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martes, junio 12, 2018

Festival de les Arts, Vol. 4: ¡Confeti para todos!





Todo el que tenga un pasado (o presente, claro) “indie”, acumulará en su historial veraniego algún que otro festival, de esos que se convertían en una aventura más allá de lo musical en la que embarcarse con un grupo de amigos, incluso con la pareja, por poco dinero. ¿Quién no se ha ido, al menos una vez, a Murcia, a Benicassim, a Escalarre, e incluso, a Burriana? ¿Y quién no ha pensado alguna vez en lo cómodo que sería tener algo así en tu ciudad, e irte a dormir a casa en cualquiera de los estados imaginables del espectro post festivalero? Quizás ese anhelo ha llegado cuando ya te has hecho demasiado mayor o exquisito para disfrutarlo como tal, o solo asistes a eventos sibaritas acordes con tu status actual. Quizás deberías pensar que detrás de ti van otros, no sé si tan indies, o tan solo festivaleros, o solo jóvenes (y no tanto) con ganas de pasarlo bien, de ver a los grupos de moda o a los que decida el programador de turno. Tengo clarísimo que los tiempos están cambiando (The times they are a-changing, you know) y que las modas y los modos de relacionarse socialmente también; y que hay cosas que no entiendo y para las que tampoco me voy a esforzar... 

Tan solo hay que pasarse por los hashtags de Instagram para hacer un barrido rápido sobre los usos y costumbres del asistente al Festival de Les Arts (Que por cierto, ¿Tienen nombre? ¿”Artis”? Si no lo tienen ya es un punto a favor...) y comprobar que el número de fotografías que contienen músicos en su interior es posible que no llegue ni al 5%. Selfies, postureo, letras de canciones, el amor de mi vida (actual) y lo guapo/a que estoy dentro de la piscina sin agua de la Ciudad de las Artes y las Ciencias predominan sobre los pocos fotógrafos que compartimos alguna que otra instantánea de la jornada. 

Probablemente el que lea esta crónica-social poco interés tenga en cómo transcurrió el concierto de Viva Suecia, el de Carlos Sadness o el de Lori Meyers, por citar algún ejemplo. Tan solo te vamos a decir que, si los has visto en algún otro evento de calibre similar, todos los artistas del cartel cumplieron con lo que se esperaba de ellos y que no se salieron demasiado de las coordenadas establecidas para toda la temporada veraniega, dejando satisfechos tanto al público que coreaba sus canciones como al que mataba el tiempo dejándose maquillar o pidiendo un Kaiku para refrescarse (uno de los distintivos del festival, cuatro años y ahí siguen como seña de identidad). 

Y hablando de señas de identidad, no podemos dejar de mencionar el confeti y los fuegos artificiales, no por esperados menos celebrados, al que este año se han unido la purpurina y las camisas con motivos tropicales. Siempre recordaremos esos cañones de confeti dispuestos en el foso del escenario principal para atemorizar a los fotógrafos, lo que junto al acceso de cierta dificultad (ya no somos tan jóvenes) y a la lluvia del concierto de Mando Diao hizo nuestro trabajo un poquito más emocionante. Bueno, no. La verdad es que el año que viene agradeceríamos unos escalones para acceder al foso del escenario principal. 

Es de recibo señalar además que en este Vol. 4, el respeto hacia las bandas valencianas ha sido mucho mayor, con unos horarios mejor pensados que en ediciones anteriores y que hicieron que la afluencia de público, incluso a horas tempranas, fuera mucho más numerosa. Que la presencia femenina en el cartel se lleva claramente la nota de muy deficiente, aunque sea cierto que en producción y prensa hay mucha más visibilidad. Que Lori Meyers se han estancado haciendo el mismo concierto una y otra vez, y que vivimos la gran experiencia de que Mario Vaquerizo nos escupiera en el foso dos veces. Una lástima que no pudiéramos quedarnos a su concierto. 

