Llegamos al cruce de caminos. Cogemos la primera bifurcación
a la derecha. Al fondo, esperamos escuchar el blues rasgado de Robert Jhonson
pero no. Aguzamos la vista y el oído y nos sorprende, con un puñetazo en la
boca, Juanito Valderrama y los primeros acordes de “La hija de Juan Simón”.
Después, la noche dará blues para rato pero comenzar así, a pulmón pelado, te
predispone para cruzar el último umbral del infierno acompañado de una cigar box
distorsionada, cargada de fuzz y de mala ostia.
Crudos y directos, impactantes, originales. Se nos quedan
cortos los adjetivos para describir a una pareja en la que monta un show a partir
de los instrumentos más insólitos y que, incluso cuando tocan instrumentos “normales”
lo hace de forma original. ¿O es que habéis visto antes tocar el bajo, a modo
de violoncelo, con una baqueta?
Así son Crudo Pimento,
un grupo que bajo el sello “Miel de moscas” está dejándose ver por los
escenarios con despliegue de rock’n’blues experimental y descabellado. Áridos
pero potentes. Autosuficientes. Con capacidad para sorprender a base de una
experimentación que va más allá de los propios sonidos y se traslada a los
instrumentos, a las actitudes y a los resultados.
Sin complejos, Raúl
Frutos e Inma Gómez se reparten,
cambian e intercambian instrumentos de cuerda y percusión. No se encorsetan,
evolucionan con un descompás estudiado y bien utilizado, a lo largo de temas que
hacen guiños a grandes guitarristas y bluesman de todos los tiempos y que te
hacen creer que van a tocar algo que lejanamente se parece a algo que alguna
vez creíste conocer pero lo retuercen y le dan forma hasta hacerlo otra cosa
distinta.


Presentaban “Fania Helvete” pero no se olvidaron de los “hits”
contenidos en su álbum homónimo. No se bailó (los de Burgos bailan más y gritan
mejor), quizás porque encajar la boca dentro de la mandíbula resultó
incompatible con un movimiento más fluido entre los que nos acercamos a la sala
o quizás porque no éramos suficientes para vencer ese reparo natural a destacar
entre la masa del público, aunque ganas, no faltaron, puedo asegurarlo.
Como sois muchos lo que os lo habéis perdido, sólo decir que
lo lleváis crudo. Crudo para pasar a ese atractivo lado del infierno, justo
antes de llegar a los pantanos habitados por otros grupos equiparables en
originalidad musical. Justo en el cruce de caminos en el que Juanito Valderrama
dejó su sombrero.
Crónica: María Villa
Fotos: PerseFone
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