El equilibrio y la mesura a la hora de enfocar la base de un
disco no son bienes demasiado preciados últimamente entre las luminarias del
pop de aquí y allá. A la inmediatez se la suele confundir con el descuido y a
la elaboración con el mimetismo. De ahí que encontrar a bandas o grupos que
aprecien la distinción y sepan extraer con ella el fino hilo que separa el
polvo de la paja sea una tarea mucho más ardua de lo que debería. Escuchar el
resultado de algunos trabajos tan concienzudos es otra labor mucho más
placentera y plenamente satisfactoria. Paul Zinnard, o Carlos Oliver (los alter
ego hace tiempo que dejaron de resultar importantes), afina el tiro un poco más
con cada nuevo trabajo, y gracias a artistas como él y a la perfecta
consonancia que establecen con el resto de su carrera, es todavía posible oír
surco a surco los siete que componen este excelente trabajo llamado ‘Back door
bullets’ sin que la mueca de sorpresa aceche nuestro rostro durante demasiado
tiempo. Además, ya se sabe que lo bueno, si breve…
Tiene
tiempo el mallorquín para explayarse a placer con magníficas melodías como la
de ‘Let me in’, basadas en un sonido americano que sigue siendo su norte más
evidente, aunque siempre matizado por unos arreglos que se tornan más
intrincados de lo habitual en otros cortes del estilo de ‘Bound for heaven’,
igualmente acertados. No oculta tampoco aquí su sentida admiración por la
carrera y los modos de gente imprescindible como Wilco, Neil Young o Lou Reed.
De este último hay bastante, y tampoco es nada extraño si atendemos a la
iconografía y referencias habituales en su hasta ahora exquisita discografía. Y
así, con una banda fiable en la que confiar, pausa el tempo a placer y modifica
el ritmo del disco con sendas paradas en ‘Haircut’ y ‘If I said something rude’
y cuenta su vida a su manera, sin desvelar demasiado pero dando claves sobre
los temas que le preocupan, los que le tocan más directamente y los que nos
afectan a todos, y entra en detalles para que nos sintamos cómplices de unas
historias a las que parece no tomarle demasiado tiempo llegar.
‘Back
door bullets’ es justamente eso, una colección de balas –y no de fogueo
precisamente- en las que el sonido de Paul Zinnard se asienta definitivamente y
lo sitúa como uno de los artesanos del pop más brillantes que posee la música
española de la segunda década del siglo XXI. La firma de estas canciones brilla
con voz y luz propia, y los reflejos y ecos que deja tras su escucha permanecen
durante el tiempo suficiente para que las apreciemos más a cada minuto. Tal vez
aún no lo sepamos, pero estamos sin duda ante uno de los grandes discos del
año, y no han pasado ni dos meses.
Escucha 'Back door bullets' aquí.
Más info:
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