezadas con multitud de arreglos. Si las primeras giras incluían una banda compuesta por diez personas que luego se redujo a seis, el formato habitual en el que giran actualmente Nacho (guitarra acústica, eléctrica, loops y voces) y Pilar (percusión y voces) es el dúo. Frente a la complejidad de desarrollar en directo un álbum tan rico en matices musicales mediante una puesta en escena tan sencilla, la pareja ilicitana sale airosa del desafío. “¿Tú me quieres” tema que con sus omnipresentes trompetas es un standard del pop más elegante y deslumbrador, en su versión en vivo se transforma en una canción cruda, donde la ausencia de instrumentaciones se compensa con la entrega de la ejecución de Nacho y Pilar. Para finalizar su set como es habitual, bajaron del escenario e interpretaron frente a frente su tema  principal, “La Montaña y el Rio”, que se convirtió en uno de los momentos más emotivos del concierto.


Para finalizar la sesión matinal del festival nada mejor que la propuesta festiva de Limbotheque. Si  Pleasant Dreams nos había propuesto  un viaje a un bosque poblado  de delicias pop y La Familia del Árbol una travesía hacía  intensos mundos interiores, el universo lúdico de Limbotheque nos proponía subirnos a su van para iniciar un trayecto tan largo como cosmopolita. Visitamos con ellos cabarets del Berlín de entreguerras, existencialistas sótanos parisinos llenos de humo, bares de carretera de camioneros inundados por sonido Tex-Mex que sonaba desde el juke-box ,  una parada antes de enfilar interminables carreteras hacía el sol poniente a ritmo de country.; carabanas de zíngaros que despues de calentar sus huesos alrededor de la hoguera lo hacen con vino y sol en una taberna napolitana. La locura festiva de Limbotheque discurre entre el hedonismo popular de Emir Kusturika y el encantador intimismo de Yann Tiersen. Con dos discos editados, “Mon Diable” y “The Way, The Wind, The Van...” , David García (guitarra), Hugo Canet (saxo, trompeta), Javier Bosch (batería), Raul Ortells (bajo), Gerard Vercher (arcordeón y teclados) y Camilo González (guitarra y mandolina) se aplican sobre el escenario con el entusiasmo de un combo de mariachis, la furia de una big band, la maestría de un grupo de alumnos de conservatorio y la entrega de una banda de pueblo. Carol García, su vocalista, un torbellino de vitalidad y alegría, canta en castellano, inglés, francés e italiano, piezas de su repertorio simultaneadas con deliciosas versiones de clásicos populares. “Susana Ohhh”, “Whisky is my drink”, “Mr. Gorgeous”, “Mujer Pantera” junto con “Culiculá” o “Vamos a contar mentiras” (en francés) configuraron un setlist irresistible que hizo reir, bailar y disfrutar a los asistentes que abandonaron el Loco Club con una sonrisa de oreja a oreja.

Stéphanie Cadel et la Caravane. Discos Monterrey. (por María)

Seguimos con el viaje organizado por el III Datura Folk Fest para subir al tren “Discos Monterey”, media hora antes de la partida, nos adentramos en un vagón revestido de imágenes y vinilos que suenan a clásicos de la historia de la música. Introducidos en la maquinaria nos dirigimos a saludar a uno de los responsables de esta maravillosa aventura y a calmar nuestra sed, repuesta del ajetreo producido por los preparativos de la partida: llega el momento de coger posición. Siempre que se viaje en tren, la opción más apetecible es elegir ventanilla, nosotros conseguimos primera fila con vistas. A las puertas de la cabina del maquinista estaba Stéphanie, cantautora francesa que ha parado con su caravana cargada de instrumentos en nuestra ciudad, allí esta Mario “Siete pulmones” (saxo y flauta travesera) que se presenta amablemente y a continuación le siguen Clara (Clarinete), Yulia Petrovyh (bajista) recién llegada en exclusiva para este trayecto y Mario (piano y xilofón).

Con el margen de los diez minutos de rigor, la Caravane decide arrancar y empieza a marchar por un camino que nos transporta a la canción francesa vestida de jazz y folk, con momentos de ambientación campestre, y que en temas como De ton corps á mes failes y Plantes Carnivores, nos acerca a propuesta como Litoral. Un recorrido que nos llevó a descubrir su música con cortes propios como “Forgot”, “Strategy”, entre otras, algún tema nuevo y con parada en versiones como “Jardin d’hiver”, rindiendo homenaje a Henri Salvador (su gran influencia), revisando a uno de los grandes con el “Dream A Little Dream” y “Perfect Day” de Lou Reed, esta última sonó gloriosa y diciéndonos adiós con "Porque te vas” de Jeanette. Un trayecto maravilloso para un sábado tarde que hizo llevar nuestra imaginación a paisajes ensoñadores de la campiña francesa, a temporadas cálidas con su hit La Canción del Verano, a profundidades vitales con Perfect Day y a un sinfín de recovecos dibujados con brillo en los ojos y una dulce sonrisa. Una estancia inmensamente feliz gracias a Mario elevado al dos, Clara, Yulia y la increíble, simpática y sincera Stéphanie. Cuando llego el momento de bajar, una vez con los pies en la estación, nos pusimos a caminar por un barrio familiar que gracias al viaje nos recordó a los callejeos existenciales que practicamos cuando ejercemos de turistas. Finalmente, ya en casa, solo me quedo la sensación de sentir que la música que se hace en Valencia nos deja momentos tan mágicos como el directo de Stéphanie Cadel Et La Caravane.


