Profetas y Planetas
en su tierra. Como pocos. con el “Sold out” colgado hacía semanas y mucha expectación
alrededor de su último trabajo, ese “Dobles fatigas” (El Sergel – 2015), un EP
en el que vuelven a poner el acento (granaíno) en los cuatro temas que recogen
en el mismo. Temas de los que tocaron tres que, obviamente, se quedaban cortos para las dos horas de concierto (con tres bises a falta de uno) con que
pusieron la sala boca abajo.
Una sala llena a rebosar, escaleras y zona VIP incluida en
la que moverse se convertía en toda una odisea y donde, el único pero (en Graná
se ponen peros hasta a las cruces) fue el sofocante calor que generaba la gran
masa humana congregada, cual satélites, alrededor de Los Planetas.
Veintiocho temas entre los que no podía faltar la estelar
apertura con “Los poetas”, de una ópera egipcia”, tras una intro llena de
cantos de muecín que ponía en situación, para recibir esos cantos coránicos en
los que se basa el tema (y que se repitió a la entrada de cada bis en pequeños
fragmentos), en una tierra donde la poesía y sus poetas son, sin dudas, un
atractivo incluso turístico.
Impresionante Eric desde su entrada al escenario, con una luz cenital que le alumbraba a él en exclusiva dando espectáculo baquetas en mano desde el minuto cero. A Eric hay que observarlo atentamente durante los conciertos, una lección de maestría y estilo a la batería. Ayer, especialmente, en su tierra, con todos los que alguna vez pasamos a brindar con él y a escuchar música en su bar, con todos sus amigos entre el público, Eric parecía mucho más enorme de lo que ya es de por sí.
El escenario, en penumbra con un juego de luces indirectas
que alumbraban a todos los sitios excepto al propio grupo, en una atmósfera
galáctica, difusa y brumosa, J.
cogía la guitarra y cantaba (sí, es cierto que no se le entiende nada, pero es
coherente hasta en eso, Los Planetas suenan así) Mucha solvencia, y coherencia,
en los temas que componen el EP, que vienen a demostrar que Los Planetas pasan por un buen momento
a pesar de que no se prodiguen discográficamente y que temas como “Motores de
combustión” o “Estadística”, en directo, demuestran que la banda aún hace temas
necesarios en su larga biografía personal.
Intacta su capacidad de emocionar al público con temas que
eran imprescindibles en la noche, como “Virgen de la Soledad”, “Señora de las
Alturas”, “Corrientes circulares”, “Santos que yo te pinté”, “Devuélveme la
pasta” y ya en los abundantes bises “Alegría del incendio”, “De viaje”, “Soy un
pobre granaíno”, “Entre las flores del campo”, “La copa de Europa” y “Romance
de Juan de Osuna”.
Estas dos últimas para cerrar un concierto que resultó
espectacular de principio a fin y en el que destacó especialmente la
interpretación de unos tangos granaínos cantados a la particular manera de J., reivindicando ese granadinismo que
lleva siempre por bandera, junto a Florent,
Banin y Julián como escudería perfecta, la que conforma nuestro grupo más
internacional.
Anoche, confirmando la Industrial
Copera como la sala mejor preparada en estos momentos para acoger este tipo
de eventos tan multitudinarios, el recorrido por la historia planetaria fue
amplio, intenso y compartido por un público que se sabe bien las letras
(gracias a eso se podían identificar algunas de ellas con más claridad), un
público que arropó y compartió con Los
Planetas una noche, tan estelar, que llenó el cielo de Granada durante dos
horas en las que, ni “la miajilla” calor que pasó el público pesara en el ánimo
de unos incondicionales que elevan, siempre, a las alturas, a esta formación
que tan bien representa, tantas y tantas cosas de la peculiar idiosincrasia granadina.
Antes que ellos, abriendo la noche, los también granadinos Pájaro Jack trajeron el bien, mucho
bien, un recinto que se iba llenando poco a poco, pero que registró una buena
entrada ya desde la aparición de los teloneros. Un bien, del que acaban de
presentar su segunda parte “Vuelve el bien Parte II” en la que ya han
abandonado, definitivamente, ese aire folk que caracterizó su primer disco,
homónimo, a partir del cual su sonido ha evolucionado haciéndose más suave, más
“benévolo”, haciendo uso del título de su última entrega, que nos ha llegado en
dos partes.
Muy buena, como siempre, la interpretación la banda liderada
por Jaime, que pone su particular voz a una formación en la que la calidad de
todos los músicos define la línea de un proyecto, que tiene todos los
ingredientes para cuajar y formar parte de los grupos de referencia, dentro de
su particular estilo, en la ciudad.
Nos marchábamos así, con buen sabor de boca por las tres
horas de concierto, que se repartieron entre ambos grupos para que, en esta
ocasión, todo quedara en casa, entre un público que demuestra su fidelidad a
las bandas que sonaban en Pedro Antonio y aledaños en los noventa y la buena
acogida a los relevos generacionales con los que comparten escenario.
Granada sigue siendo así, un planeta distinto en el que la
música suena diferente. Y es ahí donde la ciudad, y sus músicos, hacen grande
lo que aún queda de lo que fue “la escena granadina” y te hacen estar orgulloso
de formar parte de ella.
Crónica: María Villa
Fotos: PerseFone y J.M. Grimaldi
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