El oscuro tĂșnel del amor

Con "Tunnel of love" Bruce Springsteen dio carpetazo definitivo a su era como mito americano. Tocaba ser persona de nuevo. Y esa persona estaba hecha pedazos. Es lo que intenta explicar esta obra que cumple ahora treinta años y a la que el paso del tiempo ha mostrado en todo su esplendor, pues se trata sin duda de uno de mejores discos de su autor y tambiĂ©n de los años ochenta. 



A finales de 1985, con el tour de "Born in the U.S.A" finiquitado, quince millones de copias del susodicho despachadas sĂłlo en Estados Unidos y el estatus de semi-dios y referente cultural de masas, Bruce Springsteen parecĂ­a haber alcanzado el sueño. Pero, ay, a veces sentarse en la cima del mundo no es tan bonito como uno piensa cuando estĂĄ abajo. La soledad de la fama, la responsabilidad de saberse analizado a cada paso que daba y el mar de dudas que habĂ­a fragmentado su personalidad desde crĂ­o, producto de un hogar difĂ­cil a expensas de un padre alcohĂłlico e iracundo que le culpaba de ser el reflejo de todo lo que odiaba de sĂ­ mismo, tenĂ­an al hĂ©roe de la clase obrera americana totalmente deshecho. 

Cualquiera lo hubiera dicho al ver vĂ­deos como el de "Born to run", que acompañó a la caja de cinco lp's "Live U.S.A. 1975-1985", en que se mostraban imĂĄgenes de sus Ășltimos conciertos con la E Street Band. Un Bruce pletĂłrico, lleno de vida, sentimiento y rock and roll. El hombre que todo bicho viviente querrĂ­a llegar a ser se nos mostraba en esa monumental recopilaciĂłn de directos aparecida en 1986 como un animal de escenario capaz de todo, que llevaba a su pĂșblico al Ă©xtasis a travĂ©s de la liturgia de las guitarras y las canciones. Un icono al que muy pocos, por no decir nadie, al menos vivo en ese momento, podĂ­an compararse.


Sentimentalmente, ademås, Bruce había conocido en 1984 a una bella actriz llamada Julianne Phillips, con la que contrajo matrimonio un año después. Tocaba sentar la cabeza y los tórtolos compraron una mansión bien grande en New Jersey para vivir su amor. No obstante, las constantes idas y venidas de su esposa para grabar los capítulos de la serie "Sisters", de la cual era una de las protagonistas, así como la afición del cantante a salir por la noche sin rumbo fijo hacían mal cóctel con una personalidad ya de por sí quebradiza. Si bien cualquier recién casado se encuentra durante los primeros meses de matrimonio en una nube de felicidad, el caso de Springsteen era justo el contrario: la ansiedad le corroía. No lograba ser feliz.

Musicalmente, su aspiración en ese momento era dar un giro bien grande de timón a una carrera, que sabía perfectamente que si continuaba en la misma dirección acabaría convirtiéndose en una parodia de sí misma. Estaba convencido de que otro "Born in the U.S.A." le hundiría en el fango de la autocomplacencia, en el inframundo de la credibilidad artística, de modo que se puso manos a la obra, puesto que en el sótano de la casita de invitados de su flamante mansión, se había construido un rudimentario pero apañado estudio de grabación, al que incluso puso nombre: Thrill Hill.

La historia había funcionado de forma muy parecida seis años antes: tras el tour que acompañó a "The River", Bruce facturó una rotunda serie de "historias negras americanas" al mås puro estilo de John Steinbeck, que grabó en plan lo-fi en una rudimentaria grabadora de cuatro pistas y que derivaron en "Nebraska", una obra maestra del folk descarnado que ahondaba en la vena mås oscura de su autor. De la misma manera, pero con medios mås avanzados, el de Asbury Park comenzó a grabar las nuevas canciones que iban aflorando, con las que pretendía olvidar la temåtica "coches y chicas" que antaño le había caracterizado por una visión nada optimista de las relaciones humanas.Llegaba el bajón tras el paseo en Cadillac...

Como en aquella ocasiĂłn, Bruce intentĂł asumir Ă©l solo toda la grabaciĂłn, pero tras una serie de sesiones en que se hizo cargo de voces, guitarras, bajo, teclados (bastante omnipresentes), asĂ­ como
programaciĂłn de baterĂ­as, el artista requiriĂł la colaboraciĂłn de Max Weinberg, su fiel baterĂ­a de la E Street Band, asĂ­ como de su teclista, Roy "the professor" Bittan y algunos otros de los muchachos, aunque su presencia serĂ­a en la mayorĂ­a de casos simbĂłlica (Clarence Clemons Ășnicamente aparece a los coros de una canciĂłn). ContĂł tambiĂ©n con la colaboraciĂłn de algunos reputados mĂșsicos procedentes de Nashville, en un intento de conferir al tono general del disco un aire country, pero al final desechĂł la idea y sĂłlo la incandescente armĂłnica de James Woods en "Spare parts", permanece.