No podemos terminar sin hacer especial mención a las bandas valencianas. En los comienzos del Festival de les Arts achacábamos la exigua representación local con la firme decisión de evidenciar la importancia de lo nuestro. Salíamos en defensa propia del variado y productivo plantel de bandas que despliegan sus ganas y talento por todo nuestro territorio. Uno de los aspectos a destacar con cada edición del festival es una mayor presencia de las bandas valencianas en su cartel. Sin embargo, tal como señalamos el pasado año, no siempre la cantidad es sinónimo de calidad (y no nos referimos a la de las bandas, por supuesto). Tocar a las tres de la tarde ante un desierto de asfalto derritiéndose a 33º, frente a unos escasos valientes, no parece ni mucho menos la meta de unos músicos con la ilusión puesta en darse a conocer.

Nuestros reclamos para esta edición era que el festival reparase más en este aspecto y hubiera unas mejores condiciones para las bandas valencianas. Podemos decir que este año ha sido el de la consolidación de esa cuota autóctona. Los deberes bien hechos a través de seguir sumando esfuerzos de colaboración entre el festival y el concurso Sona La Dipu; el aliado fiel que está fomentando que todo cambie y se cumpla lo que debería ser condición indispensable. Sin duda comenzar casi dos horas antes el festival fue handicap para que la respuesta del público fuera este año realmente relevante y sorprendente. Para nosotros es motivo de alegría y henchimos pecho con ello; orgullo y satisfacción por partes iguales.

L'emperador y Joe Pask fueron los más castigados en este sentido por ser los más tempraneros de las jornadas, aún así hubo color en comparación a la desolación vivida el año anterior. L'emperador como siempre explosionaron en ese pop-rock que practican con urgencia y rotunidad y los alcoyanos Joe Pask repartieron con elegancia su rock de tradición americana. Ambas propuestas junto a L'home Brut con el valenciano por bandera. Lo de ellos es un pop-rock más enérgico y bailable que en directo dio muy buenos resultados. Aún seguirán alucinados de que tuvieran una de las mayores afluencias de público. Maravilloso que sacarán a relucir su versión de “Batiscafo Katiuscas” de Antonia Font. Ya lo dijo el cantante de Joe Pask, la reconquista ha vuelto. Y la verdad por lo que se respira pervivirá en tiempo entre nosotros.

Navvier, Alien Tango y Bearoid (lluvia mediante) también corrieron buena suerte en predicar lo suyo ante un público entregado y cuantioso. Lo de electrónica barroca para describir a los primeros ahora lo entendemos como la definición perfecta. Su música con un concepto que parte de la música clásica, construye unas composiciones con desarrollos de órdago. En directo el efecto es admirable e insólito. Alien Tango y Bearoid no tienen su sede en València pero sí parte de sus componentes son de la terreta, como decimos por aquí. Ambos proyectos son singulares y marcan una diferencia que resulta necesaria entre toda una vorágine de patrones comunes. Sus directos también estuvieron cargados de intensidad y una presencia en escena atractiva.

El punto álgido tanto por nivel emotivo como de calidad del directo ofrecido fue la actuación de Tórtel en la segunda jornada en un horario de lujo. Sobre las diez de la noche con una de las respuesta más mayoritarias y entregadas. Lo de Jórge Pérez y los suyos ya son muchos años de oficio y eso se nota en cuánto a lo de tener un público que apueste por ti. Caras conocidas, complicidad y entusiasmo, mucho entusiasmo de poder vivir otro de sus luminosos y contagiosos directos. Si a esto le añadimos que fue el último concierto hasta la salida del nuevo disco, pues la jugada de huir de lo convencional nos salió redonda.

En Alquimia Sonora no podemos estar más contentos con los resultados de esta edición. Apostamos porque en las futuras ediciones del festival esto volverá a ser una tónica que siempre podrá ser mejorada pero que ya apunta visos de haber ido acertando en la diana.

Más Info: 

Festival de les Arts


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