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Pete Shelley & The Buzzcocks |
40. The Undertones, The Undertones (Sire Records): PodrÃa decirse que ellos hacÃan lo mismo que sus compañeros de discográfica, los Ramones, pero añadiendo un par de acordes a la inamovible fórmula de tres de los neoyorquinos. Si existe un subgénero llamado punk-pop, los irlandeses Undertones serÃan sus pioneros y su hallazgo serÃa años más tarde sobradamente capitalizado por bandas como Green Day. Pero ellos eran muchÃsimo mejores. Dejando a un lado ese single "barrelotodo", pinchado en mil garitos y aparecido en mil pelÃculas que es Teenage Kicks, la ópera prima de los de Derry no se halla para nada a la sombra de dicho single. Pocas bandas tan jóvenes son capaces, tras obtener éxito de buenas a primeras con una canción imponente, de continuar la racha. Ellos lo hicieron sin problemas. Pese a lo previsible, su primer disco contenÃa 14 canciones y ninguna de ellas era Teenage Kicks (aunque en posteriores versiones del lp sà se incluirÃa). Ni falta que hacÃa: absolutamente ninguna de las listadas se encontraba a la sombra de ella y podÃa mirarla frente a frente. La asombrosa capacidad de los hermanos O'Neil y, en menor medida del resto de la banda, para enlazar melodÃas pegajosas como chicle recién mascado con letras inteligentemente púberes era algo pocas veces visto en el pop. Además, Feargal Sharkey, aunque era el único que no componÃa, se encargaba de empastarlo todo con una voz genuina y marrullera, que además del ritmo acelerado de guitarras y sección rÃtmica, era lo que conferÃa el tono punk al producto, que trajo tres singles más de éxito (las infalibles Get Over You, Jimmy Jimmy y Here Comes The Summer) y que no incluÃa ni un solo segundo de relleno en sus 29:29 minutos de duración. En menos de media hora se las componÃan para decir todo lo que hace falta decir, porque este es uno de esos discos en los que está casi todo lo que uno debe aprender para engancharse una guitarra al hombro y hacer el orangután con sus amigos. Una brutalidad que pasa en un suspiro y pide reproducirse una y otra vez, pues es una bomba de placer como pocas puede uno experimentar con los pantalones puestos.
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39. Sheik Yerbouti, Frank Zappa (Zappa Records-CBS): Igual que lo hiciera con We're Only In It For The Money (1968) con todo lo concerniente a la era hippy, Frank Zappa volvÃa a reÃrse de todo lo que le rodeaba en la que serÃa la primera referencia con material nuevo de su propia marca discográfica, Zappa Records. No dejaba tÃtere con cabeza: ni la música disco (Dancing Fool o el "twist" del tÃtulo, una sátira de Shake Your Booty, de Kc And The Sunshine Band), el punk (Broken Hearts Are For Assholes, I'm So Cute), Dylan (la desternillante Jewish Princess), Peter Frampton (I Have Been In You) o el mismo sueño americano (Bobby Brown Goes Down). El disco, doble nada menos, fue grabado por Zappa y sus Mothers en directo , como venÃa siendo habitual y llegaba tras el perÃodo más largo -casi dos años- sin editar nada nuevo del hombre más prolÃfico del mundo, debido a desavenencias con su anterior discográfica, Warner (de ahà la creación de un sello propio). La banda responde a la perfección al sonido más moderno que imprime el jefe en la producción, sobre todo hay que destacar la participación en esta formación de un joven Adrian Belew, que luego alcanzarÃa mayor relevancia colaborando con Bowie o Talking Heads y que supo responsabilizarse con su guitarra de gran parte del nuevo sonido del disco, e incluso de la imitación de Dylan en Jewish Princess. Paradójicamente, pese a que la crÃtica lo recibió con tibias reseñas, debido en gran parte al impacto negativo de una canción tan bestia como Bobby Brown, el disco se convirtió en un gran éxito -aún hoy es el más vendido de Zappa- gracias a la repercusión de Dancin Fool, una canción que era una crÃtica a la música de baile y que curiosamente triunfó en las pistas. También la controvertida Bobby Brown fue un sorprendente éxito en paÃses como Alemania o Noruega, en donde no entendÃan demasiado las animaladas que decÃa, más enfocadas a abochornar al público norteamericano. En todo caso, otra muestra más de genialidad de su creador y uno de sus discos más celebrados, con razón, tanto por sus fans como por el público rock en general, ya que suele ser uno de sus pocos discos que duermen en la estanterÃa de cualquiera sin que necesariamente sea fan irredento del bigotón.
