Nanga Parbat: "For all those amber lights" (2017, Arbre de Cordes, Borx Records)

Profunda, brillante y paisajística opera prima de la banda valenciana de slow core capitaneada por el italiano Mario Dubla. 


Paisajes, hay de muchos tipos. Están, por ejemplo, las magníficas estampas impresionistas que pintaba el gran Monet, pero también existen paisajes representados sólo con sonidos. De ese tipo de escapes paisajísticos saben mucho los integrantes de la banda que nos ocupa, Nanga Parbat. Y eso que no se trata de una tarea precisamente fácil: pintar imágenes en la mente del oyente no es algo que esté a la altura de cualquiera. Hace falta jugar con texturas complejas, olvidar individualismos y tendencias virtuosas, hacer de la sinergia una fortaleza inexpugnable con la que erigir sensaciones reales e intensas a partir de algo (inicialmente) tan simple como una canción.

"For all those amber lights" (escuchar), aparecido en abril de este año, no es la primera referencia de esta banda capitaneada por el italiano Mario Dubla, pero sí su primer lp concebido como tal. Previo a ello, hay un largo periplo desde la gestación del proyecto entre una pequeña ciudad del sur de Italia y una habitación de alquiler en Roma, hasta su continuación ya en Valencia a lo largo de esta década, con la edición de su primer EP en 2012. Todo ello culmina con la aparición de este trabajo, con dos años de grabación a las espaldas de una formación que podríamos calificar de "superbanda", pues la integran Javier Marcos (Galope), Luis Alcober (Julio Bustamante, Dual), Txema Mendizábal (Mendizábal), Dani García y Carla Pascual. Juntos logran tejer ambientaciones sónicas de esas que pintan cuadros en nuestro cerebro, tal como decíamos al principio.

Su música, partiendo de esquemas cercanos a la música alternativa de raíz norteamericana (Low, Calexico, Giant Sand), así como cierta querencia al post-rock (Slint, Pan American), es capaz de generar, precisamente, esa atmósfera paisajística, escapista, capaz de transportarte a otros lugares con sólo darle al play. Uno de esos discos que, se escuchen donde se escuchen, siempre son una experiencia.

Definitivamente, las cosas cocinadas a fuego lento siempre generan los mejores resultados. Los dos años invertidos en edificar la intrincada estructura de esta obra (por no contar toda la génesis anterior del autor de las canciones) se hacen notar en cada segundo de la secuencia del disco, en un todo cuidado, sutil y delicado que invita a soñar con espacios abiertos, carreteras desiertas hacia ninguna parte. Una obra bonita de verdad, generada a través del esfuerzo conjunto y articulada mediante la autogestión, que merece el más gigante de los aplausos.

El disco se presentará en Valencia este sábado 2 de diciembre en la Sala Gestalguinos y el sábado 16 del mismo mes en Espai Llimera. En ambos casos el cartel se completa con el también artista valenciano Galope (Escuchar).

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