Skimoes + Peepshow. Sala Wah Wah.
Valencia, 12 – 9 – 2014
Se podría decir que anoche fue la
noche de los retornos. No sólo el importantísimo regreso de
Peepshow a los escenarios, después de siete años sin grabar
un disco (un periodo para pararse, mirar alrededor e intentar
comprender si lo que se hace vale la pena, según Uve, el
líder de Peepshow), volviendo al estilo que dominan y que
saben hacer, sino el de Skimoes, bastante menos tiempo alejado
de los directos (apenas unos meses), pero que han tenido que proceder
a una reestructuración de su discurso, iniciando una nueva etapa,
casi metaforizada por el cambio que la caracteriza: el paso del
inglés al español como idioma de sus letras. Y la pregunta,
retomando a Uve, sería: “¿realmente valió la pena?”. La
respuesta es, evidentemente, siempre, pero más todavía en estos
casos, un rotundo sí.
Skimoes abrió el fuego con su
pop-rock influenciado por Los planetas y otros paradigmas de
una generación que empezó años ha, pero que se extendió a lo
largo del tiempo, y que, viendo a Skimoes, no sólo influyó
posiblemente en los padres, sino también en los hijos, como mínimo
los hermanos pequeños que creyeron llegar tarde a la fiesta más
grande y más pequeña del mundo, sólo vislumbrada a través de las
extintas minicadenas de sus mayores. Skimoes se reduce a lo
esencial, a lo fundamental sin resultar fundamentalista, a la
guitarra, al bajo y la batería. Su música es uso y desuso de
disfrute continuo, no por transitar por territorios tan conocidos y
pisados carente de interés. Su música va a por ti desnuda,
distorsionada, completa, sin joyas que ornamenten su cuello. Cópula
en medio de la condensación de tus ideas y contenedor de naufragios.
Skimoes llevaba tiempo sin
tocar, pero no han desaprovechado el tiempo. Ahora tienen un
discurso, el de entregarse a memorables, arrebatadores clímax de
puntiagudas guitarras, en medio de la inspiración épica de un campo
de batalla en el que no arde furia ni rabia alguna, sólo las sanas
intenciones de pasarlo bien y no engañar a nadie, memorándum de la
mejor de las guerras. Sería una tontería, un error, una broma sin
gracia, una crueldad, que después de lo que se pudo presenciar (en
una puesta en escena enérgica, que apabulla por el gozo que saben
transmitir y autodisfrutar todos los miembros de Skimoes) y
escuchar de ellos ayer, no consiguieran, a partir de ahora, bolos de
manera continua, casi cotidiana.
Media hora después empezaba lo que se
anticipaba el plato fuerte de la noche, el retorno de Peepshow.
Peepshow son seguidores de hacer complicado lo fácil y fácil
lo más difícil. Pero, precisamente por ello, es como consiguen su
particular y elevado sentido de la diversión. Aunque Peepshow
pretende por momentos ser algo más atmosférico, creo que quedó
demostrado ayer que su punto fuerte es sacar músculo, pasearse por
lo hard sin traicionarse. Podríamos decir que no les hace falta, ni
una cosa ni otra, porque la reacción del público fue de una entrega
absoluta, rayana en el puro fanatismo, bailando como poseídos
incluso en los tempos más pausados y rebuscados.
Y es que supongo que algo tenía ese
potentísimo espectáculo de luces y sonido que Peepshow
empleó para su retorno, un “no hemos reparado en gastos” plagado
de todo tipo de focos, varios cámaras que grababan el concierto
desde diversos puntos, lujos fotográficos y demás. Un concierto
estupendo, lujoso, variado, sobreactuado, siempre un paso, un tono,
una palabra, una mirada, una señal, un halago o vituperio más allá
del límite del exceso, recargado pero jamás cargante, oscuro pero
cómodo y confortable.
Hoy tocan en Madrid; dentro de
unas semanas, el 10 de octubre, en la segunda fiesta del programa de
radio “Club de amigos del crimen”, celebrada en el
valenciano 16 toneladas y apoyada por PitaSound Prom,
donde estarán acompañados por No-Frosth y Norek.
Basta de burlas crueles del destino: Peepshow ya saben lo que
quieren, con cuánto público pueden contar... y han vuelto aquí
para quedarse.
Más info:
Skimoes
Peepshow
Peepshow - Somos invisibles
Peepshow - Ciudad invisible
Vídeos Skimoes
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