Ni el frÃo, ni el encendido de luces, ni el colapso de tráfico
que sufrió ayer Granada con motivo del comienzo oficial de la “Navidad Extended
Versión” pudieron ayer con las ganas de disfrutar del concierto que ofreció Toundra en la Granada. Resulta ya redundante,
en una ciudad “del Rock”, explicar que además coincidÃan con un montón de
conciertos y eventos en la ciudad y que todos ellos se llenaron, en Graná, como
si de una gran ciudad se tratase “hay gente pa tó”. Es que, cuando viene TOUNDRA, suenan todas las alertas de
los que, por un motivo u otro amamos las guitarras, casi, sobre todas las
cosas.
VolvÃan los madrileños, una semana después de actuar en el
Teatro Alameda, durante el Monkey Week, a presentar su “VORTEX” en formato
teatro, esta vez con asientos, en la Sala Falla del Palacio de Congresos, un
recinto que ya ha acogido conciertos de todos los registros y que ayer
consiguió moderar los volúmenes para conseguir adecuar la sala a la potencia
desmesurada de un grupo que se ha convertido en una de las grandes esperanzas
del post-rock nacional, haciendo más placentera su escucha.
Es cierto que el estilo tiene muchos más adeptos de Madrid hacia
arriba, todo lo que suene ‘duro’ tiene menos incondicionales por el sur, pero
también es verdad que los sureños les esperamos como agua de mayo y estamos
atentos a sus conciertos por estas tierras para disfrutar de lo que nos gusta. Salieron, tras la intro de rigor, con cierta tranquilidad
teniendo en cuenta lo que se nos venÃa después encima para reventar la sala en
los primeros acordes de “Cobra” y levantar al público de las sillas ya en “Tuareg”,
tras la arenga, brazos en alto de Esteban Girón (guitarra), que animó con los
gestos a un público que ya se resistió a volver a sus asientos.
Para otros, sin embargo, escuchar temas como “Kitsune”, cómodamente
sentados y con los ojos incluso entornados, fue la manera de disfrutar del
grupo en este formato que pudo complacer tanto a los más exacerbados, que se
contorsionaban puños en alto, como a los más tranquilos, que elegimos disfrutar
de las muchas capas de sonido que oscilan, juegan, se mezclan y estallan periódicamente
en los largos e intensos temas de Toundra.
Jugaron, en ese aspecto, los volúmenes algo más moderados de
lo que es habitual en la banda, a favor de su sonido, tras cuatro álbumes rotulados
con números, el primer trabajo que lleva un nombre, tiene tal cantidad de
matices que poder escuchar con nitidez cómo se iban superponiendo capas de
guitarras, sintes y efectos con la contundente baterÃa como certero tic tac de
reloj suizo fue una experiencia “casi religiosa”.
También muy a favor para disfrutar del concierto la
estupenda organización y producción (a cargo de Proexa) y la posibilidad de
disfrutar de una Estrella Galicia
antes y durante el show y ver que, al contrario de lo que pueda parecer, los
vasos no volaron causando graves molestias, sino que fueron recogidos por un
público rockero pero educado, que siempre sabe agradecer el detalle de poder
tomarse su cerveza mientras escucha música.
Le tomábamos el pulso asà a un trabajo que viene a ratificar
el buen estado de salud del post-rock nacional y, sobre todo, a volver a
demostrar que la música, cuando se sirve de recursos infinitos y una potente
armonÃa que no renuncia a la contundencia de un registro duro por naturaleza,
puede funcionar igual que una sinfonÃa clásica, sin necesidad de voz, ni
letras, sólo es abrir lo oÃdos, dejar balancear los cuerpos y sumergirse en la
burbuja sonora de ese “Vortex” con el que Toundra ha vuelto a conseguirlo.
Crónica: MarÃa Villa
Fotos: J. M. Grimaldi
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