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martes, julio 03, 2018

Vida Festival - Masia d'en Cabanyes. Vilanova i la Geltrú, 28, 29 y 30/7/18

Crónica e impresiones del quinto aniversario del Vida Festival, que en la edición de este año contaba en su cartel con artistas como St. Vincent, Iron & Wine, Los Planetas, Of Montreal o Curtis Harding.
 
El quinto aniversario del Vida Festival deja tras de sí tres intensas jornadas en lo musical y una respuesta de público desigual, con una jornada de viernes que se declara seria vencedora de la edición de este año. Conjugar un cartel sumamente atrayente, con nombres poco o nada vistos en el circuito de festivales de nuestro país (e incluso los más habituales destacando muy por encima del reclamo medio) no siempre es reflejo del tirón popular o masivo. Sin embargo, firmando de nuevo un sold out de abonos, y sin pretensiones de crecer en los próximos años, el Vida Festival se erige de nuevo como triunfador proporcionando una experiencia sonora sin muchos competidores en un panorama muchas veces desolador. ¿Quién necesita a una multitud clónica buscadoradeexperiencias cuando hablamos de un proyecto solvente y sostenible que tiene la valentía de colocar a artistas como St. Vincent u Of Montreal como cabezas de cartel? 

La variada respuesta del público asistente sobre estos cabezas de cartel no debería ser tampoco sinónimo de triunfo; sin ir más lejos Franz Ferdinand (que ya han perdido mucha capacidad de sorpresa en nuestro país) ofrecieron el que seguramente fue el concierto más multitudinario del festival, con altibajos preocupantes en intensidad. Kapranos y los suyos tiraron, como no podía ser de otra forma, de un éxito tras otro, obviando en gran medida “Always Ascending”, su último trabajo. 

El público asistente coreó, uno tras otro, “Take me out”, “Michael”, “The dark side of the matinée” o “No you girls”, sin echar demasiado de menos a Nick McCarthy. 

En el otro extremo situamos a la gran triunfadora de este quinto aniversario, St. Vincent, que ofreció uno de esos directos que quedarán en los anales del festival. Ni su vestuario, ni su estética o la de Toko Yasuda, o la de los “androides humanos” que les acompañaban, son relevantes en una crítica musical de un concierto, así que ahorraremos el lugar común de muchas reseñas para afirmar, simplemente, que Annie Clark es la heredera de David Bowie en la tierra y que “Masseduction”, su disco más pop y más accesible, le permite reinventarse de nuevo. Momentos tan perfectos como “New York” o “Happy Birthday, Johnny”, le bastaron para emocionar hasta la médula a la multitud congregada alrededor del escenario Estrella Damm. 

El jueves, sin embargo, el equipo ganador estuvo de la mano de Los Planetas, con los que hemos coincidido en muchas ocasiones, generalmente con mala fortuna. Sin embargo, en La Masia d'en Cabanyes hicieron el mejor concierto que podemos recordar; un sonido limpio, poderoso, pleno de ruidismo y con los versos de J calando en todos los asistentes, inmersos en un éxtasis no compartido por los que no los tienen como grupo de referencia pero plenamente asumido y entendido. Si las expectativas puestas aquí no eran demasiado altas, ocurría lo contrario con Curtis Harding; esperábamos mucho más en un directo que fue en crescendo pero aun así insuficiente. 

El sábado Iron & Wine, por su parte, ofreció junto a una banda sobresaliente un concierto a todas luces perfecto, conectando con un público entregado, al contrario de lo que ocurría más tarde con They Might Be Giants, en un show muy directo y estudiado que no lograba arrancar la empatía del público, a pesar de las grandes dosis de humor que desplegaron en su puesta en escena. 

Otro de los puntos a destacar en esta quinta edición fue la programación del segundo escenario, La Masia, repleto de bandas jóvenes poco conocidas para el gran público. Jungle By Night, Hookworns o DBFC sorprendieron, quedándose en la memoria colectiva como formaciones a seguir para el futuro. 

El escenario La Cova Movistar, aunque repleto de bandas más fáciles de ver en salas, nos daba la oportunidad de confirmar la imparable progresión de artistas como Nuria Graham, Tulsa o Mourn, así como El Vaixell mostraba el triunfo incontestable de la jornada del sábado, con Bart Davenport en solitario y, sobre todo, un Albert Pla que ofreció uno de los conciertos más concurridos que recordamos. 

Con su habitual sentido de la vida y del humor, y acompañado por el guitarrista Diego Cortés, no dejó títere con cabeza. La monarquía, el heteropatriarcado e incluso Antònia Font fueron algunas de las víctimas, para gran regocijo del respetable que llenaba cualquier espacio disponible. 

No podríamos terminar este resumen sin hacer alguna referencia al Escenario La Cabana Jagermeister, y, sobre todo, a los conciertos con aroma valenciano; un Josh Rouse afincado hasta hace poco en la capital del Turia, estrenando “Love in the Modern Age”, su último trabajo, rodeado de un público que no cabía en la explanada de La Cabana, y los más jóvenes La Plata, valor en alza que está sabiendo moverse de manera magistral por festivales de todo el país, dándose a conocer con tan solo un ep y un lp a sus espaldas, pero con una madurez envidiable. 

El Vida Festival cumple cinco años en los que hemos podido asistir a su crecimiento y confirmación como uno de los mejores festivales de formato medio de nuestra geografía; por cartel, emplazamiento (destacando la zona del Bosque y las diferentes intervenciones que nos ofrece año tras año) y filosofía de trabajo. En su intención de no crecer a nivel de aforo en los próximos años puede estar su garantía de futuro y de calidad, aunque no dudamos de que sí mantienen los estándares de excelencia marcados, tenemos Vida Festival para muchas ediciones más. 

Texto y fotografías: Susana Godoy

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