Girls to the front en el Primavera Sound (o cómo sobrevivir a Kathleen Hanna)

Girls to the front en el Primavera Sound (o cómo sobrevivir a Kathleen Hanna) 

El día que se presentó el line-up del Primavera Sound crucé los dedos para que The Julie Ruin pasaran por el festival. “Si su gira europea estaba en marcha en esos días del festival, ¿por qué no podría ser?”, pensaba varias semanas antes de que se desvelara el cartel. Acerté y comencé a desempolvar el legado riot que siempre me ha acompañado, desde los libros de fanzines del movimiento, a los discos –grabados, eso sí- pasando por las obras de teoría musical o ese vinilo que editaban en 2013, “Run Fast”. Pero a pocas semanas de que se abrieran las puertas del Parc del Fórum la banda confirmaba la cancelación de su European Tour por motivos de salud de Kathleen Hanna… Nada de riot, nada de lo que había soñado bajo los acordes del “Rebel Girl”, nada de ese germen primigenio y noventero que consiguió instalarse en las diferentes escenas musicales de todo el globo pero conjugadas en femenino plural. 

No podría estar más equivocada. Bajo los rutilantes nombres de Arcade Fire, The Pixies o Slowdive aparecen mujeres que de alguna forma u otra han tenido como referente a “la” Hanna. Quizás no tanto musicalmente como por lo que a su relevancia se refiere. Quizás ni Courtney Barnett, ni Lauren Mayberry de Chvrches, ni las hermanas Haim pidan aquel “girls to the front” al comenzar sus shows, pero es innegable que el camino para que ellas la emprendieran con la música partía del underground universitario de los ’90. 23 años de lucha escénico-musical para que la presencia femenina fuera más allá de lo que han marcado siempre los cánones del decoro del espectáculo y de la dictadura del rock. 

Así que tras superar el vacío que The Julie Ruin dejaban en mi planning festivalero, y hacer el repaso de rigor por bandas de nombres impronunciables que nunca habían entrado en mi reproductor mp3, me di cuenta de que había una destacable presencia de mujeres en este Primavera Sound. Componentes de bandas, formaciones íntegramente lideradas por féminas y pesos pesados con nombre propio que me hicieron caer en que sí que es posible sobrevivir a Kathleen Hanna: tanto a su ausencia como a su impronta. 

Una Kim Gordon (amiga de Hanna, y la celestina que le presentó a su marido, el “beastie boy” Adam Horovitz) presentaba su proyecto tras el funeral de Sonic Youth, Body/Head. La misma que dirigió el videoclip “Cannonball” de The Breeders, banda en la que milita Kim Deal, la exbajista de The Pixies que ahora, además, llegaban al Primavera con Paz Lenchantin, antigua bajista –la mejor que tuvo Corgan y el aire renovado que la formación de Black Francis necesitaba- de Smashing Pumpkins. ¿Seguimos buscando la cuadratura del círculo? 

La exVivian Girls Katy Goodman presentaba su proyecto La Sera, muy lejos de lo que otra exVivian y Best Coast, Ali Koehler, hace en Upset. Las californianas Dum Dum Girls se vestían de frialdad y transparencias en el escenario Pitchfork mirando por encima del hombro con actitud desafiante y Dee Dee (voz), Sandy (batería), Malia (bajo) y Jules (guitarra), se convertían en las exponentes evolucionadas y destiladas de ese riotismo sonoro y noventero con los temas de “Too True”. Glamour, laca y lipstick rojo para el post-rock de “Rimbaud eyes” o “Cult of love” con una potente bassline. 

Linda Perhacs (que suspendió su concierto, como pasó con Jenny Lewis, en esta edición) podría pasar, por edad, por la granny de más de una de las bandas programadas que, pese a su juventud, consiguieron notables en sus conciertos. Hablamos de Warpaint y de Haim. Dos bandas y siete mujeres defendidas y denostadas a partes iguales. “Las del “Love is to die” son unas figas mustias”, pensaba tras haber visto alguno de sus vídeos en Youtube. Pero nada que ver. Seguras en su propuesta a medio camino entre la experimentación y ese rock art de cuidadas líneas, Emily Kokal (voz, guitarra), Theresa Wayman (guitarra), Jenny Lee Lindberg (bajo) y Stella Mozgawa (batería) firmaban un concierto correcto y comedido sobre el escenario. Efectistas “Love is to die” o “Undertow” y el cover del “Ashes to Ashes” de Bowie para acallar los prejuicios de aquellos que, como yo, pensaban que no pasarían del aprobado raspado. 

