Una banda que sigue insistiendo en demostrar que son un seguro de vida en directo. Tras el giro sonoro que ha supuesto su nuevo disco, el mallorquín que comanda esta nave de rock lleno de matices defiende en directo las canciones más recientes y le da nueva vida a algunas de las que ya nos habíamos enamorado.
Es cada vez más difícil, y más para el propio artista,
decidir el orden y la cantidad de temas a tocar delante del público. Visitar
ciudades en las que realmente no sabes la demanda real, si es que existe en
número digno, y preparar un repertorio acorde con lo que el fan espera en mayor
o menor medida. La gira que en este final de 2017 saca de nuevo a la carretera
al mallorquín Luis Alberto Segura y su banda es la correspondiente a la
presentación de las canciones que ha grabado en ‘King of beasts’, probablemente
su menos coherente colección de canciones hasta el momento y, sin embargo, la
mejor producida. Suele pasar con este tipo de artistas tan ceñidos a un
determinado momento y sonido, que en cuanto intentan un movimiento leve hacia
un lugar diferente necesitan tiempo y dedicación para darle a la nueva
ubicación la enjundia que merece. Ver y sobre todo oír cómo suenan en directo,
aun sin el baño sintético que ha pretendido darles en el estudio, es harina de
otro costal. Magnífico, hay que decirlo. Por algo lo hemos comprobado ya en
varias ocasiones sin espacio alguno en cada una de ellas para la decepción.
L. A. es un proyecto grupal que pertenece a una sola
persona, un magnífico escritor de canciones de perfil americano y líneas bien
marcadas que nos maravilló con ‘Heavenly hell’ (que siga tocándola después de
tanto tiempo dice mucho de su propia orgullo como músico), y nos deslumbró aún
más si cabe con ‘Dualize’, una de esas producciones de perfil alto en la que
coló casi inconscientemente todas sus principales influencias. Entre esos dos
álbumes se encontraban algunas de las joyas que aún coreamos y cuyo
desconocimiento mayoritario lamentamos profundamente. ‘Over and over’, ‘Perfect
combination’, ‘Hanging on a wire’, ‘Older, ‘Oh why?’, todas ellas rítmicamente
perfectas y llenas de melodías engañosamente simples, sitúan y configuran a una
banda poderosa y orgullosa de haber sido criada musicalmente al amor del grunge de los noventa y sus derivados.
Echando la vista atrás, también hay rescates sonoros de
altura como ‘Leave it all behind’ o esa preciosidad que siempre fue ‘Secrets
undone’, una muestra de la delicadeza vocal –Segura es uno de los mejores
vocalistas de rock que pisan nuestros escenarios… ahí lo dejamos- y la
capacidad de concentración de un músico vocacional que capitanea sin apabullar
a un grupo robustecido por los teclados y programaciones de las nuevas
incorporaciones: ‘Killing me’, ‘Helsinki’, ‘Stay’ o la reciente ‘Where the
angels go’, el retrato robot perfecto del incipiente rumbo tomado. A las bases
del sonido y a la fuerza de su interpretación no le afectan en absoluto los
largos desarrollos de ‘From the city to the ocean side’ u ‘Outsider’,
preparadas para dejar oxígeno a los músicos, o la concreción de ‘Under radar’ o
‘In the meadow’, por las que planea sin posarse del todo la sombra de Pearl Jam
o Soundgarden. Vuelven a las nuevas raíces en ‘The keeper and the rocket man’,
se suben a la parra de la trascendencia en ‘Higher place’ y se detienen en el
estanque venenoso de ‘Stop the clocks’, el hit
que nunca pretendió serlo y el momento más coreable de cualquiera de sus
conciertos. Así, ‘Suddenly’ los deja explayarse por última vez –de momento- y
les cuelga la etiqueta de avasalladores. Potencia y pulcritud en las manos de
Ángel Cubero (bajo), Dimas Frías (batería) y Pep Mulet (guitarras y teclados);
mando y serenidad en las de L. A. El grupo, el hombre.
Era la segunda vez que visitaban la capital cordobesa y la
primera para algunos que solo tenían referencia de oídas y lo seguirán
confundiendo con una ciudad en la que seguramente habrán encontrado más de un
motivo de inspiración. Cuando te pones un disco de L. A. sabes que por mucho
que las cosas hayan cambiado siempre habrá algo que lata al fondo, un acorde,
una estrofa, un falsete, que te siga poniendo alerta sobre su habilidad para
hacer canciones estupendas. Una impresión esta que mantendremos contra viento y
marea, sobre todo después de aplaudirlos de nuevo tras un concierto
sencillamente impecable. La perfección no existe, pero puede encontrarse cuando
menos lo esperas.
Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney
Más info:
https://latheband.com/news/
http://www.ambiguaxerquia.com/
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