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domingo, noviembre 05, 2017

Deleste Festival - La Rambleta. Valencia, 4/11/17

Crónica del Deleste Festival 2017, que acogió durante una única jornada, la del sábado 4 de noviembre, propuestas como las de Enric Montefusco, Cala Vento, The Wedding Present, Pavvla, Penny Necklace o Publice Service Broadcasting, junto a bandas valencianas como Samuel Reina o Dûrga. El festival ratificó el éxito de sus últimas ediciones y volvió a colgar el cartel de "no hay billetes" en un intenso día con más de doce horas de música en directo.
 
Con la resaca todavía instalada en las neuronas y un cúmulo de sensaciones fluyendo tras una jornada maratoniana, la sexta edición del Deleste Festival pone su punto y final con la vista puesta en la edición del 2018. Y no puede ser de otra manera, porque esta cita que comenzó hace seis años como un proyecto ilusionante y relativamente modesto se ha instalado en las agendas colectivas de un grupo cada vez mayor de fieles que acompañan año tras año (muchos sin conocer incluso el cartel) este festival urbano que no deja de crecer, no en aforo pero sí en presencia como elemento ineludible e imprescindible. 

Volviendo a sus orígenes de un único y largo día (con la previa del Sona El Deleste el pasado 21 de octubre), el festival ha sido este año un continuo de más de doce horas no apto para cualquiera, como se vio en el diferente color mostrado en las distintas franjas horarias. Algo lógico y esperable pero que da un valor añadido a los que estuvieron al pie del cañón durante toda la jornada. 

Los pronósticos eran sencillos de formular, y se cumplieron a rajatabla: León Benavente reventaron el escenario Zummo Living Culture y The Wedding Present dieron el toque de clase y calidad con el liderazgo de un David Gedge que acumula tres décadas al frente de su banda; además el auditorio proporcionó puntos muy álgidos de calidad y concentradas atmósferas emocionales con Enric Montefusco al frente del ranking. Sin embargo, se echó de menos el factor sorpresa y de descubrimiento que otras ediciones del Deleste han proporcionado en alto grado. Aquí el cupo se cubre probablemente con el directo de Public Service Broadcasting, que pusieron al auditorio en pie casi desde el primer momento, y con unos Dûrga a los que ya habíamos tenido la oportunidad de ver en directo pero que ratificaron su progresión y estado de forma. En definitiva, al asiduo de salas y festivales le resultaba difícil sorprenderse con alguna de las propuestas del cartel de este año, aunque eso no quite mérito a lo ecléctico de la presente edición y al factor de calidad irreprochable. 

Desde hace unas ediciones el Deleste Festival también se distingue por dar un mayor protagonismo a bandas valencianas. De este modo nombres como L'Emperador, Dûrga y The Vibrowaves tenían cabida en el cartel de un festival valenciano vía el acuerdo de colaboración que mantienen con el concurso Sona La Dipu, que esperamos continúe en el futuro. Una presencia que se distancia en parte de la táctica de otros festivales recurriendo a ellas como meras bandas de relleno, dándoles una importancia y un trato digno para que esa representación no se diluya y se convierta en un apoyo real. 

Sorprendente, gratificante y motivo de orgullo, por no perdernos en mil calificativos más, que hubiera una conveniente respuesta por parte del público con L'emperador y The Vibrowaves. Ambas propuestas tenían la difícil tarea de abrir el festival en un horario mañanero, aún así sus directos tuvieron esa nota de color que tanto hace falta durante el resto de año en el circuito de salas. El pop radiante de L'emperador hizo el espléndido papel de hacernos despertar y ponernos en estado de alerta para asimilar todas las propuestas que nos había preparado el festival para disfrutar solo por un día. Sonaron una vez más los cortes de los dos Ep's publicados, “Vuit Vuitmils” y “Alpinistes” (Mésdemil, 16), con contundencia y derrochando toda la energía que llevan dentro. Una puesta en escena que iba desarrollándose de forma impecable encajando a la perfección en esos cambios de ritmo que tan bien facturan; su sonido pop-rock cantando en valenciano en clave de melodías in crescendo con infinitos puntos de algidez. 

