Crónica y sensaciones de las jornadas de viernes y sábado del She's The Fest, una propuesta necesaria y en camino de consolidarse tras los aciertos de esta tercera edición.

 

La tercera edición del She's The Fest (este año celebrado en La Rambleta) deja un poso de sensaciones de diversa índole y la certeza de que iniciativas de este calibre son ciertamente necesarias en los tiempos que corren; la duda que sobrevuela esta certeza es si verdaderamente lo que atrae al público asistente es un cartel compuesto por bandas en las que la presencia femenina es protagonista o es el carisma y carrera musical de los grupos participantes el reclamo para su presencia. Quizá esta reflexión sea superflua y, vistas las expectativas de una propuesta relativamente modesta, cabe únicamente hablar de éxito y de un acomodo altamente positivo al espacio de este año. 

Tras ciertos errores cometidos en la edición del año pasado, muchos de ellos subsanados, cabe esperar que la fórmula siga asentándose y nos permita disfrutar en mayor medida de esa música en femenino que reivindica el festival, así como de la posibilidad de descubrir talentos venidos de fuera. En la presente edición ese ansia por el descubrimiento se ha visto sustituida en gran medida por la satisfacción de ver sobre un escenario propuestas cercanas, que, yendo más allá de la aportación del certamen Sona La Dipu, permite visibilizar no solo a bandas de nuestra provincia sino también a aquellas con el papel principal conjugado en femenino. La solvencia sobre el escenario de formaciones relativamente jóvenes como Odd Cherry Pie, Gem y The Seafood Special es, sin duda, una de las mejores sensaciones que nos deja el She's The Fest. 

La visibilidad, y no el mensaje político, es el principal mensaje que nos deja un cartel solvente y con músicos que no utilizaron su posición privilegiada para lanzar mensajes de corte feminista o pretensiones de empoderamiento, sino que se sirvieron de su trabajo como forma encubierta para enfatizarlo. Quizá cierta implicación en el contexto habría sido bien recibida. O quizá, no hacía ninguna falta. 

Envuelta por la exposición “Pálpitos”, de Nerea Coll, las proyecciones de Mujeres de Cine y las charlas, la programación musical comenzaba el jueves con los conciertos de Mynth y Hinds, para desembocar en los siguientes dos días como platos fuertes del fin de semana. El viernes fueron Odd Cherry Pie los encargados de dar el pistoletazo de salida, como una de las bandas locales presentes en el festival vía el certamen Sona la Dipu. Ese formato a dúo de sus inicios en el que facturaban con elegancia y brío un folk guiado por sus voces, guitarra acústica y violín ha ido evolucionando a un sonido más construido y sustentado ahora en sintes, batería y bajo. Han crecido de manera considerable y así lo pudimos comprobar en su directo; su paso por el festival arrancó con paso sosegado pero que fue cogiendo intensidad y brillo a través de una solvente entrega. Al final explosionaron en una comunión ferviente y bien presidida por el tridente efectivo de Adolfo (bajo), Marta (violín) y Nando (guitarra eléctrica). 

A continuación, llegaba el concierto más multitudinario y celebrado del festival: Maria Arnal i Marcel Bagés sobrecogían, emocionaban y difundían una alegría desbordante y pasmosa entre el abundante público. El que fuera uno de los conciertos más esperados cumplió con creces estas expectativas, desgranando los temas que forman “45 Cerebros y un Corazón” sin recorrer el camino de la solemnidad esperado y abordando casi una alegría pop que inflamaba visceras y alguna que otra hormona disparada. 

La intensidad de Marcel Bagés a la guitarra, virtuoso, profundo, con recovecos llenos de sudor y energía avallasadora, en su papel de complemento de la emocionante y transmisora voz de Maria Arnal, no dejó indiferente a nadie. Transmisores de recuerdos, de limpia tradición, de emociones sustraídas y artífices de la acomodación del folklore con estos tiempos que nos ha tocado vivir, pulsaron más de una fibra solo con mentar a Pep Gimeno “Botifarra” o musicar un poema de Estellés. 