En el extremo opuesto, las hermanas Haim. Este (bajo), Danielle (voz, guitarra) y Alana (guitarra), criticadas por militar en el lado más comercial, dieron una clase de la energía que ya les gustaría a muchos grupos desprender. En esa locura de intercambios del “ahora-toco-el-tom-ahora-la-guitarra-ahora-canto-ahora-el-bajo”, las de California demostraban que ese “Days are gone” que da título a su primer largo es más un “Days are coming back”: reminiscencias ochenteras con el “Falling” con el que abrían su show, “Honey and I”, “Let me go” o “Forever”. Que su propuesta no sea tan compacta como la de Warpaint es cuestión de tiempo y de que se asienten: se crecen sobre el escenario, saben cómo llegar a un público que desea ser guiado entre la multitud (coros, palmas,…) pero, como en aquel anuncio, “la energía sin control no sirve de nada”. Esto no quita para que nos pareciera una de las sorpresas del festival en directo; quizás no tanto la indumentaria de Este o Alana… pero ese es otro tema. Y para acabar, la batalla percusiva –en más de una ocasión han dicho que en su sala de estar, en casa, tiene cada una un set de percusión y compiten entre ellas- que a más de uno sorprendió. Les falta recorrido, es cierto, pero destilan aroma al soft-rock de Fleetwood Mac, a Pat Benatar (herederas del “We belong”, sin duda), a The Bangles,… El concierto que además disipó la climatología adversa e insufló ganas de emular a Danielle a la guitarra. "Seguro que si las chicas de hoy las ven en directo querrán emularlas", me decía una amiga en charla post-Primavera. Mejor opción que los pasteles precocinados que rellenan las listas de éxitos es, sin duda.

Tablas, desde luego que no le faltaban a dos de los nombres, en solitario, que más esperábamos ver en directo: Sharon Van Etten y St. Vincent. La primera con la cadencia del folk y la delicadeza de algunas de sus composiciones como “Tarifa”. Con algunos fallos en el sonido (algo raro de encontrar en el festival de la perfección acústica), la de Nueva Jersey, en esta ocasión con banda, se mostró más íntima y arropada por “Tramp”, su último trabajo. Como buena trovadora de historias en primera persona, Sharon habló, chapurreó el español que se le quedó tras sus estancias por estos lares, y consiguió que algunos compatriotas que estaban entre el público vagaran, literalmente, entre la serenidad de cortes como “You konw me well”

Como si de su opuesto se tratara, la entropía eléctrica de St. Vincent, pupila destacada de David Byrne, se disfrazaba del irónico descaro de Robert Palmer en cortes como “Digital Witness”. Es posible subirse a unos tacones y arrasar con Un “Prince Johnny” casi lisérgico y sobre el pódium dejaban en nuestras retinas la imagen impertérrita de una Annie Clark que desafía a su propio estatus de diva, como si lo que estuviera haciendo sobre el escenario Sony no fuera nada complicado. Estrobos luminosos también en cortes como “Year of the tiger” o “Birth in reverse” en los que se convertía en la replicante de “Blade Runner”, en una Pris asida al mástil de su guitarra y en ocasiones en comunión íntima con el mismo. Mayúscula y extrema, y quien no quiera, que no mire. 

Vayámonos a la zona más estrambótica del festival y a lo que las canadienses Yamantaka Sonic Titan traían con su imaginería nipona. Rubi Kato (voz) y Alaska B (batería) a la cabeza de esta formación que vaga entre el metal, el noise y la esquizofrenia conceptual. Dualidades culturales y maquillaje a lo Kiss rozando la teatralidad lisérgica de “Uzu”, su último trabajo. “Atlanta”, “Lamia” o “Saturn’s return” aturdían a aquellos que poco conocían del proyecto, a medio camino entre el metal y el manga japonés. Complicadas de digerir pero, oye, si los chilenos Föllakzoid también discurrían por el hipnotismo repetitivo de sus composiciones, ¿por qué no iban a hacerlo las Yamantaka

En otro terreno, auspiciado por la solemnidad que un auditorio cerrado da, la americana Julia Holter creaba un universo íntimo y preciosista para “Loud City Song”. Avant-pop de deconstrucción cromática en el que “Hello Stranger” conmovía con la formación que la acompañaba. Seria, centrada y sobre su teclado, Holter, que abría con su show este auditorio al festival, daría pistas de lo que se viviría días más tarde allí mismo, en esa especie de cueva de sirenas plateada en la que quedar hipnotizados. 

Y más propuestas femeninas que se abrían paso en el line-up por derecho: Glasser (Cameron Merisow), Helen Love, Sky Ferreira (en el día previo al festival) o FKA Twigs (Tahliah Barnett). Además de Factory Floor (con Nick Colk a la guitarra), Godspeed You! Black Emperor (con Sphie Trudeau al violín), Metronomy (con Anna Prior a la batería), Slowdive (la voz de Rachel Goswell), The Wedding Present (Katharine Wallinger al bajo), o el violonchelo de Sunny Yang en Kronos Quartet, con ese guiño a Laurie Anderson (arriesgada apuesta, como la de Colin Stetson, para el Primavera Sound, pero imprescindibles ahora que lo pensamos). Y cómo no, la multiinstrumentalista Régine Chassagne saltando de la batería al acordeón, al xilófono,a las voces, los teclados… en Arcade Fire. “Consorte” de Win Butler, el frontman de la formación canadiense, siempre es un espectáculo verla sonreir en todo momento y compartir cada compás de “fuego” con los asistentes. Buen rollo es poco. 

