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jueves, noviembre 22, 2018

Chano Domínguez y Federico Nathan – Sala Russafa. València 21-11-18

Celebrar 40 años sobre los escenarios y hacerlo regalando emociones. Así es como el pianista Chano Domínguez junto al violinista Federico Nathan llegaban a la sala Russafa de València en dos sesiones continuas. Una trayectoria profesional que le ha llevado desde el rock (instrumental, progresivo, psicodelia,…) que emanaba de Cai hasta el jazz más heterodoxo y sofisticado; sin olvidar el flamenco o la música popular latina. Todo esto en una amalgama de composiciones y con ese recorrido firme que es la propia trayectoria del gaditano: un fluir de estilos sin forzarlos. Con estas premisas comenzaba el concierto; y a partir de ahí, espacio para ese latido constante que es la música de Chano Domínguez.

El silencio de la propia sala ya estremecía segundos antes de que comenzaran a sonar los primeros compases con Chano Domínguez en solitario, y a partir de ahí ese silencio se convirtió en partícipe entregado en este discurso musicado que fue el encuentro entre los intérpretes. Una conversación de viejos amigos bajo las cuerdas del violín del uruguayo Federico Nathan y las propias cuerdas del piano de Chano Domínguez. La, en ocasiones, languidez estilística del jazz, se topaba con la fuerza compositiva de aquel que no tiene límites ni fronteras. Y en este sentido, los dos músicos militan en la misma lucha: la de dejarse seducir por estilos distintos, la de navegar por ellos y la de llegar a puerto tras una noche de marejada. Así es el combo Domínguez-Nathan.

Un recorrido por su repertorio en el que tiró poco hacia sus propias composiciones. Comenzó con una de ellas, “Alegría callada”, de su álbum “Imán” (Sunnyside Records, 2000), y a partir de ahí decidió dar “voz” a otros compositores. En esa generosidad radica también el truco: temas buenos ya de entrada que lleva a su terreno para deconstruirlos y volver a darles vida. Y es que en esas deconstrucciones musicales podemos ser partícipes de una amalgama de estilos distintos. Como esa progresión (casi infinita, como es el piano de Chano) que llevaron a cabo los dos músicos del clásico “Bésame mucho”. Un bolero al que despojan de su identidad y que van maleando a base de jazz, de tango (tango uruguayo, por supuesto) y de los recursos estilísticos de Federico Nathan: desde los pizzicatos a las distorsiones o la reverb.

Un precioso homenaje en solitario a Isaac Albéniz y al movimiento “Puerto” que incluía en su obra “Iberia” con todo el salitre de Cádiz de fondo en el que se pudo degustar esa delicadeza del pianista al interpretar clásicos tan reconocibles. Los requiebros de Chano Domínguez consigue calarlos guiando al público a través de sus variaciones. Sin aspavientos y con la sensación de que las composiciones discurren por un camino natural. Tan natural como la versión (y no podía faltar) del “Gracias a la vida” de Violeta Parra y que popularizó Mercedes Sosa (de su trabajo "Over the rainbow", 2017)o el erizante “When I fall in love” de Nat King Cole. Un tema que ya habíamos escuchado en la guitarra flamenca de Niño Josele, pero que en las yemas de Chano Domínguez cobra una textura totalmente distinta.

Un concierto que comenzó siendo íntimo pero que acabó luciendo con la complicidad escénica de estos dos músicos que, casualmente, se conocieron en la ciudad del Turia hace ya un tiempo. La tranquila y somera veteranía del gaditano y la entrega expresiva del uruguayo entre sonrisas y tempos cambiados. Qué placer ver disfrutar de esa manera a dos intérpretes tan distintos que encuentran en el jazz el nodo necesario para comunicarse con el público. Un concierto que Chano Domínguez no dudó en dedicar “a los dos fans más jóvenes que tengo, Elías y Eva”, dos pequeños que también participaron del concierto.

Por la tarde, en la previa al concierto, hubo sesión didáctica con una masterclass del pianista. Dos horas en la que los asistentes pudieron acercarse al universo sonoro de Chano Domínguez. Y es que en él se encuentra la raza de haber sido un músico de calle (sin formación concreta, tocando de oído), la disciplina de haber comenzado a estudiar música a través del jazz y la pasión de ser un flamenco de cuna, de corazón y de digestión aunque ahora se haya afincado en EE.UU. Que esos 40 años no sean más que una cifra sin importancia y que sigamos celebrando la luminosidad de Chano Domínguez al piano. Gracias, maestro. 

Chano Domínguez y Federico Nathan en la Sala Russafa

Chano Domínguez y Federico Nathan en la Sala Russafa

Chano Domínguez y Federico Nathan en la Sala Russafa

Chano Domínguez y Federico Nathan en la Sala Russafa

Chano Domínguez y Federico Nathan en la Sala Russafa

Más info: 
http://www.chanodominguez.info/ 
https://www.federiconathan.com/ 
https://www.salarussafa.es/index.html

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