A finales de 1985, con el tour de "Born in the U.S.A" finiquitado, quince millones de copias del susodicho despachadas sĂłlo en Estados Unidos y el estatus de semi-dios y referente cultural de masas, Bruce Springsteen parecĂa haber alcanzado el sueño. Pero, ay, a veces sentarse en la cima del mundo no es tan bonito como uno piensa cuando estĂĄ abajo. La soledad de la fama, la responsabilidad de saberse analizado a cada paso que daba y el mar de dudas que habĂa fragmentado su personalidad desde crĂo, producto de un hogar difĂcil a expensas de un padre alcohĂłlico e iracundo que le culpaba de ser el reflejo de todo lo que odiaba de sĂ mismo, tenĂan al hĂ©roe de la clase obrera americana totalmente deshecho.
Cualquiera lo hubiera dicho al ver vĂdeos como el de "Born to run", que acompañó a la caja de cinco lp's "Live U.S.A. 1975-1985", en que se mostraban imĂĄgenes de sus Ășltimos conciertos con la E Street Band. Un Bruce pletĂłrico, lleno de vida, sentimiento y rock and roll. El hombre que todo bicho viviente querrĂa llegar a ser se nos mostraba en esa monumental recopilaciĂłn de directos aparecida en 1986 como un animal de escenario capaz de todo, que llevaba a su pĂșblico al Ă©xtasis a travĂ©s de la liturgia de las guitarras y las canciones. Un icono al que muy pocos, por no decir nadie, al menos vivo en ese momento, podĂan compararse.
Sentimentalmente, ademĂĄs, Bruce habĂa conocido en 1984 a una bella actriz llamada Julianne Phillips, con la que contrajo matrimonio un año despuĂ©s. Tocaba sentar la cabeza y los tĂłrtolos compraron una mansiĂłn bien grande en New Jersey para vivir su amor. No obstante, las constantes idas y venidas de su esposa para grabar los capĂtulos de la serie "Sisters", de la cual era una de las protagonistas, asĂ como la aficiĂłn del cantante a salir por la noche sin rumbo fijo hacĂan mal cĂłctel con una personalidad ya de por sĂ quebradiza. Si bien cualquier reciĂ©n casado se encuentra durante los primeros meses de matrimonio en una nube de felicidad, el caso de Springsteen era justo el contrario: la ansiedad le corroĂa. No lograba ser feliz.
Musicalmente, su aspiraciĂłn en ese momento era dar un giro bien grande de timĂłn a una carrera, que sabĂa perfectamente que si continuaba en la misma direcciĂłn acabarĂa convirtiĂ©ndose en una parodia de sĂ misma. Estaba convencido de que otro "Born in the U.S.A." le hundirĂa en el fango de la autocomplacencia, en el inframundo de la credibilidad artĂstica, de modo que se puso manos a la obra, puesto que en el sĂłtano de la casita de invitados de su flamante mansiĂłn, se habĂa construido un rudimentario pero apañado estudio de grabaciĂłn, al que incluso puso nombre: Thrill Hill.
La historia habĂa funcionado de forma muy parecida seis años antes: tras el tour que acompañó a "The River", Bruce facturĂł una rotunda serie de "historias negras americanas" al mĂĄs puro estilo de John Steinbeck, que grabĂł en plan lo-fi en una rudimentaria grabadora de cuatro pistas y que derivaron en "Nebraska", una obra maestra del folk descarnado que ahondaba en la vena mĂĄs oscura de su autor. De la misma manera, pero con medios mĂĄs avanzados, el de Asbury Park comenzĂł a grabar las nuevas canciones que iban aflorando, con las que pretendĂa olvidar la temĂĄtica "coches y chicas" que antaño le habĂa caracterizado por una visiĂłn nada optimista de las relaciones humanas.Llegaba el bajĂłn tras el paseo en Cadillac...
Como en aquella ocasiĂłn, Bruce intentĂł asumir Ă©l solo toda la grabaciĂłn, pero tras una serie de sesiones en que se hizo cargo de voces, guitarras, bajo, teclados (bastante omnipresentes), asĂ como
programaciĂłn de baterĂas, el artista requiriĂł la colaboraciĂłn de Max Weinberg, su fiel baterĂa de la E Street Band, asĂ como de su teclista, Roy "the professor" Bittan y algunos otros de los muchachos, aunque su presencia serĂa en la mayorĂa de casos simbĂłlica (Clarence Clemons Ășnicamente aparece a los coros de una canciĂłn). ContĂł tambiĂ©n con la colaboraciĂłn de algunos reputados mĂșsicos procedentes de Nashville, en un intento de conferir al tono general del disco un aire country, pero al final desechĂł la idea y sĂłlo la incandescente armĂłnica de James Woods en "Spare parts", permanece.