Julián Maeso + Elliott Murphy. Sala Wah Wah. (por Miguel Ángel)

El viaje acabó bien entrada la madrugada, hacia las 2 de la madrugada, tras dos horas y medias intensas (y porque Elliott Murphy “tenía una cita en Barcelona dentro de diez minutos”, como él mismo bromeó) protagonizadas por Julián Maeso y Elliott Murphy.

El de Julián Maeso es todo un viaje al pasado. Maeso tiene como referentes lo mejor del rock americano de finales de los 60 y 70 (de hecho, su último disco, Dreams Are Gone, es un kilométrico doble álbum, como los reputados de aquella época), siguiendo a esos músicos de postín (me atrevería a decir que resume la década completa de los 70 de Eric Clapton en un disco: no es mal maestro, desde luego) punto por punto: reggae, rock psicodélico, country, blues,... Ninguno de los palos que acostumbraban a tocar en aquellos años queda sin afrontar (aunque anoche, el reggae y, relativamente, el blues, permanecieron sin representante).

Nada más comenzar, después de los dos chupitos de alcohol de rigor (una costumbre que, yo qué sé, supongo que quedará muy cool), inició el repertorio, precisamente, con un clásico del Clapton setentero, la lenta y sedosa Give Me Strength, dando la razón a lo que ya llevaba pensado antes de entrar en la sala. Así comenzaba una actuación vibrante, repleta de momentos sublimes (It's Been A Hard Day, maravillosa), pero que, también, sobre todo en sus momentos más “atmosféricos”, más ralentizados, acusaba un poco el que el carisma de Julián no sea (al menos todavía) similar al de esos grandes que pretende igualar, incluso parecerse en aspecto y atuendo. Sí, se nota que lo vive, que hasta pierde la púa de la guitarra en medio de su hiperventilada agitación, pero aún le falta transmitir un poco más de esa vida en medio de su ejecución musical sumamente perfecta.

En medio de este viaje a las profundidades del folk, Elliott Murphy emergía como el ejemplo a seguir, el visitante mesiánico (es puramente americano, pero vive en París) al que idolatrar, tanto por el resto de músicos como por el público asistente a la sala, inacostumbradamente muy maduro; no por nada es parte de esa historia: empezó en 1973, hace justo cuarenta años, y hace unas semanas todavía presentó nuevo álbum, maravilloso, y que él mismo vendió tras el concierto, poniéndole precio con la mano (tres aperturas y cierres del puño para indicar que eran 15 euros). Elliott Murphy se presentó como las grandes estrellas, recluido sin salir del camerino hasta no tener más remedio, con sus exigencias y particularidades de viejo cascarrabias. Pero, en el momento en que pisó el escenario, Murphy, acompañado únicamente de un segundo guitarrista (que ponía caras, precisamente, de ser el alumno aventajado de su adorado maestro), se redescubrió como un tío lleno de humor y de talento, llenando la sala de potencia con lo mínimo de instrumentación, en la que su voz rascada y cascada, muy parecida a la de Bob Dylan, ligaba con “las chicas guapas”, afirmaba “puta madre” y decía que le gustaba comer “cuajada”, lo único en español que confirmó saber, mientras dejaba caer, de vez en cuando, el hombre preocupado (“It Takes A Worried Man”, se titula una canción; “Murphyland”, se llama otra) que debe ser, alguien sobre el que la vida ha caído de forma torrencial como lluvia, y, seguro, que en más de una ocasión ha creído que se le agotaba la respiración bajo el agua, sintiéndose solo en el mundo, tan vacío como una piedra, mientras sigue tocando rock en el mundo libre, como dijo Neil Young, del que presentó, casi como despedida (porque se despidió cuatro o cinco veces, recapacitando con cada tumulto de “otra, otra”) una versión totalmente desenchufada, sin micrófono, al borde del escenario.

Maravilloso fin de viaje para el Datura Folk, que ayer se confirmó como una cita realmente esencial.

Más info:

                                                                    Pleasant Dreams



La familia del árbol


Limbotheque







Stéphanie Cadel et la Caravane





Julián Maeso





Elliott Murphy







Julián Maeso - "It's Been A Hard Day"



Elliott Murphy - "The Best Kiss"



Elliott Murphy - "Rain, Rain, Rain"



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