A continuación el dúo sebatense The VibroWaves hizo perdurar la intensidad con un estilo que se marca por una sugerente mezcla entre el blues, el rock y algo de garage. Esa llama incendiaria de la que habíamos oído hablar fue más que palpable con un directo altamente excitante llevado con calidad y coherencia. Las sensaciones que crean, esas ondas de vibraciones que intentan hacer recorrer por el público que lo disfruta cumplieron con creces las expectativas puestas en el descubrimiento de esta banda. 

En horario vespertino el turno era para Samuel Reina y Dûrga. El primero presente en el cartel con motivo de ser ganador del concurso Vinilo Valencia, tuvo a su alcance la posibilidad y el honor excepcional de presentar su primer trabajo “Alarms” en el Auditorio. Un preámbulo para esta parte de la jornada que vistió de clase y elegancia junto a Tono Hurtado, Toni Carrillo y Cesc Domenech, fieles escuderos y excelentes instrumentistas que encajan como banda perfectamente engrasada dando una mayor magnificencia a sus canciones. Cabalgaron en esos tempos pausados que transportan a atmósferas que transmiten infinitas sensaciones y que desde el lado cómodo de una butaca se digirieron con más intensidad y atención. 

Posteriormente serían Dûrga, ganadores del concurso Sona La Dipu de este año, los que dejarían uno de los directos más intensos y demoledores del festival. Una banda joven que ya ha conseguido hacerse un nombre en el panorama musical de nuestro país con tan solo un primer EP “Venjança” que gira en torno al concepto de la naturaleza. Instrumentales pero con un corto margen de espacio para la voz como vehículo para aclamar venganza contra el ser humano por las atrocidades cometidas hacia la Madre Tierra. Y la verdad es que el efecto en directo es desgarrador, necesario y cien por cien llevado con coherencia y credibilidad. Una incesante dosis de post-rock pero con cabida para ciertos matices hardcore. Ya anticipábamos que seguirían la estela de los momentos memorables que dejaron Toundra o El Páramo en anteriores ediciones y no estábamos descaminadas. Desde aquí les auguramos una larga y fructífera proyección. 

Retomamos la crónica con las bandas “foráneas” y nos encontramos para comenzar con un Enric Montefusco que regresaba a La Rambleta con su primer trabajo en solitario “Meridiana” tras casi un año de su primera visita. Esta vez la propuesta que le ha confirmado como un creador atemporal capaz de hacer una llamada orgánica a la memoria de un barrio y una generación con el costumbrismo lírico como bandera tenía el cobijo del Auditorio, disfrutando de ella de una forma más privada y desde una visión más contemplativa. Su directo derramó infinitas sensaciones como maravillosa muestra del sobresaliente creador de imágenes y atmósferas que es Enric, todo ello desde la sencillez y la emotividad de fisuras que es capaz de proyectar, y vio engrosado todo lo contado con la más que acertada instrumentación que le acompaña. 

El final se volvió a repetir en el hall de La Rambleta, esa comunión final con el público que tanto necesita Enric y que tan bien sienta a los allí presentes. La cercanía elevada a la máxima potencia con “Obra maestra” y “Todo para todos”. 

A la hora de comer nos zampamos uno de los directos más sudorosos y con mayor acción del festival. Nos faltó un poco más de esa locura desatada por parte del público que tanto esperábamos pero aún así se pudo comprobar que en su tercera visita a Valencia, Cala Vento ya tiene su público en nuestra ciudad. El dúo catalán sigue girando su segundo trabajo “Fruto panorama” y Joan y Aleix son sobradamente capaces; trallazos de post-hardcore con tintes pop en la parte vocal que disparan a bocajarro. Llegaron muy dentro con actitud visceral y enérgica; Para nosotros uno de los mejores directos de la jornada. 

Ya por la tarde, la posibilidad de bajar las revoluciones y la intensidad de Dûrga vino ofrecida por Paula Jornet, Pavvla (con dos “uves”, para sonar más hipster, como ella misma se encargó de recordarnos), con el añadido de celebrar con ella que el sábado se cumplía un año de la salida de su debut, “Creatures”. En formato trío (teclados, guitarra y percusiones) las composiciones de Pavvla fueron acariciando el ambiente y transitando entre jazz y synth pop (“Tired” o un “Planet and Stars” con mayor protagonismo de los teclados) y el folk más delicado de temas como “Winter”. 

