Lanuca: "Tibia turbia" (Infinito, Discos, 2017)



La trilogía anatómica de Lanuca se cierra con "Tibia turbia" (Infinito Discos, 2017), un marcado brinco en la corta pero fértil carrera de la artista valenciana Ángela Bonet. Los parámetros creativos medran en un abismal campo que mantiene el magnetismo a la vez que se expande e imbrica en sugerentes capas terrenales y espaciales. 

La senda introspectiva que Lanuca abordó desde "Pómulo" viene siendo una suerte emocional y fascinante; experimentada en la exploración sensorial con la sapiencia sobreexpuesta en un excelso ejercicio estético que enaltece a partes iguales valores como la belleza, el amor, el orden natural de las cosas y la humanidad. Nos adentra en un cosmos universal que capta la sutileza y la sensibilidad en maravillosas instantáneas; imaginería esculpida a golpe de surcos incandescentes a través de una instrumentación y voz que transcurren entre la delicadeza y el punto de sutura depositando un poso visceral que sedimenta en deliciosas atmósferas. "Tibia turbia" es otra escapada vital de fina estampa que vaporiza en una tercera entrega que persiste en la pequeña pero intensa dimensión de un formato con siete cortes redondos, complementados en una estratosfera hipnótica y engarzados en el preciosista diseño de Laura Pallardó


La composición de las canciones queda perfectamente nutrida con el acompañamiento de guitarra de Manolo Bertrán; una comunión nada casual que nos resulta imperiosa dada su amplia gama de matices que gana enteros en la producción final. El suculento plantel de músicos que irrigan la vastedad del océano musical de Lanuca cuenta con la sobrada experiencia de Dani Cardona en la producción y la percusión, los sintes de Ana Santos (Ártico) y el cello de Vanessa Juan (Galavera). La voz de Ángela torna en una explosiva gradación hacia la madurez a través de un hendido juego entre registros que van desde el fino terciopelo a la tenebrosa turbación. Refulgentes destellos arrojan en "Es por amor" a ese estado volátil en el que planeamos henchidos y rugimos con fuerza sentimientos universales. 

"Tibia turba" es un camino práctico hacia la vida; los pasos certeros, inquietos y polvorientos marcados con ritmo cadencioso y latente en "Pétalos de abismo", una bella postal de final de verano con la versión de "Mirando al mar" de Jorge Sepúlveda, lo fronterizo y el aire del folclore de "Besos tormenta", la urgente intensidad de "Mi revólver" y la delicadeza instrumental de la espléndida "BBB". El cierre con la canción que da título al disco nos coge de la mano para caer en un efecto de mantra vigorizante. 

Un trabajo que seduce, respira, muerde y estremece. Lanuca erige una vez más el perfecto refugio imaginario estampado en extensos paisajes fronterizos que transcurren en una línea continua y sinuosa; los suaves susurros, la línea hipnótica de la composición y una inabarcable sutilidad consiguen sumirnos en pasajes calmados que acunan de forma insólita la fragilidad humana. 

"Tibia turbia" se presentará el próximo viernes 10 de marzo en Sala Russafa. Entradas aquí.

Fotografía Ángela Bonet: Verónica Francés

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