Tal descarga emocional nos dejó a contrapie (y con mucho público huyendo del recinto o a la apetecible terraza) para recibir a Christina Rosenvinge, una de las artistas de mayor renombre de nuestro país. Con “Lo Nuestro”, ya muy rodado, cabe esperar su nuevo trabajo, del que sonaron varios temas que nos dejaron con una más que grata impresión. Quizá algo frío en su comienzo, la electricidad y la electrónica oscura penetraron poco a poco en el ambiente para convertirlo en un directo magnífico y energético, tal y como nos tiene acostumbradas; “La muy puta” y “Lo que te falta” son la otra cara de una moneda que huye de toda la ternura que exudan otros temas como “Jorge y yo” o la muy celebrada “1000 pedazos”. 

En un cartel tan ecléctico como el del She's The Fest, la hora de los ritmos más bailables quedaba para el final de la noche; el punto y aparte lo daba Catnapp, sorprendente apuesta que constituyó todo un acierto para los que aun pululaban por el recinto. Ritmos electrónicos de palpable elegancia, con un gran dominio de los géneros que mezcla en su particular batería sónica. 

El último día del festival comenzaba con The Seafood Special, el proyecto liderado por Nerea Serrano. Con un único EP, “Broken Songs”, publicado este año, al que le antecede un single del 2015, la fuerza creativa que le caracteriza sigue dando esos pequeños pasos necesarios para seguir en esta aventura musical. Las canciones desnudas en directo han sido arropadas desde casi sus inicios con un formato banda que actualmente forman David Campillos (bajo), Sergio Civera (guitarra) y Javier Marcos (batería). Cuatro jinetes cabalgando por canciones con múltiples recovecos, dibujando esos pasajes atmosféricos que los han situado en estilos como el dream pop o space rock y que en definitiva son auténticas píldoras de una instrumentación hipnótica, elegante y que siempre va en aumento dejando momentos de gran carga de intensidad emocional. En estas líneas transcurrió su directo, dejándonos una impresión de más solidez y cohesión que les hizo ganar enteros en su paso por el festival. 

Gem, el proyecto de la cantautora Gema Vañó, fue una de las gratas sorpresas del festival. Recientemente ha publicado su segundo trabajo “Dent de lleó” que supone un paso más en la evolución de su carrera, formando una banda de altura con la incorporación de Toni Carrillo (guitarra), Rubens Berri Txello (batería) y Tono Hurtado (Tardor), productor del disco. Un directo altamente electrificado que revolucionó al público asistente e invitó a éste a formar una auténtica pista de baile al son del repertorio escogido para el festival. Sumando a la calidad de la propuesta una actitud enérgica que bordaron, pudimos degustar la maestría de la guitarra de Toni Carrillo, el bajo preeminente de Tono Hurtado y la contundencia rítmica de Rubens Berri. Por último, destacar la presencia significativa de una mujer al frente de un proyecto tan necesario para la música en directo. Ya saben, la falta de referentes, y no hay duda de que con la actitud de Gema encontramos un resquicio de esperanza. 

Algo más tarde, se abarrotaba el Ram Club de nuevo para acoger a Iseo&Dodosound, reafirmando la rápida progresión del dúo pamplonés. Dodosound apareció sobre el escenario acompañado por su cuarteto de vientos, The Mousehunters, que dotaron de gran consistencia a sus temas, pero fue cuando apareció ese torbellino de nombre Iseo cuando el concierto viró a una vertiginosidad palpable en cada rincón. Ritmos jamaicanos electrónicos, felicidad sobrevolando el ambiente y la voz de Iseo enmarcando otro de los éxitos palpables del festival, con ese grito de guerra tan necesario: “somos mujeres esta noche”. 

Con la hora ya intempestiva marcando los relojes y las prisas de muchos por marchar (es probable que ya hubieran terminado su recorrido de la noche), Svper se rodeaban de intensa oscuridad, sintes y espartana concentración para desgranar su disco de debut, “Pegasvs” y ofrecer alguno de los temas que formarán parte de su próximo trabajo.