En suma, la duración de la grabación fue realmente breve. Tres semanas, seguidas de un período de mezcla con Bob Clearmountain a los mandos dieron como resultado "Tunnel of love", el disco "de amor" de Springsteen, que salía al mercado el 9 de octubre de 1987 precedido por un single titulado "Brillant disguise", un medio tiempo con aire latino, cercano al Dion Dimucci de principios de los 60, que pese a no hacer gala del rock and roll musculado que todo el mundo esperaba de él alcanzó el primer puesto de las listas americanas, como también lo hizo el ålbum, quizå el lanzamiento mås esperado de aquél año.

No obstante, el entusiasmo inicial del pĂșblico por el tan anhelado nuevo ofrecimiento del boss se congelarĂ­a pronto al quedar patente la nueva cara que mostraba con este conjunto mĂĄs o menos temĂĄtico de canciones, lo cual ya se presagiaba a la vista de la portada, con aquella borrosa fotografĂ­a (obra de la gran Annie Leibovitz) en que nuestro protagonista aparecĂ­a con semblante circunspecto y elegantemente vestido apoyado en un descapotable aparcado frente a la soledad del ocĂ©ano. El dinero y la fama no dan la felicidad amigos, parecĂ­a decir.


Los dĂ­as de gloria, los paseos en coche por autopistas, los sueños de juventud, el vitalismo rocanrolero, todo quedaba disipado en un disco desde el que su autor trataba las relaciones de pareja como lo harĂ­a un forense que estuviera practicando una autopsia: con la mayor crudeza y ausencia de ternura posibles. La plasmaciĂłn de una serie de dudas y carencias en una pieza de arte mostrada al pĂșblico (en este caso a las masas) en muy pocos casos ha sido objeto de Ă©xito. A la gente por lo general no le agrada que nadie les muestre sus miserias y ni siquiera Bruce fue una excepciĂłn a la regla. No obstante esto el disco venderĂ­a la nada desdeñable cifra de 3 millones de ejemplares, pero claro de ahĂ­ a los 15 de "Born in the USA", habĂ­a un gran trecho.

La crĂ­tica, aunque no toda, sin embargo arropĂł al disco como la gran obra personal que es y aplaudiĂł el giro de timĂłn, llegando incluso a culminar alguna de las tan veneradas listas del año, entre ellas la de la prestigiosa Rolling Stone Magazine. No obstante, el rastro del disco ha quedado muchos años difuminado por la sombra alargada de otros de su autor, que quizĂĄ tengan entre ellos un perfil mĂĄs parecido. "Tunnel of love" constituye esa rara avis que toda discografĂ­a de gran mĂșsico debe contener. Esa pieza maestra descarnada y personal que confiere carisma al conjunto de su obra y completa el circulo, acotando los lĂ­mites mĂĄs lejanos a los que se puede llegar. Nadie pareciĂł entenderlo entonces, pero Springsteen aquĂ­ se mostraba tocando fondo, se desnudaba  mocionalmente ante millones de espectadores. Hace falta muchos redaños para algo asĂ­. Y sobre todo para hacerlo tan bien.

Con un ritmo a lo Bo Diddley arranca "I ain't got you", la canciĂłn inicial del disco, parca en su instrumentaciĂłn acĂșstica y de lo mĂĄs acentuado en cuanto a tempo que encontraremos en el trabajo, que sirve para preludiar, en tono enĂ©rgico, el bajĂłn que estĂĄ por llegar. Le sigue la perla del disco, la
extremadamente romĂĄntica "Tougher than the rest", pieza actualmente reivindicada por gente como Angel Olsen, que la ha versioneado con gran Ă©xito. Todo un clĂĄsico de su repertorio.

El disco comienza el descenso sentimental, que no cualitativo, con "All that heaven will allow", una pieza mid-tempo similar al single "Brilliant disguise", que aĂșn glosa las lindezas del romance, pero con ciertos cielos oscuros que se empiezan a vislumbrar. Y esos nubarrones rompen en tormenta de repente con la pieza mĂĄs rockera del cojunto, un "Spare parts" desgarrado que habla de separaciones y corazones rotos a voz en grito. A partir de ahĂ­ ya todo cae en la desesperaciĂłn: "Cautious man" es una balada que entronca con el estilo de "Nebraska" y que habla de dos sentimientos que viajan juntos, el amor y el miedo, a travĂ©s de uno de esos personajes desesperados tan del de New Jersey, tras la cual pasa a lo autobiogrĂĄfico con un "Walk like a man" que habla de Ă©l y de ciertos recuerdos de su relaciĂłn con su padre en un tono similar a la anterior, aunque mĂĄs producido en lo musical.

