Jorge Drexler - Teatre Calderón. Alcoy 30-04-2014 (Gira "Bailar en la cueva)
Dice Jorge Drexler que “Bailar en la cueva”, es un disco hecho con los pies. Y aunque el baile es complicado en el patio de butacas de un teatro, basta cerrar los ojos y sumergirnos en su música para trasladarnos a esa cueva, a ese lugar íntimo que nos propone el uruguayo, en el que recalamos al final del día.
Ese escondite particular en el que la danza no solo está permitida, sino que se hace necesaria. El reducto de musicalidad, versos y emociones al que siempre nos trasladan su voz y su guitarra, canción tras canción.
Jorge Drexler cerraba la primera parte de su gira española el pasado miércoles 30 en el Teatre Calderón de Alcoy, con un puñado de canciones y un cuarteto de percusión en estado de gracia. Tercera vez, despúes de Granada y Valladolid, en la que la base rítmica cobra protagonismo en su directo. Batería, percusiones, bajo y bases electrónicas como acompañantes perfectos y plenamente acompasados a su guitarra.
Si algo se puede decir del cantautor es que cada gira, cada directo, es una ocasión para redescubrir sus canciones, a las que viste de manera diferente. Temas de hace años, inmersos en nuestra memoria vital, despiertan variadas emociones y recogen nuevas lecturas, revestidos de diferentes instrumentaciones y matices. “Bailar en la cueva” (aquí, nuestra reseña) recién estrenado, nos sorprende cuando aun no hemos tenido tiempo de memorizar del todo sus recovecos y musicalidades.
El uruguayo, comunicativo y cantarín entre canción y canción, da las gracias al público por no irse de puente y estar allí. Se equivoca. Cualquier oportunidad de verlo armado de su guitarra es un regalo, como manifiesta el respetable conforme los versos se van desgranando.
“Bailar en la cueva” firma la declaración de intenciones, tras la que empieza el viaje por otros tiempos. Un repaso somero a casi toda su discografía “española”, en el que solo pudimos echar de menos alguna referencia a “Llueve” (1997). “Transporte”, “Transoceánica”, “Las Transeúntes” y esa pequeña joya de “Frontera” que es “Princesa Bacana”(y ese fin de semana de cama, sexo y languidez) anteceden a un duelo de percusiones que se convierte en uno de los momentos más intensos de la noche, con la banda de Drexler demostrando toda su compenetración y maestría.
“Sanar” es su canto a la esperanza y a los corazones heridos, y con “Guitarra y vos”, uno de sus éxitos indiscutibles, desgrana ese maravilloso recitado casi imposible de aprender inspirado por un neurólogo, con el que se hace el silencio en cualquier auditorio.
Drexler recupera y cuenta la historia de “La luna de espejos”, un relato de amor adolescente en un club de Salinas que a algunos nos trae la voz de Aute a la memoria.
El ritmo cambia de nuevo, en este concierto con etapas marcadas, y el viaje cambia de dirección dejando a Jorge solo en el escenario. “La Trama y el Desenlace”, “Organdí”, “Soledad” y “Milonga del moro judío” marcan un momento íntimo, de intenso recogimiento. El juego del amor, la paternidad, la soledad acompañada y escogida, las raíces, la tierra, las banderas y el sinsentido recorren el auditorio. Emociones de tan solo un hombre, pensamientos e inquietudes que son las nuestras y que marcan vidas y capítulos de libros aún por escribir.
“Vivir no es indoloro”, pero la vida está para vivirla y el aire cambia, se aligera, y entra “Disneylandia” en escena y con ella los músicos, de nuevo. Una etapa diferente, perfectamente ensamblada con el resto, en la que el ritmo toma de nuevo el protagonismo, sobre todo en una impactante y sencilla puesta en escena de “La plegaria del Paparazzo”. Las luces y los flashes en un tema con aristas afiladas contrarrestan a un “Deseo” bañado por la cumbia y a “Bolivia” y ese canto agradecido a sus raíces.
Dos veces volvieron a salir al escenario, reclamados por un público que acabó en pie y llenó todos los recovecos de un teatro con pasos de baile, más o menos acompasados, pero todos en sincero movimiento. La entropía, siempre presente, desordena las atmósferas de un auditorio que ya no puede permanecer quieto. Ciencia y poesía se dan la mano, conducidas con maestría, y el orden vuelve en forma de final. Todo se transforma, y la energía vuelve en forma de cerrada ovación. Hasta el próximo desorden.
FOTOGRAFÍAS DE MARÍA CARBONELL
PRÓXIMAS FECHAS DE LA GIRA DE JORGE DREXLER "BAILAR EN LA CUEVA"
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