Que el Primavera Sound no es un festival que apueste por la nota nacional lo sabemos, pero no es desdeñable la presencia de nombres como Belako (con Cris a la voz y Lore al bajo), Joana Serrat por partida doble (en escenario y en el espacio Minimúsicas), la propuesta electrónica de Svper con Luciana Della Villa, Wind Atlas con Andrea Pérez a la voz o Mourn (con una de las hijas de Ramón “The New Raemon” Rodríguez, Jazz, lejos del proyecto que tenía con su hermana Leia en Germana). Perdonad si paso por alto las propuestas del pequeño escenario Sony Club, como Aries, Murciano Total, Templeton, Will Spector y Los Fatus… Las del Adidas Originals como la de los israelíes Lola Marsh, los chilenos Dënver o los valencianos Dezervers… O incluso a Me and the Bees en la previa al festival… Todas ellas formaciones con desinencia femenina en mayor o menor medida que inciden en que ese patriarcado musical hace tiempo que dejó de serlo y que cada vez comparte más en paridad. Difícil, en todo caso, conseguirla, pero en ello están todas. 

Quizás sea por algo que el mejor concierto de todo el festival, pese a quien le pese, fuera la escasa hora de emoción descarnada que la catalana Sílvia Pérez Cruz, acompañada de Raül Fernández Miró, despedazaron en el escenario Rockdelux. Una emoción aniquiladora que no consiguió superar la testosterona del “Hurt” con el que NIN se despedían del escenario Sony. Pero lo que pasó en ese Auditorio, con una “granada, amb g minúscula”, es algo que solo sucede en contadas ocasiones, casi improbables, y que nos devuelve la esperanza en el poder de la música más allá de las grandilocuencias estilísticas o de los arrebatos de divismo. Una sensibilidad que en este caso se vestía de Cohen, de Lorca, de Morente, de Llach… en la voz de Sílvia Pérez Cruz, y que no solo conseguía que el auditorio al completo les brindada una sincera y larga ovación final, sino que también consiguió que el diluvio persistente del festival fuera introspectivo y llovieran lágrimas sin parar entre los asistentes. 

Cuando nos plantamos en el escenario Vice del festival para ver a los neoyorkinos Hospitality y nos percatamos de que su frontwoman Amber Papini llevaba una camiseta de Bikini Kill fue cuando terminé de pensar que esa rúbrica femenina que Kathleen Hanna había dejado en su ausencia era mucho más importante de lo que creía. No se trataba de coincidencias, no podía ser. Así que pensé que el día que se presentó el line-up del Primavera Sound y cruzaba los dedos, no era tanto por ver a The Julie Ruin en acción, sino por asistir a la apuesta que este año jugaba la organización. Ahora habrá que esperar qué llegará el año que viene… 

Me quedo con una frase, que escuché a posteriori, en uno de tantos y tantos vídeos que los asistentes subieron a Youtube. El vídeo era del concierto de Haim, y en un momento exacto de catarsis y éxtasis en forma de baqueta, el aficionado operador de cámara deja escapar un “Hombre, ya era hora de que hubiera un solo de batería de rock; ya era hora de que lo hiciera alguien”: Girls to the front.

Más info: 
http://www.primaverasound.com/ 
http://arcadefire.com/site/ 
http://bodyheadmusic.com/ 
www.pixiesmusic.com 
http://chvrch.es/ 
http://courtneybarnett.com.au/ 
http://wearedumdumgirls.com/ 
https://www.facebook.com/factoryfloor 
http://wwwater.me/ 
http://www.glassermusic.com/ 
http://haimtheband.com/ 
http://elefant.com/grupos/helen-love 
http://hospitality.bandcamp.com/
http://juliashammasholter.com/ 
http://www.kronosquartet.org/ 
https://www.facebook.com/laseramusic 
http://www.lindaperhacs.com/ 
http://www.metronomy.co.uk/ 
http://www.sharonvanetten.com/ 
http://skyferreira.tumblr.com/ 
http://www.slowdiveofficial.com/ 
http://ilovestvincent.com/ 
http://warpaintwarpaint.com/ 
http://www.scopitones.co.uk/ 
http://yamantakasonictitan.bandcamp.com/ 
http://www.jennylewis.com/ 
http://thejulieruin.com/ 
http://belakomusic.bandcamp.com/ 
http://joanaserrat.bandcamp.com/ 
http://silviaperezcruz.com/ 
https://www.facebook.com/svper.svper.svper.svper 
http://windatlas.bandcamp.com/

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