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38. Quiet Life, Japan (Hansa): Alejándose de los postulados glam rock de sus dos interesantes primeros discos, la banda de David Sylvain viraba en dirección al futuro con su siguiente disco -el último para Hansa- que se aproximaba generosamente a la sofisticación de los últimos Roxy Music (Sylvain era en esta época casi un impersonator de Bryan Ferry) o de la etapa berlinesa de Bowie, asà como a los paisajes impresionistas de Eno, adelantándose más o menos un año al comienzo de la fiebre new romantic que plagarÃa la tierra durante los años venideros, o podrÃamos incluso decir que generándola. De tÃtulo descriptivo, Quiet Life encontraba la definición de su elegante y tranquilo sonido, aunque en ocasiones orientado al baile, en el bajo sin trastes de Mick Karn y por supuesto, en los sintetizadores manejados por Richard Barbieri, instrumento que comenzaba a tener papel preponderante en el pop y al que ellos comenzaron a dar relumbre, sin necesariamente convertirse en una banda tecno. No obstante, sus canciones, como la que titula este trabajo o la aeróbica Fall In Love With Me, fueron muy bailadas en las discotecas más fashion y se convirtieron en hits diferidos, bastante después de que se lanzara el disco. Esa querencia por ritmos funk sintéticos indudablemente marcó el álbum, pero por el camino aprovechaban para meter baladas arrebatadoramente melancólicas como The Other Side Of Life, directamente desgarradoras como Despair, pasajes a medio tiempo llenos de misterio como In Vogue o la más funky Halloween, asà como un All Tomorrow’s Parties, que es quizá una de las mejores versiones que se hayan hecho de The Velvet Underground, banda referente a la que al fin se comenzaba a reivindicar, merced al influjo que tenÃa entonces el duque blanco tanto en Sylvain como en muchos otros. No en vano el aspecto del cantante, que parecÃa un cruce entre el de Bowie y Warhol, unido a un halo de romántico empedernido y solitario, le valieron ser el espejo en el que se miraran muchos jóvenes a partir de entonces, cosa de la que él siempre renegó. Justo dos años después, cuando la banda comenzaba a tener éxito en serio, se disolvió. David no estaba interesado en la fama o el dinero y preferÃa ocuparse en una carrera en solitario plagada de discos avantgarde. Como curiosidad, el disco no apareció, por problemas de distribución, en UK hasta enero de 1980, pero en Alemania, Japón y otros paÃses lo hizo en diciembre del 79 y es por eso que lo incluimos aquÃ.
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37. Look Sharp, Joe Jackson (A&M): Otra de esas óperas primas que debÃan superar el poderoso impacto de un single precedente. La portentosa Is She Really Going Out With Him fue la encargada de poner en el mapa a un desconocido pianista llamado Joe Jackson, erigido en lÃder de una banda nuevaolera para la ocasión y que, llegado el momento de rentabilizar el éxito de esa canción, no desaprovechó la oportunidad. Su debut era tan robusto como cabÃa esperar y sonaba de miedo, muy en la onda de otros grandes actos de la época llegados antes, como Elvis Costello & The Attractions o Graham Parker & The Rumour. Es obligatorio destacar, por tanto, la banda (Joe Jackson Band) que le acompañaba en sus quehaceres, con un favorito personal como es el enorme Graham Maby, encargado de ejecutar aquà unos bajos tan complejos como prodigiosamente rÃtmicos que llenaban de corazón todos los espacios libres que ofrecÃan estas canciones. El ritmo es endiablado en todo el disco, de hecho, escuchar esto seguramente fue lo que motivó a Costello para doblar el tempo natural de los temas en su siguiente disco, la obra maestra Get Happy. Las canciones de Look Sharp viajan muchas de ellas a tal velocidad que a veces parece que se vayan a romper. Escuchad, si no, One More Time, Baby Stick Around o el final de vértigo con Got The Time, canción que no en vano incorporarÃa con toda naturalidad la banda de trash metal Anthrax a su repertorio años después. Demostraban al Punk que en la moderna New Wave también cabÃan el poder y la intensidad. Pero no todo era correr, junto al romanticismo soul de la ya célebre Is She Going Out With Him?, estaba el toque jazz de Instant Mash o el reggae de Fools In Love. La paleta era muy rica en un pianista como Jackson, curtido en mil clubs y acostumbrado a tocar de todo. De hecho, este es uno de los discos que mejor muestra la transposición de la música que se tocaba en los pubs británicos al pop moderno. Joe no era un genio, pero sà un tipo muy brillante al que esperaba una carrera sobresaliente y que hasta más o menos finales de los 80 mantuvo un nivel altÃsimo.
