Del pop y otras obsesiones: Un cuarto de siglo divagando.

Lo recuerdo como si fuera ayer. "San Vinilo", nuestro programa de radio, se ofrecía en directo desde la mítica Radio Funny los sábados después de comer. Llegábamos Gon y yo con el bocado aún en la boca y poníamos con entusiasmo plásticos con nuestras canciones favoritas, jugando a que éramos eruditos. Después de nosotros venían Manolo y Mari Carmen. Ambos hacían una pareja de lo más cool. Me gustaba pensar que eran los Ira Kaplan y Georgia Hubley valencianos. Él, además de saber mucho de rock, igual que ella, tocaba el bajo en una de las bandas más punteras de la escena independiente valenciana: Doctor Divago. Yo entonces, embebido como estaba en todo lo que estuviera relacionado con el pop de factura clásica -cuanto más sixties y más anglosajón, mejor- no conocía demasiada música underground de mi ciudad, exceptuando quizá a Tent, Felpudo Tos, Carmina Burana o, por supuesto, el grupo en que tocaba Manolo ¿Quién no conocía al Doctor? Quizá había gente más veterana, más bragada en los escenarios, con más historia que ellos, pero Doctor Divago era el grupo que sabía aglutinar los gustos de casi todos. Los siniestros, los punks, los rockers, los mods, hasta los iconoclastas...todos tenían su pequeña parcela en su música y por tanto, a todo aquél con un mínimo de inquietud musical en la época (hablamos de mediados de los 90) podía encontrar en sus discos algún tema que directamente le volara la cabeza, porque si de algo hablamos cuando hablamos de ellos, es de canciones como puños. Yo personalmente, que como ya digo estaba muy a lo mío, no era un gran conocedor de su música -aunque lo que había oído me gustaba- ni lo fui hasta años después, pero sin duda había oído hablar mucho de ellos y me generaban el mayor de los respetos. No sólo habían grabado varios discos que aparecían reseñados en revistas como Ruta 66 (eso a mí me impresionaba mucho), sino que además llevaban muchos más años en funcionamiento (siete u ocho en aquél entonces) que cualquier grupo que conociera del entorno. Ya en aquellos días eran una institución y cuando aquella tarde en que estábamos terminando nuestro programa, Manolo y Mari Carmen aparecieron por la puerta de la emisora acompañados de Manolo Bertrán no pude evitar pegar un respingo y erguirme como si hubiera entrado el mismo Ray Davies. Era lo más próximo a una estrella del pop local que había estado y encima me lo presentaron así, como se presenta a un colega, sin más. "Aquí manolo, de Doctor Divago", dijeron, como sí nada...

Ya entonces me sorprendió su sencillez, su forma de hablar sosegada y cordial y esa mirada que parece que escruta al interlocutor, pero sin juzgarle. Me sorprendió, y aún hoy lo hace siempre que me lo encuentro, en la calle, en conciertos o en otros eventos. No somos grandes amigos, ni siquiera grandes conocidos, pero siempre que le veo me quedo con una agradable impresión de haber debatido con un tipo que es historia viva de la cultura de mi ciudad pero que, sin embargo, no pretende aparentarlo en absoluto y me siento siempre enriquecido, aunque hable con él del tiempo. Al contrario que muchos otros que me he cruzado por el camino, Manolo hace gala de una humildad impecable en cada uno de sus pasos que creo que es la clave para todos sus logros. Divago llevan tanto, tanto, tanto tiempo entre nosotros que nos hemos acostumbrado a su presencia hasta casi pasar inadvertidos, pero si de repente desaparecieran el vacío sería inabarcable. Esa honestidad y esa manera sencilla de manejar una carrera que sin duda alguna merecería mucha más atención, es lo que les corona como vencedores en el mayor de los retos: la supervivencia. Sobrevivir, hacerlo con la cabeza bien alta, con el nervio y la ilusión intactas, con el corazón en la mano, es algo que muy pocos pueden lograr. Y no se trata de ser los elegidos, se trata de ser sabios.

Doctor Divago se formó en 1989, por tanto en 2014 se cumplían 25 años de su existencia. Se dice pronto, pero ahí quedan infinidad de conciertos, varios ex-componentes, diez discos, algunas canciones legendarias, una legión de seguidores no demasiado grande, pero fiel como pocas y ahora también un recopilatorio, un disco y un documental.

Para celebrar sus cinco lustros en el mundo de los vivos el grupo ha decidido explotar a lo grande. Está claro que en el mundo discográfico "mainstream", tal como está entendido en este tan estupendo y culto país en el que vivimos, nunca tendrá cabida una propuesta como la suya, por eso ellos hace ya tiempo (concretamente desde su anterior trabajo) que decidieron auto-gestionarse y auto-editarse con la creación de su propio sello, Bonavena Música, en comandita con sus buenos amigos los Radiadores, capitaneados por Raúl Tamarit. Con ello, no logran lujo, pero sí la anhelada independencia que permite hacer las cosas a su manera y en esta ocasión, como hablamos nada menos de unas bodas de plata, han decidido tirar la casa por la ventana y regalarnos, como avanzaba más arriba, tres nuevos lanzamientos: un disco recopilatorio, que responde al hostelero nombre de "Especial de la casa", un documental, llamado igual que uno de sus clásicos: "Los tontos buenos tiempos" y, por si esto fuera poco, un libro, "En tierra de nadie", que ha escrito el periodista Mariano López.

