Dos grandes bandas, una local y otra gaditana, demostraron que no había mejor forma de cerrar el verano musical en una de nuestras salas favoritas. El despliegue de energía de Furia Trinidad fue precedido por la siempre sorprendente banda de D. Donnier, uno de los músicos más apreciados en la ciudad. La música continúa, pero sin terraza ni vientecillo reparador.
El cierre de la temporada estival en la sala Ambigú Axerquía
no debía ser tranquilo. Para la ocasión estaban convocadas dos bandas de
relativo corto alcance aunque sobrados poderes de convocatoria, con efectividad
de altos efectos. Estamos a finales de septiembre, el otoño acecha para caer
sobre nosotros con toda su gris energía y lo que buscábamos en la terraza de un
local entregado al rock and roll y sus adyacentes era un poco de diversión. Que
fue mucha y buena al final, para que no olvidemos del todo las pocas semanas de
distancia que marcan aún las últimas vacaciones. Los dos platos del menú fueron
engullidos con fruición y el regusto que te dejan las especias bien mezcladas
en su salsa. De eso iba precisamente la primera propuesta, el entrante perfecto
para el plato principal que saciaría el hambre brutal de música de cualquier
viernes noche.
David Donnier, hijo y heredero de uno de los grandes músicos
franceses que han pisado suelo cordobés, lleva desde 2006 recorriéndose España
sin hacer mucho ruido mediático y metiéndose a todo tipo de audiencias en el
bolsillo de sus estrambóticas indumentarias. Su reciente look, espesamente barbado
y tocado con boina británica, lo sitúa de nuevo al frente de una potentísima
banda llamada His Bones que hace justamente lo que anuncia, ponerle osamenta
sonora a las disquisiciones multilingüísticas (canta en francés, inglés y
español indistintamente) de un personaje abrumador. Músicos así deberían
acaparar titulares por su arrojo y capacidad de riesgo al mezclar sones
latinos, jazz melódico, percusiones caribeñas, chanson “rockerizada” y country
sustancioso. Y todo bien batido y solidificado después de mucho ensayo y horas
de concienzuda puesta en escena. La formación múltiple se presentaba diezmada
por la ausencia del armonicista Scott McLain al que suplió, o más bien
complementó, la pericia de Frodo al clarinete y la trompeta. Llevan más de un
año girando con un discazo, ‘Flesh and bones’, al que le siguen sacando jugo,
además de predicar las virtudes del mestizaje rockabilly con ‘Riding’, ‘Rock my roll’, ‘Psycho’ y ‘Nobody home’.
Un coctel de efectos insospechados aderezado con el toque elegante de ‘Par
hazard’ o ‘Cosa monstrua’, títulos ya lo suficientemente explícitos para saber
a lo que dedican su tiempo libre estos salvajes. Cuando Donnier baja un peldaño
y exhorta a todos al meneo (entiéndase en el sentido que se prefiera) con
‘Surfin bird’ se entiende que no hayan parado de tocar en tanto tiempo y se
intuye que la inspiración tardará en evaporarse. Larga vida al rock cordobés, y
salud eterna a bandas tan extrañamente atractivas.
No era la primera vez que veíamos a Furia Trinidad ni que
vibráramos con su humilde pero arrolladora presentación de las nuevas
canciones, que ya tienen algún tiempo, incluidas en su fabuloso segundo disco.
De Goli Supersummer ya sabíamos que era y es un showman de vocación, un loco de la música y los estudios de
grabación que vomita guitarrazos sin pausa y quema una camisa blanca en cada
concierto a fuerza de sudarla hasta el desgaste. La melena enmarañada, su
aspecto de vividor alucinado y esa tremenda capacidad para hacer lo que le da
la gana, literalmente, dentro y fuera del escenario, lo convierten en una
suerte de Jim Morrison portuense con voz aflautada que presenta a la banda y
los temas en inglés ininteligible y encuentra en Nur Wong la partenaire perfecta (sigue siendo la
guitarra más sexy de los escenarios hispanos) a sus vómitos de spaghetti western, rock esquelético y
esquizofrenia fronteriza. Con la complicidad vocal de la otra melenuda del
grupo y la puntualización rítmica del gran Nelo Escortell y el implacable Rafa
Camisón, bajo y batería respectivamente, recuperaron algunos de los temas con
los que conocimos a la banda, entonces con el nombre acortado, como los
sinuosos ‘I’m a man’ o ‘Shake it’, y bajaron el tempo a la psicodelia de
‘Feeling alone’, con un Supersummer arrastrándose literalmente entre nosotros y
encerrándose tras una valla de seguridad, para volver a los altibajos que
tienen casi todos sus temas. ‘Red blood’, ‘Isla de la reunión’, ‘Pushloop’, ‘In
my room’, ‘She and the sunshine’, se sucedieron sin compasión y manteniendo una
maravillosa tensión. Hasta ‘Mary Ann’s funeral’ parece más amenazadora de la
cuenta, pero es un tremendo placer escuchar esa explosión de guitarras y unos
punteos en su punto exacto de ebullición. Una pena que por falta de tiempo nos
quedáramos sin algunos bises esperados incluso por la propia banda, pero así
tenemos la excusa perfecta para reencontrarnos con ellos a la menor ocasión.
Después del trasiego del verano no había mejor punto y
seguido para volver al escenario interior de un Ambigú Axerquía que seguirá
apostando por la mejor música en directo con nosotros como testigos habituales,
y brindaremos por la salud eterna del rock
and roll sin que a nadie le importe. Es lo que tiene saber dónde está la
esencia.
D. DONNIER & HIS BONES
FURIA TRINIDAD
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
Más info:
http://furiatrinidad.es/
http://ddonnierandhisbones.com/
http://www.ambiguaxerquia.com/
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