Tulsa + Atlàntic - Sala Wah Wah. Valencia 24-01-15
“Llevo años escribiendo la misma canción”. Canciones de cuna para el corazón, versos ni mucho menos inservibles que han grabado marcas indelebles en la historia del desamor y sus dolencias. Un camino recorrido de la mano de la voz sabiamente rota de Miren Iza, que, aunque toma una dirección nueva, mantiene su esencia y construye nuevos recovecos en su personal universo. No es la misma canción, es la historia construida y vestida de nuevo con diferentes pero familiares ropajes.
Para comenzar, los valencianos Atlàntic en el papel de banda invitada ofrecían un repertorio de temas en los que brillaron destellos pop, influencias noventeras y melodías sencillas y cotidianas. Josep Bartual (voz, guitarra), Thomas Mantovani (batería), Fran Mesado (bajo) y Pablo Obiol (guitarra) repasaron su ep homónimo de debut con la inestimable ayuda de María López (de Moonflower) a los coros. Canciones como “Nunca lo sabrás”, o “Ejército de Salvación” sonaron frescas y fueron buena muestra del trabajo de la banda, que además ofreció una versión de “Hasta el infinito y más allá”, perteneciente a Iba Andando, antiguo proyecto musical de Bartual y López.
Tulsa escogía la Sala Wah Wah de Valencia para presentar “La Calma Chicha”, su tercer largo editado después de un descanso inevitable, de un tiempo que a todos nos ha parecido largo pero que, después del concierto del sábado, se antoja necesario e incluso catártico. Nuevos amigos, nuevos músicos como compañeros de viaje, y un envoltorio novedoso que toma forma de folk-rock con tintes electrónicos. Sintetizadores y cajas de ritmos se unen a la guitarra de Miren para jugar con las atmósferas e imágenes que destilan sus canciones. Sorprendente, sí, pero con la grata sensación de seguir estando en casa.
La noche osciló entre la nana y los tambores de guerra. “Ay”, con la soledad que da un escenario semi vacío, con los nervios de la primera vez y la expectación y la calidez de un público que esperaba remover sentimientos. Miren Iza posee un halo de sencillez y timidez que la hace única y que despeja su música de elementos superfluos. Su carisma parte de sus canciones, de la sensibilidad que transmite su personal voz, de un saber estar que dan el tiempo y los tropiezos. La timidez se disipa en parte cuando se incorpora el resto de la banda para acometer “En tu corazón sólo hay sitio en los suburbios”, uno de los nuevos temas, donde el giro hacia lo electrónico es más palpable. Pura energía sobre el escenario, más contundencia de la esperada, y una mirada dirigida hacia todo y hacia ninguna parte pero que recorre los profundos rincones del alma.
“El bosque” crea imágenes musicales que poseen la levedad de los sueños (y el inevitable pensamiento de cómo sonará con el acompañamiento de Ricardo Lezón), y con “Los amantes del puente” el viaje entre un París imaginario (es inevitable la metáfora cinéfila) y un Madrid abocado a la realidad recorren pasarelas a uno y otro lado del río.“El baile”, “Bórrame del mapa” y la espectacular “Verano averno”, las tres canciones que forman parte de la banda sonora del cortometraje “Ignonauta”, son otro de los estrenos de la noche para los que no habíamos tenido la oportunidad de escucharlas en directo.
Tulsa y su banda siguen recorriendo “La Calma Chicha” y se permiten, en la parte final, volver en tres ocasiones a sus “antiguos hits”. Una de las dudas antes de acudir a la sala era si las canciones de su anterior etapa pasarían por el nuevo flitro o conservarían su sonido primigenio, ahondando en las raíces de la “americana”. Probablemente sea “Algo ha cambiado para siempre” la que experimenta los mayores cambios; nuevas percusiones y teclados le otorgan aires algo más festivos. “Aniversario de boda” y, sobre todo, la potente “Tus flores”, con la que se cierra el concierto, son las concesiones a épocas y sonoridades pasadas.
Repitiendo metáforas sonoras, entre canciones de cuna y los tambores de guerra del final, se hace evidente la transformación del universo Tulsa, y cómo las antiguas piezas encajan de nuevo en un orden familiar y extraordinario. Un cambio que a priori podría generar interrogantes, que se disipan con las primeras notas de un concierto. En una noche cualquiera, el amor sigue siendo efímero y los amantes continúan despidiéndose en un viaje sin fin al norte.
FOTOGRAFÍAS DE TULSA
FOTOGRAFÍAS DE ATLÀNTIC
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