Nos adentramos en “Danzantes”, segundo Ep publicado por Ela Vin. Tras este proyecto se refugia y refuerza su mundo interior la valenciana Esther Vinuesa. 

Cuatro cortes que nos regocijan en un sábado mañana lluvioso; en escuchas sosegadas acompañadas de todo el cuidado y abertura que podamos prometer, nos ha ido calando hasta lo más profundo de esa paz interior que tanto necesitamos entre tensiones y los tiempos marcados por el ritmo de lo cotidiano. 

Desde bien pequeña la música ha sido parte de su vida. Empezando con tan solo nueve años el conservatorio. Primero el acordeón, luego el clarinete hasta el día de hoy, sumando por el camino la guitarra, el ukelele o el piano entre otros. Hace casi ya una década empezó a trabajar en sus propias composiciones; una decisión que tardó en llegar pero que fue el resultado de un proceso interior de crecimiento y autoconfianza. Sin prisas pero con la decisión firme de que su música era una necesidad de expresión a la vez que le sirvió como el ejercicio sanador perfecto para el momento vital en que se encontraba. Sin embargo, el paso definitivo de lanzar esas canciones al mundo exterior tiene que esperar cuatro o cinco años más. Una vez ganada la confianza vino el estudio y ese primer Ep “Solitoria” (2016) que le llevo a ser semifinalista de algunos Premios Min en el año 2017. 

“Danzantes” nos adentra en una calma que consigue acariciar el corazón; sus composiciones son agradables y transitan con elegancia entre el folk, el pop y la chanson farncesa. Quizá se podría pensar que estos ya son lugares comunes dentro del mundo de los cantautores pero Ela Vin marca en este poco tiempo de vida una fuerte personalidad. A pesar de las referencias, esos recursos manidos que desde estas líneas solo vamos a centrarlos en encontrar ciertas similitudes con la Cristina Rosenvinge actual, este Ep rezuma carácter, ingenio, autoría y calidad, un sinfín de elogios que nos dejan expectantes a los futuros movimientos de Esther. Viajamos con el a lugares en los que nuestra memoria puede despertar con nostalgia e instalarnos en aquellos pasajes de la vida que siempre tienden a regresar. 

Ela Vin es dulzura y suavidad en un canciones que balancean como su primer corte “Lo peor de ti”; que a pesar de la dureza de la letra se convierte en una especie de canción de cuna catártica de una ruptura amorosa. La danza vaporosa en clave de vals de “Las 02:22” nos dibuja una estampa de fragilidad y belleza maravillosa. Parece que también hay espacio para la tensión eléctrica y el experimentar en esa libertad compositiva que explota y alcanza momentos de algidez en el medio del tercer corte “Hoy”. Además de tener el arte de cambiar el tempo a calmado hacia el final para redondear aún más si cabe la canción. El final viene con “Maruata”, canción con la que se huele y siente el aroma de tradiciones y otros lugares con una clave de clasicismo en las guitarras y la percusión. 

La sensibilidad con la que trata y transmite en sus canciones Ela Vin nos viene como algo tan necesario entre toda esa maraña de propuestas sin alma que continúan brotando como setas en el amplio panorama musical de nuestro país.

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Ela Vin