“Dicen que será en plan íntimo”, oíamos a la entrada de los Jardines de Viveros de Valencia justo unos minutos antes de que Fito Cabrales se subiera al escenario en estos conciertos de la Feria de Julio Fito y Fitipaldis. Pero no podría estar más equivocado aquel chico con pinta de no haber estado nunca en uno de sus conciertos. Aunque llegara (de nuevo) a la ciudad con la gira de teatro, lo hacía en amplio espacio, en un escenario no menos grande y ante un público que terminó de engrandecer la noche. Nada de intimismos, salvo aquellos que quisieran apoderarse de las canciones y vivirlas en sus asientos.
15 años enfrascado en olvidarse de los egos del rockero venido a más a base de éxitos, en dejar atrás las quejas de la parte más retrógrada del rock (que la hay, por muy “guay” que parezcan) y en ahondar en la música que siempre ha mamado en bares, carreteras y camas olvidadas. Todo eso junto conforma lo que no se puede explicar pero que se vive en cada uno de sus shows, más o menos dados al cultismo de los teatros.
Si había dudas de lo que Fito y Fitipaldis podrían ofrecer en este formato, volvieron a demostrar de lo que son capaces. Tan capaces como el poder estar en el Viña Rock o en el Festival de Guitarra de Córdoba. Osados en cuanto al virar, mirar hacia atrás y volver a la esencia del rock, al crudo gérmen de lo que mucho tiempo después bebería Cabrales. Para ello, la banda se arropa de instrumentos como la mandolina, el clarinete, el violín o el contrabajo, y juega con los dribblings entre el jazz, el blues, el rock sureño y arrastrado o incluso melodías centroeuropeas que pueden acabar, así sin esperarlo, con un “Katiusha” en el tema “¡Qué divertido!”.
Una lección sin ademanes de superioridad que separa a Fito y Fitipaldis de todo ese legado de rock español, con “ñ”, en el que se englobaba el bilbaíno. Nada que ver. El blues de “El ojo que me mira”, el jazz teñido de swing en “A la luna se le ve el ombligo”, las imágenes en blanco y negro de Jerry Lee Lewis o Django Reinhardt (espectacular el tema instrumental "214 Sullivan Street"), el rockabilly a lo Chuck Berry de “Quiero beber hasta perder el control”, o ese banjo en las yemas del propio Fito que envió “Para toda la vida” al lugar más fronterizo entre México y EE.UU. Y calor, todo el calor que no solo la noche propiciaba, para envolverse en el sonido de una Nueva Orleans bañada por el Mediterráneo.
No importó que se tratara de una de las entradas más caras de estos Conciertos de Viveros. Los incondicionales, aquellos que le vieron en más de un escenario mugriento de pueblo (benditas fiestas de los pueblos, dicho sea de paso), más mayores, pero con la misma entrega “fitipaldista”, le han acompañado en esta nueva faceta escénica. Solo en cuanto a las formas y a los requerimientos ya que, si por los asistentes fuera, habrían lanzado las sillas por el aire para poder compartir un “Por la boca vive el pez” como en aquellas fiestas de pueblo.
Incomodidades varias para aquellos que se habían hecho con una de las entradas más cercanas al escenario por la “invasión bárbara” de los que querían tener a Fito Cabrales lo más cerca posible (la educación, ante todo, no hay que perderla ni aún con una cerveza en la mano, amiguitos), fue cuando la emprendieron con el sonido más “Fito” cuando las sillas pasaron a un segundo plano. Vuelta a los orígenes dejando lecciones de jazz, swing y compañía a un lado. Vuelta al Fito “cañero”, al de guitarra cruda y sucia. Así es como llegaba “Antes de que cuente 10” ya en tiempo de bises. Y a partir de ese momento, la catarsis colectiva, con mantras eternizantes incluídos (“... después de un invierno malo, una mala primavera...”), con “Soldadito marinero”, “Acabo de llegar” y ese pequeño homenaje en solitario a Platero y tú con “Al cantar”, el único momento de intimidad y desnudez que acompañó a los asistentes a Viveros.
Sea como sea, gustara más o menos que el lugar se adecentara como un falso teatro, Fito y Fitipaldis siguen convenciendo sobre el escenario. No solo por ese rock mascado y digerido, sino por la poética de gran parte de sus temas. Clases de vida curtida en sencillos temas. Así es como podríamos resumir el setlsit del bilbaíno y los suyos. Y como pese a tratarse de un show muy conseguido y trabajado seguimos pensando que el refugio del rock no está en una platea, os dejamos con uno de aquellos conciertos de antaño (2011 no queda tan lejos).
Fito y Fitipaldis: “En concierto” (2011)
Fito y Fitipaldis en los Conciertos de Viveros
Fito y Fitipaldis en los Conciertos de Viveros
Fito y Fitipaldis en los Conciertos de Viveros
Fito y Fitipaldis en los Conciertos de Viveros
Fito y Fitipaldis en los Conciertos de Viveros
Fito y Fitipaldis en los Conciertos de Viveros
Setlist Fito y Fitipaldis:
02. Sobra la luz
09. ¡Qué divertido!
10. El funeral
12. Me acordé de tí
14. Esta noche
16. A mil kilómetros
19. Al cantar
21. Acabo de llegar
Próximos conciertos Fito y Fitipaldis:
20 Julio – Zaragoza (Anfiteatro Expo Zaragoza)
24 Julio – A Coruña (Coliseum)
27 Julio – Santander (Festival Amstel Música en Grande)
03 Agosto – Cap Roig (Cap Roig Festival)
30 Agosto – Albacete (Plaza de Toros)
31 Agosto – Cuenca (Plaza de Toros)
15 Septiembre – Boimorto, A Coruña (Festival de la Luz)
Programación Conciertos de Viveros 2013:
Sábado 20 Julio: Sara Baras (22h)
Domingo 21 Julio: Auryn + Se Alkila (21h)
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