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lunes, abril 16, 2018

Morgan - Córdoba. Sala Hangar, 12.4.18

Avalados por una de las voces más impactantes de la última hornada del rock español, los madrileños presentaron en Córdoba las canciones de su segundo disco 'Air' y varias del primero bajo los buenos auspicios de un público que comprobó que la experiencia no está reñida con la juventud. Ciertamente fantásticos en directo. 

Carolina de Juan, la Nina de las fotos y la voz ronca y tímida, trabajaba en una tienda y tocaba con su banda de vez en cuando. Versiones, básicamente, y temas propios influenciados por la edad dorada de la música negra y tonos claroscuros como los de Janis Joplin o Etta James. Una chica joven que intentaba abrirse camino tocando el piano y escribiendo canciones desde el más recóndito rincón de su alma. Parece una historia más, una de tantas anónimas que llenan páginas unos años después de alcanzar un éxito más o menos buscado. A ella llegó casi de casualidad Quique González, su más insospechado padrino artístico, y cuando se dio cuenta de que había llorado de emoción al escucharla cantar decidió acercarse a ella tras un concierto y ofrecerle la posibilidad de formar parte de su banda Los Detectives. Como corista y complemento vocal al madrileño, ella ya ha recorrido España en paralelo a los viajes con su banda actual, unos imponentes Morgan, y ha puesto los pelos de punta a cuantos la han oído desangrarse en cada nota. En Córdoba, en la sala Hangar –no podía ser en otro sitio-, lo hizo sin armar ruido, como a ella le gusta, aunque solo sea la cabeza más visible y el centro de todo lo que graban y tocan sus compañeros. Que es mucho y de altura, en el mismo orden de cosas.

Nina se repite en el agradecimiento a un público inesperadamente numeroso en una noche de jueves fría e inestable meteorológicamente, revuelve sus manos atenazada por los nervios después de cada interpretación y explica a duras penas lo bien que se sienten ella y sus compañeros cuando los que escuchan saben hacerlo tan bien, algo no demasiado habitual por estos y otros lares, y muestran tanto respeto y hasta devoción por unas canciones maceradas en el funk, el blue-eyed soul y la música disco de los setenta, pues de todo eso hay un poco en cada concierto y disco suyo. De estos solo han publicado dos hasta la fecha, y parece que no necesitaran más para descubrir unas cartas sin marcar con las que echar el resto cada noche, empezando por la seda de ‘Planet Earth’. Sin embargo, a ella le gusta sentirse arropada por los coros que acentúan la profundidad melódica de ‘Praying’ y la gente le responde encantada, ya desde el principio cuando un título puesto al azar, como ‘Oh oh’, resulta tan cercano y con el que resulta tan fácil empatizar. Gran parte del disco más reciente, ‘Air’, una colección de temas apabullante, sale a escena haciendo especial hincapié en la sucesión final del groove imparable con el que trota ‘Another road (Gettin’ ready)’ y los arrestos vocales, llenos de recursos, de la cantante en la certera ‘Marry you’, curiosamente una de las piezas más solicitadas por el grueso de sus seguidores. Apenas tres meses después del fin de la gira anterior, los nuevos temas están en pleno rodaje y ‘The child’ o ‘Being peacefully’ se entremezclan en la burbuja rítmica de ‘Work’, ‘Roar’ o ‘Home’, otra de las que el tiempo hará imprescindibles en sus presentaciones. Y no hay mejor forma de alabar a quienes hemos ido a verlos que con un ‘Thank you’ comunal basado en los teclados del tremendo David Schulthess, la sonrisa por excelencia. Hasta cuando canta ‘Goodbye’ sabemos que aún les quedan muchas cosas por decir (y tocar).

Como síntoma evidente de la pasión que Morgan ponen en todo lo que hacen no hay más que ver cómo todos cierran los ojos mientras Nina presenta e introduce los primeros acordes de ‘Be a man’, un tema escrito incluso antes de que existiera la banda al que puso letra el guitarrista Paco López, la pulsión rockera que sazona la fórmula. Impresiona la fluidez con la que suena todo, la rotundidad de la base rítmica de Alejandro Ovejero al bajo y Ekain Elorza a la batería, la discreción de ella al situarse en un lado del escenario y pasarse prácticamente todo el concierto parapetada tras un piano eléctrico que hace las veces de falsa trinchera desde la que concentrarse en el tiro. Cada vez que habla aflora la inseguridad que mata con cada fraseo, a cada estrofa que en ‘Cold’ brilla con especial intensidad para llegarnos adentro por completo, sin anestesia previa, con las dos únicas composiciones que han grabado en castellano: el esperado ‘Sargento de hierro’ y la ya conocida ‘Volver’, uno de esos temas que seguiría haciéndonos pedazos por muchas veces que lo escuchásemos. Y todo apunta a que así será.

Ir a un concierto a escuchar música, a sentir, a emocionarte, a aplaudir y a restarle importancia a todo lo demás. Descubrir que no hay otra forma de agradecer lo que te dan algunos músicos que hacerte su cómplice durante un rato incierto, cuando no sabes cómo vas a salir de esa tormenta de sensaciones ni si podrá repetirse alguna vez. Ser consciente de que la grandeza está en la humildad. Perderte en los vericuetos sentimentales en los que tú y otros muchos como tú andáis perdidos a la búsqueda de la canción perfecta que los arrope y los redima a su modo. Volver a casa y ponerte un disco que nunca esperabas llegar a adorar. Hablar con tus propios fantasmas. Escuchar una voz única y poner tus juramentos en ella. Flotar en el aire durante unos minutos y volver a la tierra solo para bailar tu derrota. En fin, consecuencias de procurarte una medicina tan sumamente adictiva que corre el riesgo de convertirse en droga pura y dura. Gracias, Morgan. Nos volveremos a ver, no os quepa la menor duda.
























Texto: JJ Stone
Fotografías: Raisa McCartney

Más info:
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