Del Pop y otras obsesiones: Paul Collins o cómo sentir el ruido del pop.

Paul Collins es el indiscutible rey del Power Pop y España, además de su país de residencia durante años, es quizá donde se le rinde mayor pleitesía. Viene a reclamar el trono y a presentar "Feel the noise", su vitamínico nuevo disco. 




Con apelativo tan definitorio como The Nerves, tres chavales californianos, que respondían a los nombres de Jack Lee (guitarrista), Peter Case (bajista) y Paul Collins (batería), dieron con una fórmula que desde ese momento ha sido repetida hasta la saciedad, pero jamás ha dado tan buenos resultados como en sus manos (tanto en ésta como en aventuras separadas): recuperar las melodías acarameladas del pop que en los primeros sesenta acuñaron los Kinks, Beatles, Searchers, Hollies, Byrds o Beach Boys y darles rapidez, urgencia y ruido.
Sí, por supuesto, antes que ellos estuvieron Rapsberries, Big Star o Dwight Twilley más o menos en esa tesitura, pero el brío adolescente que estos tres muchachos sabían imprimir en unas canciones totalmente irresistibles les acercaba más a lo que estaba pasando en el momento por ejemplo con unos Ramones, aunque claro, ellos no eran punk, ni falta que les hacía. 

Duraron poco y sólo dejaron un EP a su paso, pero probablemente estemos ante el grupo con una sola referencia tan breve más influyente de la historia del pop. El disco, editado en 1976 por la independiente Bomp records, no cosechó éxito en absoluto, pero las cuatro canciones que contenía -"Hanging on the telephone" (más tarde un éxito masivo en manos de Blondie), "Gimme some time" -ambas de Lee-, "When you find out" (Case) o "Working too hard" (Collins)- son la piedra filosofal de lo que se ha dado en llamar, desde entonces, power pop. Cuatro temas tan pegajosos, vibrantes y juveniles que es imposible no caer rendido ante ellos. Más tarde se reeditarían esos temas con alguno más que dejaron grabado precariamente, pero básicamente eso fue todo. 

Jack Lee emprendió carrera en solitario, cosechando éxito en los ochenta sobre todo como escritor de éxitos para otros artistas; Peter Case formo The Plimsouls, otra de las bandas básicas en este estilo y Paul Collins, tras una mini-aventura junto a Case que denominaron The Breakaways, decidió formar su propia banda, The Beat

La fórmula por la que optó Collins seguía siendo la misma: formato de canción de melodía irresistible al estilo de la vieja escuela del pop, pero atacadas con nervio y desenfreno. Rapidez, melodía y sofisticación al servicio de una colección de temas infalibles que se tradujeron en un primer disco de antología. "The Beat" (CBS, 1979) fue su primer lanzamiento, nada menos que en la multinacional más emblemática, y no consiguió el éxito esperado pese a ser uno de esos discos que nunca fallan. Escuchar "Rock and roll girl", "Don't wait up for me", "Walking out on love", "I don't fit in" o "Let me into your life" significa bailar sin freno y ser feliz, así de sencillo. Quizá sería por una promoción deficiente o sencillamente por no encontrarse en el lugar y momento adecuados, pero el caso es que el éxito que ellos debieron cosechar se lo llevaron al huerto The Knack y su "My sharona". Injusticias de la vida, sin desmerecer en absoluto a los de Doug Fieger.

De alguna forma, la oportunidad se había esfumado. Las cosas no se volvieron a enderezar y un segundo intento para CBS que llegó demasiado tarde, "The kids are the same" (1982), cuando la new wave era cosa del pasado, no ayudó para evitar que terminaran recibiendo la patada de dicha multinacional. Collins lo siguió intentando con resultados irregulares, sin que prácticamente nadie le quisiera editar: brillante el EP "To beat or not to beat"     ( Passport, 1983), el casi inencontrable mini lp  para la discográfica francesa Record Runner "Long time gone" (1985) o el directo en la Sala Universal de Madrid de 1986 editado por la española Twins. El californiano terminó, de la noche a la mañana, convertido en un recuerdo, un artista de culto de un subgénero como el power pop, nada respetado en su país y que sólo en el sur de Europa contaba con público y atención. Precisamente fue en España (Madrid) donde Collins estableció su residencia durante muchos años. Se casó con una española, regentaba un bar, producía a bandas (La Granja) y giraba de cuando en cuando por la península, Francia o Japón, en donde aún seguía despertando interés. Los discos cada vez se fueron espaciando más -"One night" (Twins, 1989); "Paul Collins" (DRO, 1992), "From town to town" (Wagon Wheel, 1993)- alejándole del sonido que le había caracterizado para acercarse al de raíces norte americanas. 
No fue hasta 2006 en que el disco editado por la madrileña Lucinda Records ("Flying high") volvió a ponerle un poco en el candelero pop. Las canciones tenían destellos de los aciertos de antaño y aunque su voz ya no es la que era, hacía algo más cercano a lo que se esperaba de él. Se alió con jóvenes músicos españoles (Octavio Vink, de los Protones, sobre todo) y comenzó a girar a tiempo completo, recuperando en sus siguientes trabajos el apelativo perdido de Paul Collins Beat (referencia que se vio obligado a usar ya en los ochenta con su nombre delante por problemas legales con la banda británica de ska del mismo nombre) y decididamente recuperó el pulso perdido del rock and roll que con "Ribbon of gold" (Get hip, 2008) y sobre todo, "King of Power pop" (Alive,2010) cobró todo su esplendor, grabando en su país con productores de renombre y volviendo a girar por todo el mundo en una reencarnación más que decente de su legado. Sus conciertos, en los que sabe rodearse de músicos jóvenes, pero experimentados y él hace gala de tablas y entusiasmo, son celebraciones del pop como música para hacer sentir bien. Diversión garantizada y canciones como puños, una tras otra. 

Esta semana Paul Collins comienza en nuestro país la gira de presentación del disco que publicó a finales de 2014, con un título tan declarativo de intenciones como "Feel the noise", en el que su capacidad para dar en la diana vuelve a no dar tregua con canciones tan resplandecientes como "Only girl", "Baby I want you", "I need my rock and roll", "Baby I'm in love with you", o una fantástica versión del clásico de los Four Tops "Reach out I'll be there", que conforman un facsímil tan acertado del sonido del primer lp de The Beat, que terminan pareciendo una colección de descartes de éste (no en vano en la portada de este disco aparece Paul en una foto tomada en esa época). Todo listo para conformar un repertorio que a base de pildorazos nuevos y antiguos a buen seguro hará las delicias de todos los aficionados que se acerquen a bailar y sentir el ruido. En Valencia, la cita será cómo no, en el escenario del Loco Club el viernes 8 de mayo. 


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