En suma, la duraciĂłn de la grabaciĂłn fue realmente breve. Tres semanas, seguidas de un perĂodo de mezcla con Bob Clearmountain a los mandos dieron como resultado "Tunnel of love", el disco "de amor" de Springsteen, que salĂa al mercado el 9 de octubre de 1987 precedido por un single titulado "Brillant disguise", un medio tiempo con aire latino, cercano al Dion Dimucci de principios de los 60, que pese a no hacer gala del rock and roll musculado que todo el mundo esperaba de Ă©l alcanzĂł el primer puesto de las listas americanas, como tambiĂ©n lo hizo el ĂĄlbum, quizĂĄ el lanzamiento mĂĄs esperado de aquĂ©l año.
No obstante, el entusiasmo inicial del pĂșblico por el tan anhelado nuevo ofrecimiento del boss se congelarĂa pronto al quedar patente la nueva cara que mostraba con este conjunto mĂĄs o menos temĂĄtico de canciones, lo cual ya se presagiaba a la vista de la portada, con aquella borrosa fotografĂa (obra de la gran Annie Leibovitz) en que nuestro protagonista aparecĂa con semblante circunspecto y elegantemente vestido apoyado en un descapotable aparcado frente a la soledad del ocĂ©ano. El dinero y la fama no dan la felicidad amigos, parecĂa decir.
Los dĂas de gloria, los paseos en coche por autopistas, los sueños de juventud, el vitalismo rocanrolero, todo quedaba disipado en un disco desde el que su autor trataba las relaciones de pareja como lo harĂa un forense que estuviera practicando una autopsia: con la mayor crudeza y ausencia de ternura posibles. La plasmaciĂłn de una serie de dudas y carencias en una pieza de arte mostrada al pĂșblico (en este caso a las masas) en muy pocos casos ha sido objeto de Ă©xito. A la gente por lo general no le agrada que nadie les muestre sus miserias y ni siquiera Bruce fue una excepciĂłn a la regla. No obstante esto el disco venderĂa la nada desdeñable cifra de 3 millones de ejemplares, pero claro de ahĂ a los 15 de "Born in the USA", habĂa un gran trecho.
La crĂtica, aunque no toda, sin embargo arropĂł al disco como la gran obra personal que es y aplaudiĂł el giro de timĂłn, llegando incluso a culminar alguna de las tan veneradas listas del año, entre ellas la de la prestigiosa Rolling Stone Magazine. No obstante, el rastro del disco ha quedado muchos años difuminado por la sombra alargada de otros de su autor, que quizĂĄ tengan entre ellos un perfil mĂĄs parecido. "Tunnel of love" constituye esa rara avis que toda discografĂa de gran mĂșsico debe contener. Esa pieza maestra descarnada y personal que confiere carisma al conjunto de su obra y completa el circulo, acotando los lĂmites mĂĄs lejanos a los que se puede llegar. Nadie pareciĂł entenderlo entonces, pero Springsteen aquĂ se mostraba tocando fondo, se desnudaba mocionalmente ante millones de espectadores. Hace falta muchos redaños para algo asĂ. Y sobre todo para hacerlo tan bien.
Con un ritmo a lo Bo Diddley arranca "I ain't got you", la canciĂłn inicial del disco, parca en su instrumentaciĂłn acĂșstica y de lo mĂĄs acentuado en cuanto a tempo que encontraremos en el trabajo, que sirve para preludiar, en tono enĂ©rgico, el bajĂłn que estĂĄ por llegar. Le sigue la perla del disco, la
extremadamente romĂĄntica "Tougher than the rest", pieza actualmente reivindicada por gente como Angel Olsen, que la ha versioneado con gran Ă©xito. Todo un clĂĄsico de su repertorio.
El disco comienza el descenso sentimental, que no cualitativo, con "All that heaven will allow", una pieza mid-tempo similar al single "Brilliant disguise", que aĂșn glosa las lindezas del romance, pero con ciertos cielos oscuros que se empiezan a vislumbrar. Y esos nubarrones rompen en tormenta de repente con la pieza mĂĄs rockera del cojunto, un "Spare parts" desgarrado que habla de separaciones y corazones rotos a voz en grito. A partir de ahĂ ya todo cae en la desesperaciĂłn: "Cautious man" es una balada que entronca con el estilo de "Nebraska" y que habla de dos sentimientos que viajan juntos, el amor y el miedo, a travĂ©s de uno de esos personajes desesperados tan del de New Jersey, tras la cual pasa a lo autobiogrĂĄfico con un "Walk like a man" que habla de Ă©l y de ciertos recuerdos de su relaciĂłn con su padre en un tono similar a la anterior, aunque mĂĄs producido en lo musical.
