Zebras + Ricochet. Sala Matisse.
Valencia, 5 – 10 – 2013
La noche de ayer de la Sala Matisse,
con sus peculiaridades, parecía un tributo al indie rock más
oscurete, especialmente en el caso de Zebras (Ricochet,
que eran, digamos, el grupo fuerte de la noche, al presentar su nuevo
álbum, “Diluvio”, tiene raíces, que no se malentienda,
más comerciales). Algo de penumbra sí que se encargaron de poner
las luces de la sala
Dual (el nombre de su cd) psico
rock es la forma de Zebras de definirse. Son dos, Eliana
Lamónica, guitarra y voz, y Álvaro Ramírez, batería.
En medio de esa dualidad, Zebras son como un viaje al interior
de los tormentos de la psique postadolescente, tan en blanco y negro
como las rayas de una cebra, tan retorcido sobre si mismo como una
serpiente (animal que fue uno de los motivos recurrentes de la noche,
tanto en Ricochet como en Zebras), tan apagado como la
lumbre en un sotano.
La propuesta de Zebras, dotada
de incomunicación y pérdida, es exigente y arriesgada, quizás
demasiado para una cierta limitada elaboración (Zebras tienen
prisas y no saben por qué, es la leyenda que figura en su bandcamp),
pero sin duda es atrevida. En directo, además, suenan densos,
experimentales, con cierta cualidad hipnótica rayana en una levedad
paranoica, mucho menos plomiza que en su versión “de estudio”.
Zebras, por supuesto, no entra fácil, y sobrecargaron
rápidamente el ambiente de la ya de por si calurosa noche. Me
atrevería a llamarla, incluso, música de poniente. Zebras es uno de
esos grupos que toca disfrutando, sin miedo al mañana, como si
después de ellos no tuviera cabida nadie más.
Pero sí que lo hubo. La noche
arreciaba, y los chicos de Ricochet, tan variados de
procedencia nativa como de influencias musicales, pusieron el
ventilador, ese que te lleva las gotas de sudor, arriesgándote a
coger un constipado de verano. Y empiezan a tocar y tocar,
enérgicamente, con ganas, disfrutando, y sabes que no son el colmo
de la originalidad, y que un día se te saldrán de la mente como un
recuerdo lejano, pero durante la noche hacen que te sientas menos
solo.
Déjame intentar retener tu luz en esta
oscuridad tan grande... Luz y oscuridad, luz y oscuridad. ¿Acaso no
es ése el proposito más recondito del viaje que nos propone la
música, hacia los dos sentimientos y formas de ver la vida más
puras e inocentes, surgidas de nuestra propia visceralidad? Por si
todavía no se ha notado por mis palabras, Ricochet
proporciona las dos. Todo lo demás, reparos incluidos, son
espejismos en un desierto demasiado enorme.
Más info:
Zebras
Ricochet
Zebras - La serpiente
Zebras - Campos del sueño
Ricochet - Les flammes
Ricochet - Hombre oscuro
Ricochet - Días
0 Comentarios
¡Comparte tu opinión!
Esperamos tu comentario