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36. Inflammable Material, Stiff Little Fingers (Rough Trade): Uno de los paradigmas de lo que se ha dado en llamar "street punk". Este material -efectivamente- altamente inflamable. aunque tardÃo en relación al advenimiento del punk, sirvió para poner en circulación a una banda cuya carrera llega hasta nuestros dÃas. Jake Burns y compañÃa tenÃan inicialmente una banda llamada Highway Star (por la canción de Deep Purple) y tocaban versiones de rock setentón, hasta que descubrieron el punk y lo encontraron mucho más adecuado para expresar lo que pasaba por su casa, Belfast, capital del Ulster (Irlanda del Norte), uno de los lugares más incendiados por los conflictos de Europa en aquél tiempo y que vivÃa un auténtico estado policial, a causa de una guerra civil debida en parte a temas polÃticos, a problemas religiosos y en gran medida al imperialismo inglés, cuya solución no parecÃa llegar jamás y tenÃa en carne viva a una población ya resignada a convivir con tiros y explosiones dÃa sà y dÃa también. Mientras tanto, ellos cogieron los postulados de Clash, Pistols y compañÃa y los endurecieron mediante un sonido todavÃa más roto por el volumen, con los instrumentos aporreados y unos berridos desesperados a modo de voz, que eran como un escupitajo en la cara del oyente. Todo ello remozado por unos textos que supuraban odio, agresividad, malestar y con un lenguaje totalmente inadecuado para la música grabada, pero se da la circunstancia de que éste fue el primer lp editado por la histórica indie Rough Trade, asà que no tenÃan los constreñimientos habituales de las multinacionales y podÃan despotricar libremente. Y podéis apostar a que asà lo hacÃan: Suspect Device (artefacto sospechoso) utilizaba como metáfora las bombas terroristas del IRA, en Alternative Ulster hablaban abiertamente del conflicto que asolaba su paÃs. Pero eso eran sólo los dos singles extraÃdos del álbum. El resto, con tÃtulos como Breakout, White Noise o Wasted Life, os podéis imaginar que no eran poesÃas al amor y a la amistad. Incluso Johnny Was, canción que tomaron prestada de Bob Marley, quedaba convertida en un gorrinada llena de guitarras-motosierra. Nada aquà era inocente ni alegre, no habÃa tiempo ni ganas para ello. El punk era esto. Y llegó, curiosamente, dos años después de su nacimiento.
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35. Tusk, Fleetwood Mac (Warner Bros.): DifÃcil para una banda que ha vendido más de 10 millones de discos de su anterior referencia, ha obtenido el Grammy al mejor álbum, tiene una estrella en el paseo de la fama de Hollywood y ha superado tres separaciones entre sus miembros encontrar un camino para continuar con su existencia. La respuesta en esta ocasión estuvo en su guitarrista y uno de sus principales motores creativos: Lindsey Buckinham decidió tomar las riendas de un barco que se iba a la deriva empujado por drogas, discusiones, celos y una muy mal digerida fama. Acordaron que el nuevo disco de una de las bandas más poderosas del planeta iba a ser doble y de carácter experimental, con un sonido marcadamente distante del de aquél "Rumours" que les habÃa encumbrado en el Olimpo de los dioses. Buckinham pretendÃa grabar prácticamente todo en su estudio casero, emulando lo más posible a su adorado Brian Wilson, pero los demás querÃan meter algo de baza, sobre todo cuando la banda estaba tan desmembrada que cada uno traÃa sus propias canciones, sin contar demasiado con los demás. Terminaron construyendo un estudio para todos y comenzaron las sesiones Tusk, elque serÃa algo asà como el "álbum blanco" de Fleetwood Mac, un disco que parecÃa, en palabras de su bajista John McVie, contener tres discos solistas en su seno: el de Stevie Nicks, con 5 canciones, una de ellas el súper éxito Sara, con nada menos que más de seis minutos de duración (acortada, eso sÃ, a cuatro para las radios, que la auparon al 8 puesto en las listas), el de Christine McVie, con seis y el que componÃan las nueve de Buckinham, que se llevaba, por supuesto, la palma. Al fin y al cabo fue el empeño y empuje de éste -que se convirtió en un auténtico manÃaco en el estudio- el que logró que el proyecto llegara a puerto. Y efectivamente, su sonido distaba mucho de la opulencia orientada a estadios del anterior, más bien era parco, con guitarras crudas, percusiones hechas con cajas de kleenex y varios guiños al punk y la nueva ola (Not That Funny). Es un disco complejo de escuchar, pero magnético cuando uno le pilla el punto. Cómo no asombrarse ante maravillas como Save Me A Place, Over & Over, Sisters Of The Moon, Brown Eyes (en la que participó Peter Green, el genial guitarrista y lÃder original de la banda) o la maravillosa That's All For Everyone, en la que Lindsey Buckinham echó el resto, con una de esas odas que sólo los Beach Boys eran, aparentemente, capaces de hacer. Todo ello, no obstante, no fue suficiente: la compañÃa de discos se sintió estafada por la falta de éxito del disco ("sólo" 4 millones de copias, frente a las 10 del anterior) y la banda, tras embarcarse en el tour más mastodóntico jamás visto, acabó extenuada y comenzó la época de los discos en solitario y el no querer verse, hasta el siguiente capÃtulo de su apasionante historia, claro, pero eso ya lo contaremos cuando toque.