Todo un ejercicio de retrospectiva que permite contemplar en panorámica la larga trayectoria de un grupo tan valenciano como el Miguelete, que se niega al fundido en negro y que aún tiene mucho que decir. En el documental dirigido por Rubén Soler (Cápsulas Musicales), por ejemplo, se traza un emotivo recorrido por su carrera, mezclando imágenes del archivo personal de Manolo, que por lo visto es el más cuidadoso conservador del "museo Divago" y guarda innumerables recuerdos, recortes, archivos de vídeo y audio y todo tipo de pormenorizados datos, con entrevistas, entre otros, a los antiguos miembros del grupo. Y también se incluyen sorpresas como la filmación de nuevas grabaciones con invitados de lujo, como Julio Galcerá (Mala Seguida), Victor Ortiz (Huracanes), Isa Terrible (Una Sonrisa Terrible, Desguace Café) o Cisco Fran (la Gran Esperanza Blanca).

Todo un documento que se hace acompañar, en formato digipack, por esa recopilación "Especial de la casa" que intenta reunir, en poco más de una veintena de canciones, todos estos años de estupendas letras, de canciones vibrantes, que formaron parte de discos igualmente brillantes y sobresalientes, prácticamente sin fisuras. Tanto, que la verdad es que se echan a faltar un montonazo de temas (¿porqué no cuarenta?), pero en fin, la síntesis es necesaria y verdaderamente, están las que deben estar: "Eva", "La habitación de Charo", "No tan bueno", "Tirando a dar", "Gracia Imperio", "Un minuto antes de la realidad" o "con tanto amor", junto con dos nuevas: "Hoy" y "Ligero como una pluma", que no desentonan en absoluto con el conjunto y que preservan esa mirada hacia el futuro, esa constante actividad en la que siempre ha estado envuelta una banda entregada a ser coherente con su entusiasmo y sus ganas de decir todavía unas cuantas cosas más.

El libro "En tierra de nadie" ya ha sido presentado, al igual que el documental, con gran aceptación y repercusión en los medios. Es tal el despliegue de minuciosidad que aporta aquí Mariano López, en colaboración estrecha con Manolo, que merece la pena aproximarse a sus páginas no sólo para ver de cerca la historia del grupo, sino la de toda una época de la cultura Valenciana, en la que ellos han sido protagonistas indiscutibles. Un trabajo de documentación necesario para entender una ciudad a la que muchos criticamos con asiduidad, por lo poco orgullosa que se siente de si misma, pero que guarda secretos poderosos, que son los que cuentan al oído los Divago, entre otros muchos que han sido los suficientemente inteligentes como para seguir su estela.

Y aunque hablemos siempre de Manolo Bertrán como elemento más visible de la estampa del grupo, no hay que olvidar que Doctor Divago es un monstruo de cinco cabezas y que su música es incomprensible si falta alguno de sus elementos. Todos sus miembros son músicos experimentados. Algunos legendarios en la escena, como Antonio Chumillas "Chumi", que toca armónica dando un toque característico al sonido, hace coros y diseña las portadas de los discos; o Asensio Ros "Wally", su inquieto batería, que además de en su banda de toda la vida ha tocado en infinidad de proyectos diferentes; y a ellos se unen David Vie, a la guitarra y Edu Cerdá, al bajo, dos tipos que tampoco son nada mancos, completando una banda espléndida que respira en directo su hábitat natural y escupe fuego desde la tarima del escenario a todos los que contemplan boquiabiertos la manifestación sincera de lo que todos sabemos, aunque pocas veces comprobemos, que es el rock and roll: verdad, nervio y tensión. Y esa va a ser la principal baza de esta celebración de aniversario: un directo que en Valencia podremos disfrutar el día 17 de este mes en la sala Wah Wha, en el que sin duda comprobaremos el poderío de una banda en plena forma, que además hace ya algún tiempo que no se presenta en su ciudad natal bajo este formato (sí lo ha hecho en formato reducido y acústico y en eléctrico en otras ciudades de la península, por ejemplo Madrid hace relativamente poco). Evento que nadie en su sano juicio debería perderse, entre otras cosas porque con la entrada, por un módico precio de 14 euros, se lleva uno además el digipack con recopilatorio y documental. Los Divago están que lo tiran y hay que acompañarles en esa fiesta, como también lo harán varios invitados de lujo, los ya citados Ortiz, Galcerá, Terrible y Cisco Fran, además de un Jesús Ordovás que hará las delicias de los presentes amenizando a los platos la fiesta post-concierto.


Una cita ineludible para ofrendar nuestro respeto a un grupo que ha marcado los surcos por los que todos los que en algún momento hemos querido expresarnos musicalmente en esta ingrata ciudad hemos caminado. Larga vida a ellos. 

Brindo por vosotros, doctores! 

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