La barcelonesa ofreció además dos versiones, llevando a su terreno la coreada “Do I Wanna Know”, de Artic Monkeys, y “Drop the Game”, de Flume y Chet Faker. Una lástima que su concierto se viera perturbado (al menos desde la barrera, porque su actitud al respecto fue impecable) por el incesante murmullo de conversaciones del público y por un sonido que en algunos momentos no estuvo a la altura. 

Penny Necklace era otra de las formaciones más apetecibles, y su directo sobre el Escenario Zummo Living Culture no decepcionó a los allí presentes. El magnetismo y la voz de Odette, junto a la guitarra y la energía de Laia Alsina, concentraban todas las miradas, inmersas en el color como protagonista de su último trabajo y de las atmósferas saturadas sobre el escenario. Sintes y percusiones matizaban un ejercicio de psicodelia, dream pop y synth pop, con temas de trabajos anteriores como “Aranda” o “Purpurina” y el consabido repaso a la escala cromática de “La Luz”. 

La sorpresa esperada del Deleste eran Public Service Broadcasting, la banda con menos probabilidades de ser conocida por los asistentes al festival. Seguramente, como nos ocurrió a nosotras, fue uno de los descubrimientos en esas escuchas previas para repasar el cartel, y la que más curiosidad despertaba. Carne de comentarios de modernos postfestival, los londinenses son difíciles de ubicar, pero es cierto que su propuesta sonora resulta extrañamente atrayente e hipnótica. Extremadamente correctos en la ejecución, con unos audiovisuales perfectos, grandiosos por momentos y menos estáticos de lo que preveíamos, crearon un ambiente en el auditorio completamente impredecible: público en pie, palmas, y hasta algún que otro contoneo más propio de una discoteca a las tres de la mañana. 

Poco después continuábamos con los británicos The Wedding Present, una de las dos representaciones internacionales del festival, constituyendo un verdadero soplo de aire fresco durante el tramo final. Mucho más contundentes, efectivos y acelerados que la última vez que los pudimos ver en el Aspesuena, son una elogiable demostración de resistencia sonora con la honestidad y la independencia de su líder como insignia de una trayectoria de casi treinta años. Un directo que tuvo algo de relevo en cuánto a público se refiere y que dio cabida a los fans que compraron la entrada del festival únicamente para su actuación. Ya lo gritaban los más entusiastas de primera fila: ¡Entrada amortizada! Canciones con esos cambios de ritmo tan nutritivos y sobrecogedores que corrieron a enorme velocidad y dando de nuevo una lección de altos vuelos con esas vigorosas guitarras radicadas en la contundencia de su base rítmica. Magníficos como siempre pero con mucha mucha más rabia que en otras ocasiones. 

Los granadinos Apartamentos Acapulco constituyen una nueva oleada, años después, de la época dorada del indie español, con un sonido que remite inevitablemente a Los Planetas en su largo de debut, “Nuevos Testamentos”, pero con un sonido ciertamente más elaborado que en los primeros años de estos. Las voces de sus fundadores, Ismael Cámara y Angelina Herrera, confluyen dando un punto de dulzura a las capas de guitarras y la distorsión, al tiempo que la puesta en directo del ahora quinteto presenta una gran dosis de electricidad. Una banda con las referencias declaradas de combos como Yo La Tengo, The Jesus & Mary Chain o los propios Planetas tiene muchos ingredientes para el éxito y para recorrer un camino que les haga personalizar su sonido. 

¿Y qué decir a estas alturas de una banda como León Benavente? Poca novedad y luces puede traer este texto al directo de una banda a la que cualquiera debe haber visto en los últimos meses (aunque sea sin querer) al menos un par de veces. Los de Abraham Boba tienen la máquina perfectamente engrasada y su show es tremendamente efectivo, con un guión milimetrado y un frontman cargado de carisma, testosterona y velocidad. Los mensajes, los aullidos en forma de estribillo han calado profundamente en un público que los corea con el puño en alto si hace falta, y la pirotecnia no se sitúa unicamente en ese montaje de luces que incrementa la adrenalina. Sin duda, el concierto más aclamado, populoso y celebrado del festival, el fin de fiesta perfecto para quien se quedará con ese titular que los destaque por encima de todo lo bueno que pudimos vivir el sábado. #JustForOneDay, y a esperar con (im)paciencia el Deleste 2018. 


Texto y fotografías: María Carbonell y Susana Godoy

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