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34. Squeezing Out Sparks, Graham Parker & The Rumour (Vertigo): No lo puedo remediar, soy muy fan de este hombre y de su banda. En 1979, Graham Parker And The Rumour estaban en el pico de sus facultades y también de su celebridad. Squeezing Out Sparks serÃa el penúltimo disco que harÃan juntos y, al contrario que los anteriores, más basados en la música negra, buscaba un sonido más aguerrido y americano. Para esto, contaron con la inestimable colaboración de nada menos que Jack Niztsche, el que fuera arreglista de Phil Spector y un gran músico y productor, que supo darle relumbre a unas canciones que venÃan justo en el momento de ruptura con su discográfica hasta entonces, Mercury (a la que poco antes habÃa dedicado Mercury Poisoning, una dura crÃtica). Arista, su nuevo sello, decidió apostar fuerte por ellos tanto en grabación, costeando un importante productor como el mencionado, como en promoción. El respondió con su paquete de canciones más consistente, con diferencia, hasta la fecha. Nada sobra dentro del contenido del álbum, ejecutado brillantemente por la banda y suntuosamente arreglado por Niztsche. Desde la inicial Discovering Japan, con su riff de guitarra provisto por el carismático Brinsley Schwartz, de los Rumour, la cosa despega hacia el infinito y más allá. Hablamos de clásico tras clásico: Local Girls, Love Gets You Twisted, Saturday Night Is Dead, la referencial Passion Is No Ordinary Word o incluso la más controvertida del lote, You Can't Be Too Strong, en la que Parker le leÃa la cartilla a una novia por abortar. Poco defendible su postura hoy, pero musicalmente, una gran canción. El disco tuvo una recepción mucho mayor que cualquiera de sus anteriores trabajos, llegando a ser votado por los crÃticos del prestigioso Village Voice como disco del año. Nada extraño, suponÃa el mejor testimonio de la comunión de un gran autor de canciones con una de las mejores bandas de acompañamiento que haya existido. A partir de aquÃ, se abrió una época de éxito para Parker, ya sin los Rumour, pero nada volverÃa a ser igual que en este disco. Lo sitúo en el puesto número 34, pero perfectamente podrÃa estar en el uno.