La cara B del vinilo se abrĂ­a con la canciĂłn titular, pieza melĂłdica dominada por los omnipresentes teclados y que servirĂ­a tambiĂ©n de inspiraciĂłn temĂĄtica para la gira mundial que estaba por venir en la que cada uno de los mĂșsicos tomaban un tiquet para el tunel del amor conforme subĂ­an al escenario. Le sigue la brillante "Two faces", pieza en progresiĂłn que comienza desnuda y acĂșstica, con cierto aire country y finaliza de forma Ă©pica, aludiendo temĂĄticamente a esas "dos caras" que todos tenemos, de las que siempre ocultamos una, lo cual es un poco tambiĂ©n el objeto de la siguiente, el ya mencionado single "Brilliant disguise", las inseguridades, los celos, la ansiedad de una relaciĂłn que hace aguas.

La ruptura es patente en la magnífica "One step up", quizå la canción mås escalofriante del disco. La crónica de un hogar roto va completando el círculo de la historia que Bruce nos pretende contar, cuya culminación llegarå con la agridulce soledad de "When you're alone" y la amargura desplegada obsesivamente a través de la larga "Valentine's day", en la que se da carpetazo definitivo a todo el sentimiento axfisiante que se ha ido gestando a través del disco. "Esta noche echo de menos a mi chica, señor, echo de menos mi hogar", nos dice. Y es precisamente eso: el sentirse ajeno a todo lo que se supone que un hombre debe sentir al formar una familia o al unirse a otra persona, lo que constituye el eje de este complejo trabajo.

Un trabajo que podemos entroncar perfectamente junto a otras grandes obras "de divorcio" como puedan ser "Blood on the tracks" de Dylan, "Over" de Peter Hamill o "Shoot out the lights" de Richard y Linda Thompson. Todos ellos muestran sin censura la escandalosa desnudez de la ruptura de pareja. Bruce en aquél momento ni siquiera lo sabía. Cuando grabó estås canciones se suponía que estaba felizmente casado con una bella y joven mujer, pero con el comienzo del tour de presentación del disco, se hizo mås que patente que el jefe y la pelirroja que salía al escenario a cantar con él eran algo mås que amigos. Unas fotos en un balcón de hotel de Roma que mostraban a Bruce y Patti Scialfa ligeros de ropa y cariñosos fueron mås que suficientes para desatar el escåndalo y la posterior petición de divorcio de la por entonces señora Springsteen.

Esta historia, no teman, tiene final feliz: Bruce y Patti se casarĂ­an, tendrĂ­an varios hijos y aĂșn hoy, momento en el cual se hayan precisamente presentando juntos en Broadway un espectĂĄculo en el que desgranan en versiĂłn desnuda lo mejor del cancionero del boss (con especial hincapiĂ© en "Tunnel of
love", segĂșn cuentan), siguen siendo la pareja perfecta. Pero eso no es Ăłbice para que podamos decir,
sin temor a equivocarnos, que este que tratamos aquĂ­ es el Ășltimo gran, gran disco de un autor que en los años que siguieron a su publicaciĂłn mantuvo su carrera con altibajos, que incluyeron aciertos, sĂ­
("The Ghost of Tom Joad", "The Rising") pero cuyo tamaño ya no fue gigante, como en el caso que nos ocupa.

Un disco que se muestra todavĂ­a imperecedero, pese a que su sonido deba quizĂĄ demasiado a su tiempo, pero su influencia es mĂĄs que patente en la mĂșsica actual. Ese Heartland rock de War on drugs, o ese mencionado homenaje de Angel Olsen asĂ­ lo confirman. Es un disco impresionante, una pelĂ­cula en blanco y negro con imĂĄgenes sobrecogedoras que para mi siempre ha sido un disco absolutamente capital. Un disco al que tardĂ© en llegar, pues como a muchos tambiĂ©n me pasĂł factura para apreciarlo el pasado mĂĄs rockero de su autor, pero que con el paso del tiempo ha terminado siendo quizĂĄ el disco de Ă©l por el que siento mĂĄs cariño. Y como a todo buen vino, los treinta años que ya cuenta a sus espaldas no han hecho mĂĄs que mejorarlo. No dejen de sumergirse en Ă©l, de descubrirlo en todo su esplendor.


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