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viernes, enero 09, 2015

José Antonio García y El Hombre Garabato - Sala Ambigú Axerquía. Córdoba, 3.1.15


José Antonio García y El Hombre Garabato - Sala Ambigú Axerquía. Córdoba, 3.1.15.

Si al integrarnos en el ambiente de un concierto atendiéramos más a la calidad que a la cantidad las decepciones menguarían en número directamente proporcional a la indiferencia de la masa autodenominada “nostálgica” o, hablando en plata, “viejuna” en lo que a vieja guardia roquera se refiere. Y si al ser testigos de la gira, humilde y selecta, que una de las grandes voces del rock and roll clásico en nuestro país anda protagonizando junto a una banda aún emergente pero con algún sólido proyecto ya cuajado, solo fuéramos capaces de mirar hacia adelante y dejarnos llevar por el hoy y el ahora, nos perderíamos la dosis necesaria de recuerdos sin los que entender algunas actuales propuestas sería poco menos que improbable. La música, como todas las bellas artes, se empapa una y otra vez de su propia memoria, y las canciones que no mueren en el intento de renacer en pieles distintas consiguen justamente eso, que las queramos escuchar como nunca fueron. O como siempre sonaron, que en resumidas cuentas es indiferente.

José Antonio García es un auténtico superviviente. Sabe de amargos fracasos, caídas en desdicha, huidas hacia adelante, vueltas a empezar e ilusiones por un porvenir incierto y apasionante. Lejos ya de los focos que iluminaron su deslumbrante liderazgo vocal con los eternos 091 y reconciliado con su pasado y su futuro, contactó casi por casualidad con cinco jóvenes músicos de su ciudad que ya habían grabado un par de discos más que aseados y buscaban un nuevo acicate, un líder que los guiara y los situara en mitad del camino en lugar de en el arcén; y una presencia aplomada que lograra posicionarlos en estudios y escenarios. Los granadinos, de solvencia más que suficiente para convencer al mismísimo Miguel Ríos y ponerlo ante el micrófono para cantar ‘Mi voz’ –su momento más glorioso hasta ahora, no solo por la valía del tema per se sino también y sobre todo por la momentánea resurrección de la leyenda-, tienen varias armas con las que disparar e incluso acertar en el blanco con cierta asiduidad. Temas como ‘La explosión’ y la bellísima ‘El héroe más valiente’ (que les sirvió para bautizar su mejor trabajo largo) inauguran una ristra de logrados y tarareables himnos pop que no desmerecerían en el repertorio primerizo de unos Lori Meyers algo menos pendientes de las melodías para grandes colectivos o incluso los Cecilia Ann que deslumbraron con aquellas historias surrealistas bañadas en apasionado e inocente rock americano. Se saben deudores de muchas cosas y sonidos pero saben aplicarse a fondo para que se note que su trabajo ha sido duro y concienzudo. ‘Enemigo’ y ‘De tripas corazón’ son eso, la explicación adicional a la lectura de un libro de texto de reciente elaboración. En su nueva edición hay temas ineludibles como ‘El desastre' o 'Por debajo del radar' y puentes hacia la alianza con su adorado “Pitos”, el hombre de las gafas de sol y el tupé mantenido a duras penas tras más de treinta años de lucha por no despeinarse, fructificados en las magníficas estrofas de ‘Otra vez’ (el vídeo en clave acústica grabado en la mítica tienda de discos Bora-Bora, en pleno corazón nazarí, es una verdadera delicia). Levantada ya la barrera, la irrupción en escena del señor García transforma definitivamente la atmósfera de un concierto simplemente correcto en algo mucho más grande e importante. Y la culpa no es solo de las canciones, que también, sino fundamentalmente de la experiencia. Sobre todo y sobre todos.

Y como eso dicen que es un grado, y en este caso superior, la pizpireta banda que agradece a su público el interés y se esfuerza por presentar su trabajo a los recientes e inminentes conversos a su fe abre filas y acoge al responsable de la mitad de su nuevo trabajo, una obra conjunta explicitada en la frase ‘Cuatro tiros por cabeza’ en la que funcionan insospechadamente bien como soporte de un puñado de canciones firmadas por José Ignacio Lapido (‘No puedo prometerte nada más’, con la huella del maestro bien marcada en la letra), Antonio Arias (‘Mírame’, afortunadamente a años luz de la última paranoia espacial del alma mater de Lagartija Nick), o firmadas a medias con otro compañero de fatigas reciente como Toni Guerrero (‘Julio del 36’, e imperdible también la corta discografía de Guerrero García, pop melódico de guitarras con pie y medio en la década prodigiosa de los 60). Otros vecinos ilustres se ofrecieron a colaborar, como Eric Jiménez, que amaestró a su personal forma la batería para ‘A punto de estallar’, puede que el mejor tema del álbum; o el hermanísimo Víctor García Lapido que punteó con gusto en ‘Nubes de colores’. Apenas unos minutos después de calzarse unas lustrosas ‘Botas de piedra’, los que nunca esperábamos un postre compuesto principalmente de ‘Carne cruda’ redescubrimos lo que debería ser de dominio público, que no es otra cosa que el legado de 091 se mantiene impoluto, rabioso y plenamente vigente. Una versión menos vehemente pero más acorde con la comunión esperada entre vocalista y grupo que sería rebatida por la metralla de la imperecedera ‘La vida qué mala es’, aderezada de nuevo con maracas y los coros entregados de unos, ahora sí, nostálgicos cuya presencia ya estaba más que justificada.

Esperábamos una ‘Canción del espantapájaros’ en la misma línea que la que sonaba en la última vida en directo de su banda madre, y ello se hizo efectivo en cuanto García hizo sonar la armónica y llenó de emoción, tantos años después, lo que jamás dejó de emocionarnos. Pero ni muchísimo menos las sospechas iban encaminadas a lijar de naftalina la brutal ‘Gilmore 77’, guardada en el armario de los recuerdos imborrables por su inclusión en el repertorio de los TNT, el grupo más punk que jamás haya pisado suelo andaluz y que liderase el mismo frontman cuya garganta después se inundó de poesía eléctrica y estribillos imborrables. Es un homenaje justo y necesario, como lo es que El Hombre Garabato se pliegue a las exigencias de un currículo intachable y rehaga con sumo respeto las canciones que a ellos mismos les sirven de excusa, incluida la fantástica revisión del hit ‘Por qué te vas’, de la nunca bien ponderada Jeanette. Así, ‘Qué fue del siglo XX’ debe ser y es el obligado cierre, el telón nunca definitivo para un directo en continuo crecimiento, con el aprendizaje como objetivo y la vista puesta en el siguiente paso, que si el guión no esconde ningún sobresalto jamás será dado en falso.

Cuando sabes de sus propios labios que los grandes músicos de este país siguen peleando en la sombra por adaptarse a las nuevas corrientes sin tirar al río sus viejos remos, eres consciente de que la verdad se oculta a los ojos de la mayoría, aunque más justo sería decir a los oídos. En el zurrón de las nuevas oportunidades, donde se guardan los mejores momentos de tu vida, siempre habrá hueco para las grandes historias del rock. Que son las mismas que las grandes historias de tu propia vida.


























Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney

Más info:
https://es-es.facebook.com/pages/El-Hombre-Garabato/307010492455
https://www.facebook.com/pages/Jos%C3%A9-Antonio-Garc%C3%ADa/51107932834?fref=ts
http://elhombregarabato.bandcamp.com/album/el-h-roe-m-s-cobarde



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