La cara B del vinilo se abrĂa con la canciĂłn titular, pieza melĂłdica dominada por los omnipresentes teclados y que servirĂa tambiĂ©n de inspiraciĂłn temĂĄtica para la gira mundial que estaba por venir en la que cada uno de los mĂșsicos tomaban un tiquet para el tunel del amor conforme subĂan al escenario. Le sigue la brillante "Two faces", pieza en progresiĂłn que comienza desnuda y acĂșstica, con cierto aire country y finaliza de forma Ă©pica, aludiendo temĂĄticamente a esas "dos caras" que todos tenemos, de las que siempre ocultamos una, lo cual es un poco tambiĂ©n el objeto de la siguiente, el ya mencionado single "Brilliant disguise", las inseguridades, los celos, la ansiedad de una relaciĂłn que hace aguas.
La ruptura es patente en la magnĂfica "One step up", quizĂĄ la canciĂłn mĂĄs escalofriante del disco. La crĂłnica de un hogar roto va completando el cĂrculo de la historia que Bruce nos pretende contar, cuya culminaciĂłn llegarĂĄ con la agridulce soledad de "When you're alone" y la amargura desplegada obsesivamente a travĂ©s de la larga "Valentine's day", en la que se da carpetazo definitivo a todo el sentimiento axfisiante que se ha ido gestando a travĂ©s del disco. "Esta noche echo de menos a mi chica, señor, echo de menos mi hogar", nos dice. Y es precisamente eso: el sentirse ajeno a todo lo que se supone que un hombre debe sentir al formar una familia o al unirse a otra persona, lo que constituye el eje de este complejo trabajo.
Un trabajo que podemos entroncar perfectamente junto a otras grandes obras "de divorcio" como puedan ser "Blood on the tracks" de Dylan, "Over" de Peter Hamill o "Shoot out the lights" de Richard y Linda Thompson. Todos ellos muestran sin censura la escandalosa desnudez de la ruptura de pareja. Bruce en aquĂ©l momento ni siquiera lo sabĂa. Cuando grabĂł estĂĄs canciones se suponĂa que estaba felizmente casado con una bella y joven mujer, pero con el comienzo del tour de presentaciĂłn del disco, se hizo mĂĄs que patente que el jefe y la pelirroja que salĂa al escenario a cantar con Ă©l eran algo mĂĄs que amigos. Unas fotos en un balcĂłn de hotel de Roma que mostraban a Bruce y Patti Scialfa ligeros de ropa y cariñosos fueron mĂĄs que suficientes para desatar el escĂĄndalo y la posterior peticiĂłn de divorcio de la por entonces señora Springsteen.
Esta historia, no teman, tiene final feliz: Bruce y Patti se casarĂan, tendrĂan varios hijos y aĂșn hoy, momento en el cual se hayan precisamente presentando juntos en Broadway un espectĂĄculo en el que desgranan en versiĂłn desnuda lo mejor del cancionero del boss (con especial hincapiĂ© en "Tunnel of
love", segĂșn cuentan), siguen siendo la pareja perfecta. Pero eso no es Ăłbice para que podamos decir,
sin temor a equivocarnos, que este que tratamos aquĂ es el Ășltimo gran, gran disco de un autor que en los años que siguieron a su publicaciĂłn mantuvo su carrera con altibajos, que incluyeron aciertos, sĂ
("The Ghost of Tom Joad", "The Rising") pero cuyo tamaño ya no fue gigante, como en el caso que nos ocupa.
Un disco que se muestra todavĂa imperecedero, pese a que su sonido deba quizĂĄ demasiado a su tiempo, pero su influencia es mĂĄs que patente en la mĂșsica actual. Ese Heartland rock de War on drugs, o ese mencionado homenaje de Angel Olsen asĂ lo confirman. Es un disco impresionante, una pelĂcula en blanco y negro con imĂĄgenes sobrecogedoras que para mi siempre ha sido un disco absolutamente capital. Un disco al que tardĂ© en llegar, pues como a muchos tambiĂ©n me pasĂł factura para apreciarlo el pasado mĂĄs rockero de su autor, pero que con el paso del tiempo ha terminado siendo quizĂĄ el disco de Ă©l por el que siento mĂĄs cariño. Y como a todo buen vino, los treinta años que ya cuenta a sus espaldas no han hecho mĂĄs que mejorarlo. No dejen de sumergirse en Ă©l, de descubrirlo en todo su esplendor.
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