Claire tiene los ojos claros y luminosos del mediterráneo y
la voz, profunda, llena de estrÃas y cicatrices. Llegó a Granada, desde Malta,
hace siete meses. Tiempo suficiente para una cura espiritual, la que la artista
nos cuenta que necesitaba en un momento en el que su mediterráneo se habÃa
vuelto oscuro.
Desde el escenario de La Tertulia nos cuenta que esa noche
está cerrando un cÃrculo. Se va de Granada, cree que volverá, pero no sabe
cuándo, pero nos relata, emocionada, que llegó aquà en un momento en el que
todo habÃa dejado de tener sentido y se va plena, de experiencias, de nuevas
canciones, de luz, de nieve, de amigos.
AquÃ, en La Tertulia, dio su primer concierto tras llegar a
la ciudad y aquÃ, rodeada otra vez de viejos y nuevos amigos, quiere
despedirse. Y lo hace con esa profundidad melancólica, ese sentimiento a flor
de piel. Una piel que se ha ido dejando en el camino quizás, porque lo que de
verdad necesitaba era una piel nueva.
Nos regala, desde la más absoluta humildad y la cercanÃa con
que Claire Tonna se ha hecho el corazón un poco granadino, esas canciones
hermosas, que cuentan tanto y tan bien que nos hacen resbalar alguna lágrima mientras
escuchamos todo lo que quiere contarnos. Entre tema y tema, unos suyos, nuevos,
hechos aquà al amparo de amor y la amistad que ha encontrado en esta ciudad que
tan bien la ha acogido, otros adoptados de voces tan profundas como la suya,
como la de Nina Simone, nos cuenta todo lo que ha significado Granada en su
vida, todo lo que ha sentido y lo que sabe que nos ha hecho sentir.
Claire se marcha, rumbo a Cádiz, quizás a curtir un poco esa
piel nueva con la que ahora se viste de colores y en esta última noche su voz
se vuelve a mezclar con el sentido zapateado de una de las personas que ha
estado a su lado en esa etapa, Iván Hervás. A golpe de tacón, Iván, pedazo de
artista, subraya, remarca, enciende, párrafos de las canciones de esta mujer
tan especial que ha sabido hacerse un hueco, pequeño pero profundo, en la vida
cultural de la ciudad pero, sobre todo, en la de sus amigos.
De esos deja un buen puñado aquÃ, que mezclados con el
cariño de quienes la hemos escuchado y hemos sentido ese pellizco en el
estómago mientras la escuchábamos, forman un buen puñado de motivos para que la
artista vuelva, a ser posible, ocupando el lugar que merece.
Y como se va, Claire lo hace soltando lastre de su maleta,
para que el camino sea más fácil, el peso menor y los pasos más ágiles. Se va regalando,
a los asistentes, un puñado de buenos recuerdos, un montón de buenas canciones
y unas piedras de la suerte, con forma de corazón, para que su peso sea más
ligero y el de los que se quedan tomen conciencia de que algo pesa más dentro
de cada uno de los que ha compartido experiencias con esta poeta de las calles,
que se lleva, junto a nuestra emoción, toda la luz necesaria para que sus ojos
sigan siendo del azul, claro y brillante, del mediterráneo.
Crónica y fotos: MarÃa Villa
0 Comentarios
¡Comparte tu opinión!
Esperamos tu comentario