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32. Breakfast In America, Supertramp (A&M): Es realmente curioso comprobar como varias de las grandes obras de la historia de la música, además muchas de las más comerciales (por ejemplo Tusk, de Fleetwood Mac, también en esta lista), nacen de situaciones de conflicto entre sus artÃfices. En este caso, los problemas entre los dos principales compositores de Supertramp, Roger Hogdson y Rick Davies, empezaban a ser tan acusados que casi todo lo que componÃan se referÃa a eso. Por eso decidieron trabajar en este álbum con un concepto unitario tal como las diferencias que habÃan entre ellos. Algo singular, ¿no creen? En lugar de tirarse los trastos a la cabeza, decidir tirar hacia adelante hablando de ello a modo de terapia. No es algo demasiado habitual en el rock. Tampoco es que esto terminara siendo el concepto unitario del disco que, al final, quedó como una simple (aunque también tremenda) colección de canciones, pero lo que es indudable es que el germen estuvo ahÃ. Y también que fue el principio del fin. Debido a esta pugna en sus compositores, el álbum se centró mucho más en un formato de canción pop que en discos anteriores. Si bien el sonido es monumental, casi "sinfónico" (término que se utilizado en innumerables ocasiones para calificar erróneamente, en mi opinión, a la banda), las canciones están basadas en el piano y buscan la melodÃa capciosa por encima de todo, no en vano la deslumbrante secuencia de singles formada por The Logical Song, Goodbye Stranger, Breakfast In America y Take The Long Way Home auparon al disco a los primeros puestos de las listas de éxitos de todo el mundo. En España, llegó a decirse que uno de cada tres hogares tenÃan el disco en sus estanterÃas. Y era cierto, marcó una época. Sólo por ello ya tiene valÃa, pero es que además, de nuevo, la competitividad entre Rick y Roger alumbró una maravillosa obra coral formada por unas canciones en las que uno siempre puede perderse y jamás resistirse. Quién puede salvar a sus pies de The Logical Song? Absolutamente nadie. El que lo diga, miente. Menospreciar a esta banda, como a menudo suele hacer la "inteligentsia" rock, en un alarde de ignorancia, es pasar por alto una de las mayores potencias creativas a nivel melódico de la era post-beatles. Pocos tándems han emulado tan bien, sin caer en la burda copia, al de Lennon-MacCartney que el formado por este par de enemigos Ãntimos, que sólo grabarÃan un disco más juntos y tras ello se separarÃan para no volver a hablarse hasta este mismo dÃa, en que ni la oferta más millonaria del mundo han podido reunirles en el escenario. Vaya usted a saber qué se harÃan el uno al otro. Músicos!
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31. Singles Going Steady, The Buzzcocks (IRS/United Artists): De acuerdo, de acuerdo. Esto es otra trampa. Un disco recopilatorio, que además la banda sólo editó en EEUU para darse a conocer de cara a una gira (aunque después sà que se editarÃa en el resto de paÃses), máxime teniendo en cuenta que sà que hubo otro disco de canciones originales el mismo año, el nada desdeñable Different Kind O Tension. Pero es que si algo ha habido que lamentar este año, al menos para mÃ, a nivel musical, ha sido la muerte de Pete Shelley, el artÃfice de prácticamente todas las canciones incluidas aquà y qué mejor forma de reivindicarle que con esta colección, que además posee el encanto añadido de ser una de las más potentes que hayan aparecido jamás en el mercado. Porque si algo fueron los Buzzcocks, fue una banda de singles. Hay formaciones que valen más que para eso que para hacer discos y no es que los de ellos fueran malos, pero es que sus sencillos eran apabullantes, barredores, voladores de cabezas. A mi, de hecho, me la volaron cuando descubrà este disco. Esa sensación de no poder parar de escuchar algo y de no poder creerte tanta canción infalible junta. Los de Manchester descubrieron, casi desde el principio, algo muy importante: si al nervio punk le añadimos un poco de corazoncito, chispas de angustia adolescente, de nihilismo emocional, de "porqué a mi?",obtenemos algo muy potente. Siguiendo la secuencia de canciones aquà presentada, que encima es cronológica, caemos rápido en la cuenta de que poco aprendizaje necesitaron para hallar la fórmula perfecta. Iniciaron la andadura con cuatro salvajadas que, en lugar de hablar de polÃtica o defecar en el entorno social, miraban hacia dentro: Orgasm Addict, What Do I Get, I Don't Mind y Love You More dan forma a un cuarteto difÃcil de tumbar. Pero cuando todo estalla realmente es con ese himno al sinsentido adolescente que es Ever Fallen In Love (With Someone You Shouldn't've), esa melodÃa rápida, hundida en guitarras afiladas, que habla de la sensación de desamor constante que inunda a cualquiera cuando atraviesa la fatÃdica franja de edad de los 14 a los 18. Además, el haber hecho su mejor canción no hizo decaer en absoluto su capacidad para dar justo en la diana: Promises, Everybody's Happy Nowadays, Harmony In My Head, Autonomy y una larga lista hasta completar 16 (24 en versión cd), dan testigo de una mano maestra para el severo arte de la canción pop. Shelley y también Steve Diggle, el guitarrista de la banda, que frecuentemente contribuÃa a su creación, se las arreglaron para dar forma a un repertorio francamente apasionante. Para mÃ, este es su testamento perfecto, su legado para el que quiera aprender. Uno de esos discos que hay que tener en casa sà o sÃ, si se pretende hablar con autoridad de pop.
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